En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

viernes, 24 de febrero de 2012

El Regalo Mas Grande - Tiziano Ferro y Amaia Montero con letra

India Martinez - Saeta

viernes después de cuaresma

Día 3º. VIERNES 19 de Febrero: el sacrificio, necesario para la vida cristiana
El Señor dice que no quiere sacrificios de gente que reza y luego
maltrata a los demás, que quiere que la gente se quiera. No quiere que
nos pongamos piedras en los zapatos sino el amor a los demás. Cuando
le preguntan a Jesús por qué no ayunan los suyos, les contesta:
«Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el
novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el
novio; entonces ayunarán». Habla de fiesta. Por eso, lo que decíamos
ayer de pensar en sacrificios va unido a la alegría, que decía S.
Josemaría que es un árbol "que tiene las raíces en forma de cruz",
esta cruz que nos encontramos cada día unidos a la de Jesús.
Hay una historia que une las tres armas que nos dice la Iglesia para
estos días. Había una vez un ermitaño, que vivía solo en la montaña,
en lo alto había una antigua iglesia con su casita donde vivía,
trabajando, buscando alimento. Durante el día, bajaba al pueblo a
vender sus productos, y luego subía otra vez hacia su ermita. Cuando
hacía calor, al subir tenía muchísima sed y sudaba. Pasaba por una
fuente y… no bebía, le ofrecía a la Virgen aquel sacrificio y
proseguía su camino. Al anochecer, el ermitaño miraba al cielo y veía
una estrella, regalo de la Virgen, en recompensa a su sacrificio…
Pero, un jovencito, al ver la vida del ermitaño, llegó a admirarlo y
quiso ser como él. Entonces hacía lo que el ermitaño hacía… Cuando
subían acalorados, con mucha sed, el ermitaño pensó que el chico tenía
sed, y que si él no bebía el muchacho tampoco lo haría. Pero, que si
bebía, no tendría el lucero por la noche como premio, porque no habría
hecho el sacrificio. Al final, venció el corazón y bebió, y también el
chico. Pensó al subir que no había podido ofrecer a la Virgen su
sacrificio, y quién sabe si tendría recompensa aquel día, si vería su
estrella en el firmamento. Pero, al tener al jovencito a su lado
éstaba contento y pensó que valía la pena. Al anochecer miró al cielo
con miedo y vio que no había una estrella… aquel día la Virgen le
había hecho un regalo distinto… había dos estrellas en el firmamento.
¿Se encienden de verdad las estrellas?, No sé en el cielo, pero en
nuestro corazón seguro que sí, el Señor enciende una luz mágica, como
nos dicen las lecturas de hoy: "Entonces brotará tu luz como la
aurora", tendrás una fuerza especial, divina, serás hijo de Dios, y es
lo que pedimos en la Misa de hoy: «Confírmanos, Señor, en el espíritu
de penitencia con que hemos empezado la Cuaresma" para tener "la
sinceridad de corazón" de la mano de Jesús: «Señor, enséñame tus
caminos e instrúyeme en tus sendas». ¿Dónde poner estos sacrificios?
• al dejar cada cosa en su sitio
• ponerme a estudiar, hacer los deberes puntualmente
• estar atento a clase sin irme "de aventuras" con al imaginación,
puedo imaginar en cambio cosas con lo que explican, la historia, la
geografía, y hacerme una "película" para aprenderlo mejor
• no escoger lo mejor en la comida, ceder el sitio…
• obedecer a la primera
• rezar por la noche aunque tenga sueño
• levantarme a la primera por la mañana –minuto heroico
• limpiarme los zapatos, bajar la basura
• no decir motes que molestan a los demás
• "ayunar" de tele sobre todo cuando no toca
• Sonreír cuando me cuesta
• Dominar el mal humor cuando las cosas cuestan o no salen como esperaba
• Dominar la curiosidad
• Aprender a comer de todo, así me preparo para la vida: cada día un
poco más de lo que no me gusta
• -
• -
• -
Puedes tachar, cambiar y añadir alguna, y repasarlas de vez en cuando,
para ver cómo va ese "entrenamiento"… (Josep Maria Torras).

