En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

martes, 30 de enero de 2024

La acción diabólica en la historia, una tradición ampliamente documentada

 La acción diabólica en la historia, una tradición ampliamente documentada

Si en el corazón hay amor no hay cabida para nada malo.

Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



Llamamos “endemoniado” al fenómeno de cuando un ser maligno o demonio ha tomado el control del cuerpo de una persona. Varias tradiciones religiosas, como el cristianismo, el islam y algunas culturas paganas, tienen una gran literatura sobre muchos casos.


Las posesiones demoníacas y exorcismos son temas que han sido explorados en diversas culturas y religiones a lo largo de la historia. Muchas creencias antiguas presentaban al Demiurgo o un principio del mal que iba contra Dios o el Bien. Para los griegos como Platón, los daimon o demonios en el sentido de “genios” inspiraban a los filósofos como Sócrates en ciertos arrobos místicos. Y es que los griegos no tenían unos dioses o principios del mal, sino que los mismos dioses eran buenos o caóticos según el momento (aunque algunos eran sobre todo caóticos, y otros más buenos).


En la fe cristiana, se define claramente que el demonio es solamente una criatura que se opone a Dios con una fuerza muy relativa, y en cambio Dios es bueno y misericordioso y que no es suya ninguna fuerza maligna.


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Esta creencia en la posesión demoníaca fue reforzada en el ambiente judío, y Jesús hace muchos milagros de expulsar demonios, algunos eran posesiones, y otros quizá fenómenos entonces no explicados (ahora con los avances médicos podemos interpretar que algunas de esas curaciones podían ser enfermedades mentales como epilepsias, que entonces no estaban catalogadas y podían parecer cosa del demonio).


Pienso que se aprecia en momentos de la historia la acción del maligno en el mundo, podemos decir que han estado endemoniados líderes que siendo mediocres en algunos años han hecho mucho daño como fueron Hitler o Stalin, mientras les fueron comunicados esos poderes demoníacos, y una vez retirados, se quedaron sin esos poderes, como fue la caída de Hitler, o en el caso del sistema URSS la caída del muro de Berlín después de un derrumbamiento del poder interno.





Pero sin duda, hay una larga tradición de personas sencillas que por razones que desconocemos, han sido poseídas por el demonio. Muchas, lo han sido por afán codicioso o de posesión de un amor, como han contado muchas historias en el medievo, y en España quedan muchos puentes con el nombre de “El puente del diablo” por esos tratos de vender el alma al demonio.


La Iglesia enseña en su doctrina que no hay que tener miedo a la posible acción de Satanás en esas posesiones extraordinarias, pues si en el corazón hay amor no hay cabida para nada malo, incluso en el caso de una acción diabólica no hay culpa en ella si la persona tiene su corazón puesto en Dios. Por eso, la doctrina cristiana enseña que la oración y confianza en el amor de Dios nos lleva a la seguridad de una esperanza que nos hace vivir aquellas palabras de Jesús: “no tengáis miedo” pues con él “hemos vencido al maligno”, y rezar el padrenuestro (“no nos dejes caer en la tentación”, o según alguna traducción “que no caigamos en poder del Maligno”); y el Avemaría, pues la devoción a María es segura: ninguna persona que acuda a su protección, invocando su auxilio, queda desamparada de la salvación (como se dice en la oración “Acordaos…”); de ahí que se ha popularizado la devoción de las tres Avemarías por la noche y el escapulario, que recoge la tradición carmelita de que arropados en la protección maternal de María, ella nos conducirá de su mano al cielo en el momento de la muerte.



Nefarious, estreno de otra película sobre el demonio

 Nefarious, estreno de otra película sobre el demonio

La película abarca una visión completa sobre el auténtico poder del maligno en el mundo de hoy.


Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



Se estrena en España la película Nefaroius (de Chuck Konzelman & Cary Solomon 2023), que provoca muchos comentarios, en mi opinión porque: por un lado es un tema “extraordinario” que mueve a la curiosidad, como es el de las posesiones; y por otro, porque es un film confesional (sus directores fueron responsables de Unplanned y Dios no está muerto) que recoge una interpretación “tradicional” que choca con la visión de una cultura más generalizada hoy día, donde esa doctrina tiene rechazo; así, está servida la polémica entre esas dos visiones que chocan entre sí, en lo que respecta al demonio.

Si alguien va a buscar el género fantástico o de terror, en mi opinión se aburrirá pues carece casi de efectos especiales, pero es mucho más profunda pues en lenguaje sencillo toca todos los temas que giran en torno a un endemoniado (proceso del mal poco a poco desde pequeños hurtos, influencias del espiritismo, como el diablo está implicado en los atentados contra la vida como son el aborto y la eutanasia, influencias políticas del odio a la religiosidad…) todo ello está centrado en las conversaciones entre psiquiatra y un condenado a muerte, y aunque en la novela se centra más el argumento en un ambiente neoconservador tipo USA, la película abarca una visión completa sobre el auténtico poder del maligno en el mundo de hoy.

La acción se va produciendo al hilo de esas conversaciones, por eso el metraje no se hace lento ni aburrido en ningún momento, me parece un cine que consigue captar la atención sin un ambiente demasiado fantástico: trata así ese fenómeno ampliamente documentado en la tradición, y esto hará que la encuentren una película estupenda los que piensen que la sociedad tiene falta de religiosidad y que debería salir de ese engaño. E irán contra ella, los que se fijen en argumentos a los que pueden calificar de demasiado tradicionales y piensen que hay que actualizar esos modelos trasnochados, pues si el demonio actúa, lo hará no solamente sobre personas sino sobre estructuras sociales, y como diría C.S. Lewis en su obra “Cartas del diablo a su sobrino”, la gran estrategia del demonio en nuestros días es hacer ver que no existe.

