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lunes, 13 de mayo de 2024

13 de mayo, los “secretos” proféticos de Fátima y la paz del mundo

   13 de mayo, los “secretos” proféticos de Fátima y la paz del mundo



   El 13 de mayo hace años del atentado que sufrió el Papa en la plaza de San Pedro cuando cayó víctima de la bala disparada por el terrorista turco Mehmet Alí Agca. Juna Pablo II en ese día de la fiesta de Fátima puso en manos de la Virgen la paz en Tierra Santa. Los musulmanes aprecian a María, y precisamente según la tradición islámica, Fátima fue la hija favorita del profeta Mahoma. Fátima bint Muhammad, también conocida como Fátima al-Zahra ("Fátima la Resplandeciente"), nació en La Meca alrededor del año 605 d.C. y fue la única hija de Mahoma que sobrevivió hasta la edad adulta. Es altamente venerada en el islam por su papel como esposa de Ali ibn Abi Talib, el primo y yerno de Mahoma, y como madre de Hasan y Husayn, quienes son considerados líderes espirituales por los chiitas. Se la considera un ejemplo de virtud, devoción y sacrificio en la tradición islámica, y su memoria es reverenciada por los musulmanes de todas las sectas.

   Juan Pablo II, ante el conflicto de próximo Oriente, decía entonces: «Todos, y en particular los responsables de la comunidad internacional, tienen el deber de ayudar a las partes en conflicto a romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias. Hay que recordar, además, eso que tantas veces se ha repetido, que el lenguaje y la cultura de la paz tienen que prevalecer sobre la incitación al odio y a la exclusión». Y pidió a la Virgen de Fátima la paz en Tierra Santa, «para que sean purificados los corazones y propósitos de todos, para que cesen las masacres y para que las energías de unos y otros se empleen finalmente para la construcción efectiva y duradera de la paz». 

   Cuando el 13 de octubre de 1917 “la danza del sol” cerró el ciclo de apariciones de la Virgen de Fátima, quedó abierto un tiempo de guerras y de consagración al corazón de María de la paz en el mundo. Nos quedó el mensaje de rezar el Rosario para la conversión  de los pecadores. Fátima ha sido un icono para los acontecimientos del siglo XX: “anuncia en su mensaje muchos de los signos sucesivos e invita a vivir sus llamamientos: signos como las dos guerras mundiales, pero también grandes asambleas de naciones y pueblos marcadas para entablar el diálogo y buscar la paz; la opresión y las perturbaciones sociales sufridas por diversas naciones y pueblos, pero también la voz y las oportunidades dadas a poblaciones y a personas que mientras tanto se habían levantado en el panorama internacional”; anunció las crisis y deserciones, la solidaridad y junto a la secularización social una irrupción del Espíritu de verdad en los corazones y en las comunidades. Y esta lucha del bien para vencer el mal no ha terminado pues  tenemos el reto de superar el “choque de civilizaciones” (el islamismo sobre todo) con la alianza de civilizaciones, una fraternidad universal.

   El último "misterio" de Fátima, de un atentado contra el Papa, guardado en secreto, se hizo realidad cuando los gritos de la gente que llenaba la plaza de San Pedro del Vaticano anunciaban que la mano del turco Mehmet Ali Agca, que se levantó por encima de la cabeza de los fieles apretando una pistola en dos disparos, disparó contra el Papa, quien fue llevado a toda velocidad al hospital Gemelli de Roma, donde le tuvieron que extraer gran parte del intestino. Le protegió la Virgen de Fátima, y desde entonces esta fecha ha sido asociada al "secreto de Fátima", el tercer secreto no revelado hasta hace poco. Juan Pablo II dijo el 13 de mayo de 1994 que «...fue una mano materna quien guió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte», y un 13 de mayo, en la beatificación de los dos pastorcillos ya fallecidos que fueron testigos de las apariciones de María en Portugal, se anunció la revelación de ese tercer secreto donde se hablaba de la figura blanca del obispo de Roma que cae ante los enemigos. Sor Lucía dijo que fue la Virgen quien salvó al Papa del atentado que estaba profetizado en aquel texto -ya público- que reza: «Un obispo vestido de blanco camina con dificultad hacia la Cruz, entre los cadáveres de hombres y mujeres martirizados. Son obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos. Después, de repente, también él cae a tierra, como muerto, bajo los disparos de un arma de fuego». Yo pude estar en Fátima, y comprobar que es un centro de peregrinación que tiene un encanto especial. Basta ver los peregrinos que llenan la plaza en la noche del sábado, con las velas encendidas y el pausado rezar el Rosario atentamente, cada uno en su lengua, siguiendo en procesión a la Virgen. Alrededor del lugar de las apariciones reina la paz de la oración, y un río de gente va llegando en recogimiento, algunos hacen de rodillas los últimos tramos. Y vi, en la corona de la Virgen, en su interior, esa bala que atravesó a Juan Pablo II.