Nos puede ayudar el testimonio de los mártires. El cardenal Mindszenty
de Hungría cuando entraron los comunistas lo metieron en la cárcel,
donde pasó muchos años (salió de la cárcel cuando Hungría se
independizó de la Rusia comunista; era ya muy mayor y murió al poco
tiempo). Fue un ejemplo como cristiano por su fortaleza y fidelidad a
Dios y a la Iglesia. Una muestra, es, por ejemplo, su firmeza en vivir
la abstinencia, que es el mandamiento de la Iglesia que nos manda a
los cristianos mayores de 14 años, que vivamos la mortificación de no
comer carne los viernes de todo el año. Como sabes, fuera de la
Cuaresma la abstinencia de carne se puede sustituir por otro acto
penitencial (oración, mortificación o limosna); pero durante la
cuaresma no.
Todos los viernes, y sólo los viernes, le daban carne para comer y
cenar. El cardenal sabía que en sus circunstancias no le obligaba esa
ley de la Iglesia, pero jamás tomaba aquella carne. Quería libremente
vivir aquella mortificación. En sus "memorias" escribe este diálogo
con el Comandante de la prisión, un día en que el policía no pudo
aguantar más aquella actitud:
- ¿Cree usted que son los presos quienes dictan el reglamento en la cárcel?
- No; no creo semejante cosa.
- Pues entonces coma lo que se le da.
- Los viernes no como carne.
- No le daré otra cosa.
- Tampoco pido que me dé otra comida. Pero si me da carne no la comeré
los viernes.
- En tal caso, le castigaré.
- Estoy dispuesto a aceptar cualquier castigo.
Aquel día la comida se quedó sobre la mesa. Se la llevaron poco antes
de la cena, que también consistió en un poco de carne, La escena se
repitió en los sucesivos viernes, hasta que acabaron por dársela los
domingos.
Señor, cuántas veces yo tengo compasión de mí mismo, y me busco
excusas para no mortificarme, o no obedecer a mi madre la iglesia. A
veces, por el deporte o por el estudio soy capaz de esforzarme y
sufrir, y sin embargo cuando lo tengo que hacer por ti me echo para
atrás. Si te amase más, sería más generoso y fuerte. Te amo, Señor,
pero quiero amarte más. La próxima vez que ante una mortificación me
venga a la cabeza una excusa, la rechazaré "porque te quiero". Y, en
concreto, tomaré la comida que me pongan porque te quiero...


--
Llucià Pou Sabaté
www.e-aprender.net
http://alhambra1492.blogspot.com/

jueves, 23 de febrero de 2012

jueves después de Ceniza

Saludos!

Día 2º. JUEVES 18 de Febrero: el camino de la cruz. Jesús anuncia por
primera vez a sus discípulos que ha de morir y resucitar

"Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la
desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor… si amas al Señor, tu
Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces
vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá… Pero si
tu corazón se desvía y no escuchas" lloverán desgracias: "yo he puesto
delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige
la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor,
tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu
vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus
padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob". Es el resumen del discurso de
Moisés a su pueblo; el salmo lo dice de otra manera: «dichoso el que
ha puesto su confianza en el Señor, que no entra por la senda de los
pecadores… será como árbol plantado al borde de la acequia», que tiene
raíces que pueden beber, «no así los impíos, no así: serán paja que
arrebata el viento; porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal».
Pero este camino no es de rosas, sino que tiene espinas. Jesús les
dice que tiene que sufrir, y el que le sigue también: «Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día,
y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien
pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al
hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se
arruina?». El Señor está a nuestro lado aunque no le veamos, y nos
anima a verle en la cruz, a ayudarle a llevarla, porque con Él nos
llevará al cielo. Pero nos gusta más pasarlo bien, que hacer algo que
nos cuesta. Por eso nos vendrá bien la historia de una princesa triste
de leyenda, que sueña felicidades extrañas asomada al jardín del
palacio. De pronto, entre las flores aparece su hada madrina y le
dice:
​- La felicidad va a venir por estos caminos; si logras conocerla, ve
tras ella y te dará la dicha que sueñas.
​Desapareció el hada después de haber tocado con su varita mágica los rosales.
​Y apareció un hada magnífica, adornada con todo tipo de joyas de oro
y plata. La siguió la princesa anhelante y al ver que no era dichosa
con ella, le preguntó:
​-¿Eres tú la felicidad?
​- No, contestó: soy la riqueza.
​- Por eso, dijo la princesa, sentía yo a tu lado sabor de tierra
despreciable en mis labios.
​Y apareció enseguida otra hada cubierta con un manto de estrellas. La
princesa caminó con ella, y al notar el corazón vacío, le preguntó:
​-¿Eres tú la felicidad?
​- No, contestó: soy la gloria.
​-Por eso -dijo la princesa- sentía yo a tu lado llena de humo y de
viento la cabeza.
​Y apareció después otra hada, sonando cascabeles de alegría. La
princesa la siguió y al ver en sus ojos una niebla triste, le
preguntó:
​-¿Eres tú la felicidad?
​-No: soy el placer.
​- Por eso -dijo la princesa- sentía yo en el alma un peso de ilusiones muertas.
​Y apareció una viejecita astrosa, pero agradable, con un rostro
surcado de lágrimas, entre las que miraba sonriente. La princesa la
siguió. Caminaba por caminos largos, de abrojos y espinas, y sentía la
princesa como un descanso parecido al placer. Y en medio de un bosque
se trocó en la más admirable de las hermosuras.
​-¡Oh! -gritó la princesa, cayendo de rodillas- ¡Tú eres la felicidad!
​-No -contestó ella-. ¡Soy el sacrificio! La felicidad completa no
existe en esta vida; pero entre todas las apariencias del mundo, soy
la única verdadera.

Nada más empezar esos 40 días, nos habla la Iglesia que fueron tambén
40 años del pueblo de Israel en el desierto, con Moisés, para llegar a
la Tierra prometida, que hablaba con Dios que les acompañaba y les
guiaba. Moisés tenía una misión que cumplir. Queremos vivir estos días
hablando con Dios para que nos acompañe y nos guíe a la misión que nos
tiene preparada el Señor.

Llucià Pou Sabaté

Cuaresma. Tiempo de encuentro con Jesús

Sobre la guerra de Gaza y otros textos

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