Sobre la película Nefarious y otros artículos

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domingo, 14 de enero de 2024

Encuentros con Jesús (2º domingo del año, ciclo B)

 

 

   Cuentan que Ana, una mujer de mediana edad, atravesaba un momento de profunda crisis de búsqueda de significado en su vida. Un día, mientras estaba haciendo introspección en su jardín, se durmió y se apareció en sueños un ser que irradiaba calma y compasión: -"Soy Jesús", le dijo con una sonrisa amable. Ana se sorprendió, pero sintió que a su lado una paz profunda la envolvió. Estuvo feliz caminando junto a él por el jardín, compartiendo historias y reflexiones. Jesús habló de amor incondicional, compasión y la importancia de la conexión espiritual. Se detuvieron junto a un estanque tranquilo donde los lirios de agua se mecían suavemente con la brisa. Jesús extendió su mano y tocó el agua, creando pequeñas ondas que se expandieron lentamente. "La paz interior es como estas aguas", dijo Jesús. "Aunque la vida traiga tormentas, puedes encontrar calma dentro de ti." Jesús compartió historias de amor, perdón y comprensión, mostrando a Ana un camino hacia la aceptación y la paz interior. Al final de su encuentro, Jesús miró a Ana y dijo: "La verdadera transformación comienza dentro de ti. Ama a los demás como a ti mismo y encontrarás el camino hacia la paz." Cuando Ana despertó de su profunda reflexión en el jardín, se dio cuenta de que había sido un sueño, pero más real que la vida que estaba viviendo, su mensaje resonaba en su corazón. Aquel encuentro había marcado un cambio significativo en su vida, guiándola hacia un viaje de autoaceptación, compasión y búsqueda de la paz interior. 
    Nuestra búsqueda espiritual va unida al encuentro (“el que busca, encuentra”) y el encuentro va unido al crecimiento en amor y paz. El evangelio nos narra el primer encuentro de Juan y Andrés con Jesús. Eran buscadores, y por eso seguían a Juan Bautista, que les llevó a la presencia del «Cordero de Dios»: ellos, «oyeron sus palabras y siguieron a Jesús», encontrando un algo divino que les arrastraba en el seguimiento del Señor. ¡Qué bien estuvieron con Jesús! Cómo se les pasaría aquella inolvidable tarde! La primera actitud es que acercaron a Jesús a sus dos hermanos respectivos, Pedro y Santiago. Pedro recuerda que Jesús «se le quedó mirando» ¿cómo sería la mirada de Jesús?: penetrante, cariñosa, afable, llena de comprensión, atractiva. Sentir la fuerza interior que reclama algo que anhelamos, una luz divina sobre nosotros. Es lo que Samuel notó y entonces dijo: «Habla Señor que tu siervo te escucha», ante la llamada de Yahvéh, suave y penetrante a la vez. 
   Esto llega en el momento oportuno, cuando sentimos necesidad de una purificación del ego, para ofrecernos en toda nuestra vida y lo más íntimo de nuestro ser a esa fuerza divina que nos espera. Eso lo describe san Pablo al indicar que «el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor» “¿no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios y que no os pertenecéis?” No nos atreveríamos a descubrir que somos “consortes de la naturaleza divina”, como dirá san Pedro: participantes del absoluto… si no fuera porque se nos ha revelado en las tradiciones espirituales, en Jesús que de algún modo aúna todas esas tradiciones, chispazos de la verdad divina, Verdad encarnada en él.

sábado, 13 de enero de 2024

Una pena observada, una visión del duelo

 






¿Qué experimenta el hombre ante el dolor, qué piensa en su conciencia?
Llucià Pou Sabaté
Jueves, 12 de octubre de 2023, 20:15 h (CET)

¿Qué experimenta el hombre ante el dolor, qué piensa en su conciencia? C. S. Lewis escribe un ensayo sobre “El problema del dolor”, en un esfuerzo intelectual por esclarecer este misterio. Veinte años después, lo experimentó en su piel, y todo fue distinto, ya no era algo enigmático sino sufrido, y el diario que redactó (a raíz de la muerte de su esposa, Joy Davidman) fue publicado en 1961 (1994 en la versión castellana, brillantemente hecha por Carmen Martín Gaite, cuando también vivió de cerca el dolor): “Una pena observada” es el título de este lamento sufriente: «Cada día no sólo vivo en pena, sino pensando lo que es vivir en pena».    

   

No sirve ninguna estrategia para que el dolor no duela. Lo único que está en sus manos es tratar de dar sentido al dolor que necesariamente ha de ser padecido. Los primeros días, hay rebeldía: tambalean las convicciones religiosas más profundas: "sentimientos, sentimientos, sentimientos. Vamos a ver si en vez de tanto sentir puedo pensar un poco... yo sabía que estas cosas, y otras de peores, ocurren a diario. Y habría jurado que contaba con ello. Me habían advertido –y yo mismo estaba sobre aviso- que no contara con la felicidad terrenal. Incluso ella y yo nos habíamos prometido sufrimientos… Claro, que es diferente cuando una cosa así le pasa a uno y no a los demás, cuando pasa en realidad, no a través de la imaginación”.

   

Es un replantearse todo desde la presente situación: “Sí, pero a pesar de todo, ¿puede suponer una diferencia tan enorme para un hombre en sus cabales? No. Ni tampoco para un hombre cuya fe no fuera de pacotilla y al que de verdad le importaran los sufrimientos ajenos. La cuestión está bien clara. Si me han derribado su casa de un manotazo es porque era un castillo de naipes, y yo no lo sabía”. La sensación de pequeñez y desnudez es total: “La fe que ‘contaba’ con todas estas cosas no era fe, sino simplemente imaginación… si a mí me hubieran importado –como creí que me importaban- las tribulaciones de la gente, no me habría sentido tan disminuido cuando llegó la hora de mi propia tribulación. Se trataba de una fe imaginaria jugando con fichas inocuas donde se leía ‘enfermedad’, ‘dolor’, ‘muerte’ y ‘soledad’. Me parecía que tenía confianza en la cuerda hasta que me importó realmente el hecho de que me sujetara o no. Ahora que me importa, me doy cuenta de que no la tenía…” Y entonces es una prueba de fe: “es muy fácil decir que confías en la solidez y fuerza de una cuerda cuando la estás usando simplemente para atar una caja. Pero imagínate que te ves obligado a agarrarte a esa cuerda suspendido sobre un precipicio…”.  