   Otra lección que podemos sacar es cómo Juan Pablo II perdonó a su asesino. Aquel 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima, con miles de personas en la plaza de San Pedro, una niña rubia con un globo azul levanta sus manitas al Papa, que la toma en sus brazos y la levanta en alto sonriente. "Nada hacía presentir -comenta el secretario del Papa, don Estanislao- lo que iba a suceder. Cuando el Santo Padre daba la segunda vuelta a la plaza, el turco Alí Agca disparó contra él... Yo estaba sentado como de costumbre detrás de¡ Santo Padre, y la bala, a pesar de su fuerza, cayó entre nosotros en el automóvil, a mis pies. La otra rozó el codo derecho, quemó la piel y fue a herir a otras personas...".

   "¿Qué pensé? Nadie creía que una cosa así fuera posible ...Vi que el Santo Padre había sido alcanzado. Entonces le pregunté:

   ¿Dónde está herido?" Me respondió: "En el vientre". Todavía le pregunté: "¿Es doloroso?". Y me respondió: "Sí"."

   "El Santo Padre no nos miraba. Con los ojos cerrados, sufría mucho y repetía breves plegarias exclamatorias. Si no recuerdo mal, eran sobre todo: "¡María, Madre mía! ¡María, Madre mía!."

   "Cuando llegamos al hospital todo era confusión. Una cosa era prepararse para recibir a un Papa, y otra verle llegar exangüe e inconsciente La operación duró cinco horas y veinte minutos, el pulso era casi imperceptible. Todos temíamos lo peor. Le administré el sacramento de la Unción, justo antes de la intervención. El Santo Padre estaba inconsciente."

   "La esperanza renació durante la operación gradualmente. Al principio parecía que la muerte era inevitable: el Santo Padre había perdido las tres cuartas partes de su sangre".

   "Es extraordinario que la bala no destruyese en su trayectoria ningún órgano esencial. Una bala de nueve milímetros es un proyectil de una brutalidad inaudita. Para no causar daños irreparables en una parte tan compleja del cuerpo, tuvo que seguir una trayectoria improbable. Pasó a unos milímetros de la aorta. Si la hubiera alcanzado, habría sido la muerte instantánea. No tocó la espina dorsal ni ningún punto vital. Digamos, entre nosotros, milagrosamente. "

   El Papa estuvo en serio peligro de muerte hasta el 15 de julio. Pero en cuanto pudo, Juan Pablo II se desplazó hasta la cárcel donde estaba prisionero Alí Agca, quien le disparó. Habló con él, a solas, durante mucho tiempo. Le perdonó. Le ayudó. Continúa hablándole a Dios con tus palabras (tomado de Juan Pablo II, Memoria e identidad).

    He querido subrayar estos tres puntos de actualidad sobre la fiesta de hoy: la alianza o fraternidad universal y concretamente con la paz en Oriente próximo; la protección maternal de la Virgen María sobre cada uno de nosotros; y el perdón que podemos vivir a semejanza de Jesús que en la cruz pide a Dios: "Perdónales, Padre". 

Llucià Pou i Sabaté 


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