   

Luego, con los días y semanas, va abriéndose una luz en la noche: «conviene entenderlo a derechas. Dios no ha estado ensayando un experimento sobre mi fe o mi amor con vistas a poner en claro su calidad. Esta calidad ya la conocía Él. Era yo quien no la conocía... El siempre supo que mi templo era un castillo de naipes. Su única manera de metérmelo en la cabeza era desbaratarlo». Es la hora de la verdad, ensayada y preparada en el tiempo, en el ejercicio de pequeñas cosas: “los jugadores de bridge me dicen que tiene que haber algún dinero circulando en juego porque si no ‘la gente no se lo toma en serio’. Parece que esto también es algo así. Se puede apostar por Dios o por la negación de Dios… depende de lo que se haya expuesto en el envite el que éste sea serio o no lo sea. Y nunca se entera uno de lo serio que era hasta que las apuestas se disparan a una altura horrible; hasta que se da uno cuenta de que no está jugando con fichas o con calderilla, sino que lo que está en juego es hasta el último penique que puede llegar a adquirirse en el mundo”. Es la hora de la prueba real… experimenta el dolor como miedo, como tedio y también como rebeldía frente a Dios. El sufrimiento ha convertido su vida en un “callejón angosto” y en un sinsentido. El dolor tiñe la vida con una sensación de permanente provisionalidad: “Antes nunca llegaba a tiempo para nada, ahora no hay nada más que tiempo, tiempo en estado casi puro, una vacía continuidad”. Hay sensación de egoísmo, y que eso es “justo lo que no debe ser… Me he quedado horrorizado. Por la forma en que he venido hablando, cualquiera tendría derecho a pensar que lo que más me importa de la muerte de H. son sus efectos sobre mí mismo”.

   

La realidad queda deformada cuando se observa así, el sentimiento la ve como el palo metido en el agua que aparece torcido, algo sin sentido. Y la confianza va entrando en el alma: “Mi pensamiento, cuando se vuelve hacia Dios, ya no se encuentra con aquella puerta de cerrojo echado… Las torturas tienen lugar. Si son innecesarias, es que no existe Dios o que el que hay es malo. Si existe un Dios bien intencionado, será que estas torturas son necesarias. Porque ningún ser medianamente bueno podría infligirlas o permitirlas, si hubiera otro remedio”.

   

Cuando el dolor nos toca de cerca, nos planteamos a fondo la cuestión: ¿Se debe necesariamente sufrir?, ¿el dolor es inevitable?: es algo que “no somos capaces de entender”, dice Lewis, pero que “Dios nos hace daño solamente por nuestro bien”, aunque en realidad no es Dios quien lo quiere sino que somos nosotros que interpretamos como mal algo que no conocemos su origen o el por qué, las circunstancias diversas por causas naturales o como consecuencia de la libertad, atribuimos a Dios algo que no sabemos su por qué, pero seguro que Dios no dejaría que pasara aquello si no sacara de allí un bien. No es fácil ver las cosas como las ve Dios. La resignación o el aguantar es la primera actitud ante el dolor, pero se lleva mejor cuando intuimos un sentido en la esperanza de que se nos revelará el “por qué” más tarde. Entonces comienza la aceptación, que viene de la comprensión y va unida a la esperanza.

   

“Más de una vez tendremos aquella impresión que no logro describir más que como una risa sofocada en la oscuridad. La sensación de que una simplicidad apabullante y desintegradora es la verdadera respuesta”: cuando la vida parece absurda, en medio de la profunda soledad sufriente, hay “una forma especial de decir: no hay respuesta. No es la puerta cerrada. Es más bien como una mirada silenciosa y en realidad no exenta de compasión. Como si Dios moviese la cabeza, no a manera de rechazo sino esquivando la cuestión. Como diciendo: Cállate, hijo, que no entiendes”… y vemos que no estamos solos, vamos con Jesús en la Cruz camino de la resurrección

jueves, 11 de enero de 2024

“Una sola carne” y el amor de pareja

 




   Continuando con el post anterior: Se dice que con el matrimonio dos personas se hacen una sola carne. ¿Cómo es posible, si tienen dos individualidades distintas? No es solamente la unión física, sino que el amante está en el amado como plantado en la cabeza, en el pensamiento y el sentimiento. Y así, sólo estando uno en el otro puede ser posible ser uno solo. Estar en el otro es "ser el otro", ser uno para el otro. Esto significa que estar enamorado ya no es cosa de un tiempo pasajero, sino que de algún modo puede alimentarse para siempre, con o sin sentimiento. Aunque se padezca a veces, pero el amor es darse, entregarse, dar algo que ya no pertenece a uno, decir sí cada día, siempre. Todo esto, que derrocha realidad, no es fácil llevarlo a la práctica, pero se hace más fácil si hay una comprensión, si se tiene el poder que significan estas ideas si se saben desde la experiencia vivida. Y es que el amor no es una obligación pero muchas veces sí es un acto de justicia con la persona que se ha entregado libre y totalmente, y en este sentido se pueden superar estados pasajeros, como pueden ser enfados fruto de crisis nerviosas donde se dicen cosas que atacan a la pareja, que no se piensan en situaciones normales. Pues una persona no se casa solamente porque ama, sino también porque quiere amar a pesar de los problemas. Este sentido profundo de lealtad es constitutivo de la vida, y también para el equilibrio personal, una armonía vital que si falla, si no cumplimos con ese deber que aparece ante nuestra consciencia, el alma me hace sentir como enfermo, y mi corazón no me deja descansar. Puede ser difícil el amor cuando no hay ese estar enamorado, cuando en algún momento falta el sentimiento, que es voluble y a veces desaparece. 
   En la imagen de los Magos de Oriente que siguen la estrella hasta Jesús, el resplandor del astro desaparece durante un tiempo, y ellos siguen, se informan, preguntan, pero no abandonan, hasta que vuelve otra vez esa luz que los guía; así pasa con el sentimiento. En la imagen del fuego, el sentimiento es la llama, mientras que el amor es el rescoldo, que aunque a veces esté oculto entre las cenizas, no se apaga, y cuando se aviva con más oxígeno (esos pequeños detalles necesarios) la llama vuelve. La expresión de que con el matrimonio los dos se hacen “una sola carne" significa también esto. Hoy día hay miedo al compromiso, a que el hecho formal pueda estropear la relación amorosa. Como oí hace poco: hay un tipo de amistad entre un hombre y una mujer que no tiene sexo… y se llama “matrimonio”.    
   Hoy día, formar una familia muchas veces no pasa por el matrimonio, es una unión de ser "uno del otro" sin casarse. Pienso que esas formas de casarse y sentirse comprometido sin un lazo formal ante la sociedad o la iglesia responde a la crisis de las instituciones, y así se puede estar uno en el otro y entregarse hasta darse del todo a la pareja, con un amor que existe “de verdad”, y que sea un compromiso para siempre, un “matrimonio”, aunque no haya testigos y formalidades. ¿Es preciso un reconocimiento público a esa unión? El sentido religioso-social de la alianza esponsal responde al sentido religioso-social de la persona, que vive con los demás. En algunas épocas, el puritanismo o sentido de moral-social ha hecho de esto la esencia del matrimonio, pero en realidad es solamente un aspecto no esencial del mismo: un reconocimiento como otro contractual o de status social. De manera que el amor es a la vez una intuición, admiración mutua, etc., y un acto de paciencia y perseverancia, que no es “aguantar” estoicamente sino mantenerse en la decisión de amar a pesar de las tormentas, pues luego vuelve la calma y la luz del sol. Si se empeñan los dos, el sentimiento reaparece con su luz y pasión... 
    Para profundizar en eso conviene tener en cuenta que el cerebro y nuestra mente está siempre influenciada por emociones y sentimientos, así cuando nos enfadamos con una persona podemos generar odio hacia ella, y cuando se nos pasó el enfado la volvemos a querer; es decir que pensamos algo que al cabo de poco rato ya no pensamos. Así también, podemos sentirnos enamorados hacia una persona que acabamos de conocer, sin tener en cuenta aspectos de justicia como la lealtad que debemos a nuestra pareja, y las consecuencias desastrosas que puede causar dejarnos llevar por el vuelo de “una mariposa” pasajera; la mente goza de autocontrol para no caer irremediablemente hacia conductas pasajeras, llevadas por un sentimiento. Y es que la mente necesita tomar cierta distancia de circunstancias que nos puedan afectar, incluso en algunos casos puede servirnos una cierta proyección, pensar en situaciones de futuro y estabilidad antes de tomar decisiones, pensar con quién nos vemos dentro de unos años, o en caso de enfermedad, o quién queremos que nos acompañe a nuestra muerte. 
   La libertad se va completando con lo que llamamos responsabilidad. Nos hace ver que muchos pensamientos influenciados por emociones no son objetivos, algo así como la visión que tenemos de un palo dentro del agua se ve torcido, y hay que esperar, como el palo cuando se saca ya se ve recto, cuando pasa aquella dificultad emocional, etc... Así, ese sentido de "una sola carne" nos indica que en la antropología del amor hay un proceso, que puede empezar, como al encender fuego, por cosas más sensitivas-corporales como las sensaciones-conmociones ante el otro/a, para luego ir hacia las emociones, que ya son sentimientos y provocar un sentimiento único que toca lo más íntimo y es el enamoramiento, que ya no es "para mí" sino más espiritual, ya no es concupiscencia-eros sino donación-agapé. 
   De la mano de la amistad se pasa a otro terreno más espiritual, el agapé o amor de donación, es un trascender el “te quiero para mí” (o en el sentido coloquial, “te comería”) para pasar a un desear el bien del otro, decir: "es bueno que existas", quiero lo bueno para ti, y esa amistad aparece como lo mejor de la vida. Así, aparece un tipo de amistad (amor de benevolencia), único en su modo, que es el amor esponsal, que es cuando se dice a una persona "eres mi vida, soy tuyo", y uno es para el otro... amor esponsal que se realiza en la unión auténtica de los esposos.

miércoles, 10 de enero de 2024

¿Qué deseamos para este año que comienza?

 

El amor es la energía de la vida, y se alimenta en la familia, en la amistad...
Llucià Pou Sabaté
Miércoles, 10 de enero de 2024, 11:33 h (CET)


Recuerdo la canción de Luis Aguilé: “salud, dinero y amor”… son buenos propósitos para el año nuevo. De los tres, me quedo con el amor, pues hasta la salud va de la mano de una vida llena de amor, y esa actitud conlleva normalmente la abundancia, pues una persona que tiene espíritu de servicio suele tener qué hacer.

   

¿Amar es siempre lo mejor? Parece difícil, pues vemos que mientras que hay un nivel aceptable de dinero para vivir (aunque para la codicia nunca es suficiente), y estamos en un cierto estado de bienestar en este sentido, muchas personas padecen la soledad y el desamor.

   

El amor es la energía de la vida, y se alimenta en la familia, en la amistad, y puede haber momentos en que una convivencia basada en el amor es sumamente difícil, cuando la rotura parece ya irreparable; aquel viejo amor perdido quizá no es recuperable..., pero siempre puede nacer otro, si bien no el amor adolescente e idealizado, será sin embargo más pleno y maduro, hecho de una serie de conductas reforzantes, positivas, concretas, que no parten de la emoción, sino de algo más profundo, que no es tanto una obligación –que hoy no se valora- sino un acto de justicia en el sentido pleno de la palabra.

   

El amor es parte fundamental de la vida en pareja, y si bien en algunas tradiciones o en otros momentos históricos se pactaban matrimonios entre familias, y el amor iba surgiendo con la convivencia, hoy vemos que esto es una aberración, y que la comunión que se forma cuando dos personas se casan está ligada a un enamoramiento, porque se ama hay esa unión, aunque también porque se quiere amar pues esa nube rosa puede irse al cabo de unos pocos años. Estoy en contra de aquella frase que leí de que “la gente se casa por dinero, lo demás es puro erotismo”: lo primero es hacer negocio pero no asegura la felicidad, digamos que es condición necesaria pero no suficiente, pues el erotismo no es negativo: el amor tiene un aspecto importante de donación a la otra persona, y también un aspecto erótico que conviene también.

   

Aunque haya componentes químicos en esa dinámica de encuentro amoroso, y en este sentido se puede pasar "la química", amar es una decisión personal. Hace poco leí un relato de Pearl S. Buck donde le pregunta una mujer blanca con dudas matrimoniales a una china casada con un marido que era "una peste": -"¿pero tú le amas?" Y ella: "-¿Amarlo?... lo que sí he sabido siempre es cuál era mi deber, y sin dudarlo, lo he cumplido. Cuando lo hago, soy feliz. Si no, me siento como enferma, y mi corazón no me deja descansar. Si mi esposo no ha sido conmigo un hombre ideal, al menos yo sí he sido para él lo mejor que me ha sido posible". Precisamente esta autora habla muy bien del cambio de tendencia en Oriente, cuando el amor prevalece sobre las tradiciones.

   

El matrimonio se tenía por un contrato donde la justicia se determinaba por deber por el deber, y quizá ahora se ha pasado a la cultura del emotivismo, del “siento” eso. El amor es más profundo que las emociones, y no está atado a una obligación que pueda esclavizar con el pretexto de la “justicia”. 


La vida también hay que disfrutarla, y buscar el sentido de ella. Si bien es cierto que toda persona es digna de ser amada (es "amable"), y que con esfuerzo y buen corazón puede quererse a cualquiera, mientras que unas personas optarán por superar un error en una relación y reconstruir una familia como algo que merece la pena, también la libertad que da sentido al día puede hacer que se opte por un cambio.

   

Quien opta por reconstruir ese amor una y otra vez, verá que la vida es un camino con muchas etapas, con riesgos y peligros, nervios que hacen perder los estribos… dificultades externas (como la falta de dinero), o internas (cansancio de los compañeros del viaje, o aparecen como más atractivas otras personas con las que se encuentra uno en el camino)… aguantar la decisión de permanecer con la persona elegida, tener paciencia ante una crisis familiar que parece insoportable y de la que se quiere huir enseguida, de cualquier forma... cuesta, y el amor duele. Pero ¿y el compromiso adquirido? En estos momentos, es bueno recordar que la familia no es que siempre dé la felicidad, pero es donde las cosas ocurren de verdad, sobre todo las importantes, como son los hijos y su felicidad. Y ahí está el sentido de la palabra amor. Lo otro… ¡es tan variable! Es como el caledoscopio, muchos colores que se multiplican, pero con poca consistencia pues se hace con espejuelos. Una deficiente educación en el amor causa estragos: resentimientos y descorazonamiento: por muchos éxitos la vida está llena si hay amor, pero hay dolor, y a veces viene la tentación de no amar.

   

Pero también podemos pensar que la fidelidad es dinámica, y no algo que una para siempre, si falta esa lealtad y compromiso, si la inmadurez domina la relación, etc. La sabiduría entiende de problemas y de cómo superarlos, pero la institución del matrimonio no ha de prevalecer por encima de la dignidad de la persona, y mucho menos sentirse nadie esclavizado a una existencia innoble o vacía.

   

En cualquier caso, la vida pasa por amores y desamores, y no es solución la táctica budista de evitar apegos. Pues si uno quiere vivir sin dolor –como anestesiado, buscando una plácida existencia-, que no ame, pero sin amor no hay vida, sólo tristeza. Y el amor tiene altibajos, emociones, agonías y éxtasis… y se vive más a fondo con los sentimientos que todo eso conlleva.

    

Y siempre el amor es echar leña al fuego diario, avivarlo si hay que volver a empezar, echar leña para construir una relación día a día, aprender a amar pues la vida es aprender, y sobre todo en lo que es la esencia de la vida… es un aprendizaje que dura siempre. Aprender es también empatía, ver las cosas como las ve el corazón de la persona amada. Los sufí tienen una historia: "Llamé a la puerta. / Y me preguntaron: quién es. / Contesté: soy yo. / La puerta no se abrió. / Llamé a la puerta. / Y me preguntaron: quién es. / Contesté: soy yo. / Y la puerta no se abrió. / Llamé a la puerta. / Y me preguntaron: quién es. / Y contesté: soy tú. / Y la puerta se abrió".

sábado, 6 de enero de 2024

Epifanía es la fiesta de Jesús como luz del mundo, que también da sentido al sufrimiento de los inocentes

 

Epifanía es la fiesta de Jesús como luz del mundo, que también da sentido al sufrimiento de los inocentes

El día de los Reyes celebramos la luz que brilla para todos, las tinieblas que cubren la tierra dejan paso a una aurora
Llucià Pou Sabaté
Sábado, 6 de enero de 2024, 19:03 h (CET)

El día de los Reyes celebramos la luz que brilla para todos, las tinieblas que cubren la tierra dejan paso a una aurora. Se habla en la Epifanía o fiesta de los Reyes que desde Tarsis (Tartessos, Andalucía) vendrán a esa Luz del mundo ofreciendo oro y otros dones. Esos magos que siguen la estrella pierden la luz en algún momento, pues hay crisis en todo camino, pero luego se alegran cuando reaparece con su fulgor. La figura de los magos seguirá con el paso de los siglos, nada podrá borrarla, con la magia de los niños que esperan los regalos, y del niño que todos llevamos dentro.

   

En estas noches mágicas de Navidad todo se para ante mí. Son momentos de meditación, silencio, acoger esa luz al comienzo del nuevo año.

   

Mahatma Gandhi decía: «Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo». Quizá el mal de hoy es el individualismo, y lo podemos superar si procuramos dejar un rastro de bien alrededor nuestro, trabajando en nuestro interior el lenguaje del amor, la paciencia… La vida es bella pero no sencilla, porque surgirán dificultades, “cuando llegue el huracán, que seguro ha de llegar”... nos conviene trabajar el control emotivo, y así podremos afrontar esas dificultades con fortaleza, y transformarlas en oportunidades de crecimiento.

   

Son momentos de hacer propósitos de llevar esta luz como nos recuerda este tiempo de Navidad.

La historicidad de la infancia de Jesús es un tema que ha sido objeto de debate y reflexión entre historiadores, académicos y teólogos. La información histórica sobre la vida temprana de Jesús proviene principalmente de los Evangelios de Mateo y Lucas, que relatan el nacimiento y la infancia de Jesús. Algunos académicos sostienen que la información sobre la infancia de Jesús, como la estrella de Belén y la visita de los magos, puede tener elementos simbólicos o teológicos más que una precisión histórica, pienso que hay elementos históricos en estas narrativas, un camino intermedio entre los que consideran que estos eventos son históricos y literales, y los que ven en ellos solamente simbolismo o alegoría.

   

Parto de la certeza de que Jesús de Nazaret es quien mejor nos ha hablado de Dios y de nosotros mismos, la sublimidad de su doctrina sobre el amor y el perdón la podemos experimentar como cierta, pues si la vivimos nos da paz y felicidad; podemos decir de modo experimental aquello que le responde Pedro ante la pregunta de Jesús de si quieren irse ellos también, ante la desbandada del anuncio de la eucaristía, de comer su cuerpo: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Fueron palabras de Jesús de una claridad meridiana: “quien come mi carne y bebe mi sangre tiene ya la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. Como bien dice Romano Guardini, en "Jesús, el Señor", Jesús no puede ser simplemente un líder religioso sabio o un buen maestro moral; debe ser Dios mismo; si no lo fuera, sería loco o malo (mentiroso), pero todo lo que hizo es coherente con su divinidad y con la misión de traer la salvación a la humanidad: un análisis de su psicología dejan fuera de lugar que pueda ser loco o mentiroso, refuerza la fe de que es verdad todo lo que dijo.

   

Además, no sólo Jesús murió por defender la verdad que nos trajo, sino que sus discípulos también, hasta hoy han muerto por defenderla. Los evangelios nos hablan de la luz del amor divino, y la filiación divina, de que lo vieron resucitar (“más de 500 de ellos aún están vivos”, decían al predicar la buena nueva), de los milagros… todo ello resumido en estas palabras de san Juan: «En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios... Y la palabra se hizo carne y acampó entre nosotros» (Jn 1,1-14).

   

La crítica literaria se plantea la historicidad de los evangelios de la infancia de Jesús (relatos de Lucas y Mateo al comienzo de sus evangelios), como decía Ratzinger: “En Lucas parece haber un texto hebreo subyacente. En cualquier caso, toda la descripción está caracterizada por semitismos que, por lo general, no son típicos en él (…) se habla de un «midrash haggádico», es decir, una interpretación de la Escritura mediante narraciones. La semejanza literaria es innegable (…) en él se describe una historia que explica la Escritura y, viceversa, aquello que la Escritura ha querido decir en muchos lugares, sólo se hace visible ahora, por medio de esta nueva historia.

   

Es una narración que nace en su totalidad de la Palabra, pero que da precisamente a la Palabra ese pleno significado suyo que antes no era aún reconocible. La historia que se narra aquí no es simplemente una ilustración de las palabras antiguas, sino la realidad que aquellas palabras estaban esperando. Ésta no era reconocible en las palabras por sí solas, pero las palabras alcanzan su pleno significado a través del evento en el que ellas se hacen realidad”. En pocas palabras: según se estilaba entonces, no importa tanto lo que ahora llamaríamos historicidad de esos hechos, sino que expresan una verdad religiosa (como muchos textos bíblicos, sea el libro de Jonás, Ester, Job y tantos otros), nos muestran la verdad de que en Jesús se han realizado las Escrituras.

   

Y sigue Ratzinger: “Si esto es así, cabe preguntarse: ¿De dónde sacan Mateo y Lucas la historia que relatan? ¿Cuáles son sus fuentes? A este respecto, Joachim Gnilka dice con razón que se trata claramente de tradiciones de familia. Lucas alude a veces a que María misma, la madre de Jesús, fue una de sus fuentes, y lo hace de una manera particular cuando, en 2,51, dice que «su madre conservaba todo esto en su corazón» (cf. también 2,19). Sólo ella podía informar del acontecimiento de la anunciación, que no había tenido ningún testigo humano”. Si bien ese episodio de María parece recoger su testimonio, quizá otros no son así, y sigue Benedicto XVI: “lo que Mateo y Lucas pretendían —cada uno a su propia manera— no era tanto contar «historias» como escribir historia, historia real, acontecida, historia ciertamente interpretada y comprendida sobre la base de la Palabra de Dios. Esto quiere decir también que su intención no era narrar todo por completo, sino tomar nota de aquello que parecía importante a la luz de la Palabra y para la naciente comunidad de fe. Los relatos de la infancia son historia interpretada y, a partir de la interpretación, escrita y concentrada”. No se trata tanto de ver si ocurrió como se narra el episodio de los reyes magos, o la huida a Egipto, o cualquier otro, sino que “hay una relación recíproca entre la palabra interpretativa de Dios y la historia interpretativa: la Palabra de Dios enseña que los acontecimientos contienen la «historia de la salvación», que afecta a todos. Los acontecimientos mismos, sin embargo, abren por su parte la palabra de Dios y permiten reconocer ahora la realidad concreta escondida en cada uno de los textos”.

   

Personalmente, desde pequeño me sorprendió el relato de la muerte de los inocentes, que en cierta manera era por el nacimiento de Jesús, y me preguntaba por qué no se había evitado, pues parece enturbiar el mensaje de navidad. Podemos entender que la personalidad de Herodes era exactamente esta, pues en esos mismos años mandó matar a diversos inocentes: el año 7 a. C., Herodes había hecho ajusticiar a sus hijos Alejandro y Aristóbulo porque presentía que eran una amenaza para su poder. En el año 4 a. C. había eliminado por lo mismo a otro hijo, Antípater. Y veía enemigos por todos lados… Me consuela ahora pensar que refleja esa narración el anuncio de la cruz, sin entrar en que el relato responda a un episodio histórico (no hay registros históricos que corroboren ese evento); este y otro, son relatos que pueden contener elementos teológicos y simbólicos que van más allá de un relato puramente histórico. El relato podría representar también, simbólicamente, la lucha entre el bien y el mal, el poder opresivo frente a la inocencia indefensa, o la resistencia a las fuerzas hostiles contra las enseñanzas espirituales. Por supuesto, las interpretaciones simbólicas no excluyen la posibilidad de que haya elementos históricos en la narración.

   

-“El ángel dijo a José: "Levántate, huye a Egipto... José se levantó de noche y partió”: queda ante nosotros como un enigma, donde podemos ver la confirmación bíblica del nacimiento de Jesús, donde se mezclan esos elementos históricos y otros alegóricos (según el género literario de la época) que nosotros celebramos, pues ¡sí, hay una majestad extraordinaria que emana de los relatos de esta infancia! Y esa matanza profetizada sigue viva en Gaza, donde “Raquel que llora a sus hijos, sin querer consolarse porque ya no existen" es un clamor por todas las madres que lloran y sufren, símbolo de tantas personas injustamente maltratadas, los que han sufrido a lo largo de la historia y hasta hoy, pues desde la pascua del nacimiento de Jesús a la Pascua de su resurrección, todo dolor es participación en el suyo, y también en su salvación, todo ello anticipado en la gran verdad de la muerte de los inocentes, expresión de la muerte del Inocente. Si el mal existe, y el desamor de los hombres ocasiona a lo largo de la historia escenas como ésta y peores, ese nudo está disuelto en la Navidad que se vincula con la Pascua, en el Nacimiento que incluye así la entrega de la Cruz.

   

Hoy, en tantos sitios hay niños abandonados, inocentes abandonados por sus madres a las horas de nacer porque ellas no pueden hacerse cargo de sus vidas, mueren en las favelas, en las villas, en los campos, en los cordones industriales, en las ciudades. Muchos gobiernos no atienden a las regiones más alejadas de sus capitales porque no son significativas para sus votos, y así desamparan a miles de familias que quedan a merced de enfermedades, de epidemias y de la incomunicación hacia cualquier puesto sanitario. Mueren miles de niños víctimas de la violencia familiar, de la prostitución infantil y de la delincuencia juvenil. Los escuadrones de la muerte los matan en las calles para que no crezcan y no molesten a la "gente buena, de buen nivel". Mueren en las calles, su único hogar, llenos de drogas caseras y con esperanza de haber sido amados por alguien. Mueren en las cárceles y hogares de reformatorios. Mueren con hambre, frío, desnudos, sucios, y analfabetos.

   

Si nos repugna y nos escandaliza la actitud de Herodes, ¿qué pensar de nuestro tiempo, de los actuales "reyes", que aniquilan a nuestros niños, los inocentes de nuestros Pueblos? El aventurero Santiago Sánchez, después de estar 15 meses en una prisión iraní injustamente, ha dicho al salir: «No sabemos lo afortunados que somos por haber nacido en nuestro país». Hay mucha gente que sufre, en las guerras de Ucrania-Rusia y Gaza-Israel, y tantos otros como cristianos armenios de Azerbaiyán, que padecen un segundo genocidio después del de 1915, y sufren los niños maltratados, y los inocentes en los abortos provocados (Teresa de Calcuta bien decía: «Mientras haya abortos nunca habrá paz en el mundo»).

   

No hay explicación fácil para el sufrimiento, y mucho menos para el de los inocentes. El sufrimiento escandaliza con frecuencia y se levanta ante muchos como un inmenso muro que les impide ver a Dios y su amor infinito por los hombres. ¿Porqué no evita Dios todopoderoso tanto dolor aparentemente inútil? El dolor es un misterio y en la oscuridad del sufrimiento propio o ajeno, intuimos la mano amorosa y providente de su Padre Dios que sabe más y ve más lejos, y entiende de alguna manera que “para los que aman a Dios, todas las cosas son para bien” (Rom 8,28), también aquellas que nos resultan dolorosamente inexplicables o incomprensibles, misterio que sigue abierto, que no entiendo con la cabeza, pero el corazón me lleva a confiar que aquello sirve para un fin, que luego se arreglará, pero que ya aquí hemos de procurar “pasar haciendo el bien” como hiciera Jesús

Bona diada de Reis i feliç 2024! de part de Llucià Pou Sabaté

viernes, 5 de enero de 2024

Navidad y volver a Casa



 

Cuentan de una princesa que se llamaba Elena. Un día fue raptada y por más que todo el mundo la buscó por el reino y los países cercanos, nunca jamás la encontraron. Su querido amigo de la niñez, sin embargo, no dejó de buscarla. Pasaron los años. Él seguía por si la encontraba por caminos y puertos de mar hasta que un día vio una mujer muy gastada por los padecimientos, mal vestida y envejecida, pero tenía un cierto aire que le resultaba familiar, y esto hizo que se le acercara…

–¿Cómo te llamas?, le preguntó; pero ella no respondía. No recordaba su nombre. De pronto, le vio una herida de la su mano, que la identificaba: una herida característica que Elena llevaba desde pequeña, la recordaba bien: ¡era ella!

Emocionado, empezó a decirle: “¡tú eres Elena!” y ella, por la fuerza del amor del amigo, y por los recuerdos que le contaba, fue recobrando su memoria, y recordando su identidad. Volvieron al palacio donde ella se fue recuperando, y se casaron los dos y reinaron en su reino de Troya.



Sería una versión adaptada del viejo mito de Paris y Helena, que podemos aplicar a nuestro mundo, que tiene su mal más grave en que hoy la humanidad está desmemoriada, no sabe que es hija de Dios, no conoce a su padre, no sabe qué hace en el mundo, es huérfana.

Navidad es comprar, esperar la ilusión de un paraíso perdido, un amor que llene, pero no hemos de volcarnos hacia fuera, que es algo engañoso… No hay mejor motivo para vivir contento que sentirse hijo de Dios, si falta este sentido de trascendencia, aparece la falta de verdadera autoestima, lo que algunos llaman “la insoportable ligereza del ser”.

Hay una característica de la paternidad de Dios que resume el espíritu de la filiación divina, y es la misericordia del Padre, reflejada en la parábola del hijo pródigo.



Una historia de Cronin en una de sus novelas lo actualiza. Era un hijo pródigo moderno, que marchó de casa, se malgastó todo el que había recibido, y no sólo el dinero, sino también la salud, e hizo que fuera a pique también el honor de la familia. Cayó en la droga y en los robos. De vez en cuando le rondaba la idea de volver a casa, de llevar una vida buena… pero se lo sacaba de la cabeza, a veces porque pensaba que no sería bien recibido, otras veces porqué no se sentía capaz de llevar una vida ordenada, le faltaba voluntad…

Al final, cayó en la prisión por los delitos que cometió. Los padecimientos que allá probó le hicieron madurar. Volvió a  recordar  la felicidad que perdió y la posibilidad del perdón. Poco antes de salir en libertad, se decidió a escribir a su casa: les pedía perdón por todo lo que había hecho; decía que si lo perdonaban, que si estaban dispuestos a acogerlo -padres y hermanos- pusieran un pañuelo blanco en un manzano que había en el huerto, al lado de la vía de tren; que él al pasar el día que saliera de la prisión, si veía el pañuelo bajaría del tren y volvería a casa. Que si no lo veía, continuaría el viaje para no volver nunca más…

El día que salió, cuando ya estaba llegando a su pueblo, no osaba mirar por la ventana. Le contó todo a un compañero de prisión que salió con él, y le acompañaba en el viaje, y le dijo: "mira tú, que yo no me atrevo…" y cerró los ojos. Pensaba en aquel manzano al que subía de pequeño, y se imaginaba el pañuelo colgado al árbol –y se ponía contento- pero también pensaba: “¿y si no está?”  y se entristecía…

Iba diciendo al compañero: "-ya nos acercamos… que se ve el pañuelo, está el pañuelo?". Y de pronto le dice el compañero: “-No está un pañuelo colgado, pero obre los ojos… mira!”. Y al abrirlos se encontró el manzano en el que no había un pañuelo, sino que estaba lleno de pañuelos blancos, que los de su casa habían ido colgando del manzano, que parecía un árbol de navidad…

Así es el perdón auténtico… Es una historia repetida desde que el mundo es mundo, bien resumida en el cuadro que el pintor Rembrant pintó sobre el hijo pródigo, haciendo él mismo el camino de conversión ya al final de su vida, como recuerda el famoso libro de Nowen. Había pintado muchas variantes sobre este retorno del hijo, con vestiduras reales y ambientes pomposos. Aquí sin embargo vemos la pobreza absoluta en que resalta la figura del Padre que abraza el hijo que vuelve, desvalido y hambriento, que representa al pintor que se convierte al final de su vida; el padre que lo abraza con dos manos, una de hombre –que hace fuerza sobre el hijo, apretándolo sobre su pecho- y la otra de mujer –afectuosa y dulce, acariciando al hijo devuelto-, pues Dios es padre y madre al mismo tiempo.

Tenemos todos algo dentro de nosotros, que nos habla de perdonar y ser perdonados. Nos mueve a hacer las paces enseguida, el mismo día, que es lo más divino del amor…, como decía aquel protagonista de la película "Love story": “amar es no tener que decir nunca 'lo siento'", pues el amor lo comprende todo, comprende a todos, con el amor nos sentimos con derecho de volver siempre a Casa. Es la parábola del hijo que vuelve, donde nos vemos reflejados, pues la vida es un volver a ese paraíso perdido… tantas veces nos equivocamos y necesitamos reencontrar la paz, ir a la gran fiesta que hace el Padre cuando vuelve el hijo perdido. Es el camino de la vida: aprender a volver a Casa.

Sobre la elaboración de la Biblia judía, y otros artículos

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