En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

miércoles, 24 de marzo de 2021

Recordatorio del Taller de aceptación, que empieza mañana a las 18:30

Hola! Hemos mandado el enlace para entrar mañana en el encuentro con Gonzalo, en el primer taller; si querías participar y no has recibido el enlace por algún error, no dejes de decirlo y te lo mandamos. Saludos!

Te pasamos información sobre el mismo. Puedes rellenar el formulario para la inscripción: https://forms.gle/944UszLTiRq7ekhj6 , o responder a este mensaje.

Saludos y hasta mañana!


sábado, 20 de marzo de 2021

Taller sobre Aceptación y Paz interior, con Gonzalo


Hola!
Hemos programado un Taller sobre Aceptación y Paz interior, con Gonzalo Rodríguez-Fraile: cada 15 días con él, y las semanas de en medio quien lo desee puede tener tanto material para trabajar (videos, audios, escritos) como también encuentros específicos del taller.

Los encuentros serán online, y el taller es gratuito.

Comenzará el próximo jueves día 25 a las 18:30, con Gonzalo.

  

La inscripción puede hacerse en https://forms.gle/3mWjeWsxszpGi62t8 o respondiendo a este mensaje. Si estás interesado, en el sitio que indiques te mandaremos el enlace de entrada.

Mandamos esta invitación en modo provisional, en breve enviaremos un programa más detallado.

Contamos con tu participación! Saludos!


domingo, 7 de marzo de 2021

San Agustín, El Maestro Texto en español de los cap. XII-XIV

Es la primera vez que explica San Agustín la teoría de la iluminación, en el contexto del aprendizaje: el maestro interior, que a través del maestro exterior podemos despertar...  

 CAPITULO XII
39. Si nosotros consultamos la luz para juzgar de los colores, y para juzgar las demás cosas que percibimos por los sentidos, consultamos los elementos de este mundo, y los cuerpos que sentimos, y los mismos sentidos, de los que se sirve la mente como de intérpretes para conocer tales cosas, e igualmente para juzgar de las cosas intelectuales consultamos, por medio de la razón, la verdad interior, ¿cómo puede decirse que aprendemos en las palabras algo más que el sonido que hiere los oídos? Pues todo lo que percibimos, lo percibimos o con los sentidos del cuerpo o con la mente: a lo primero llamamos sensible; a lo segundo, inteligible; o, para hablar según el estilo de nuestros autores, a aquello llamamos carnal, a esto espiritual. Si se nos pregunta sobre lo sensible, respondemos lo que sentimos si lo tenemos presente; como si se nos pregunta, al estar mirando la luna nueva, cómo es y dónde está. El que pregunta, si no la ve, cree a las palabras, y con frecuencia no cree; mas de ningún modo aprende si no es viendo lo que se dice; en lo cual aprende no por las palabras que sonaron, sino por las cosas y los sentidos. Pues las mismas palabras que sonaron para el que no veía suenan para el que ve. Mas cuando se nos pregunta, no de lo que sentimos presente, sino de aquello que alguna vez hemos sentido, expresamos no ya las cosas mismas, sino las imágenes impresas por ellas y grabadas en la memoria; en verdad no sé cómo a esto lo llamamos verdadero, puesto que vemos ser falso; a no ser porque narramos que lo hemos visto y sentido, no ya que lo vemos y sentimos. Así llevamos esas imágenes en lo interior de la memoria como testimonio de las cosas sentidas, y contemplando con recta intención esas imágenes con nuestra mente, no mentimos cuando hablamos; antes bien, nos sirven de testimonio. El que escucha, si las sintió y presenció, mis palabras no le enseñan nada, sino que él reconoce la verdad por las imágenes que lleva consigo mismo; pero si no las ha sentido, ¿quién no verá que él, más que aprender, da fe a las palabras? 

40. Cuando se trata de lo que captamos con la mente, es decir, con el entendimiento y la razón, hablamos lo que vemos presente en la luz interior de la verdad, con que está iluminado y de que goza el llamado hombre interior; pero entonces también el que nos oye, si él mismo ve con una mirada simple y secreta esas cosas, conoce lo que yo digo en virtud de su contemplación, no por mis palabras. Luego ni a éste, que ve cosas verdaderas, le enseño yo algo diciéndole la verdad, pues aprende, no por mis palabras, sino por las mismas cosas que Dios le muestra interiormente; por lo tanto, si se le preguntase sobre estas cosas, también él podría responder. ¿Y hay nada más absurdo que pensar que le enseño con mi locución, cuando podía, preguntado, exponer las mismas cosas antes de que yo hablase? Lo que sucede muchas veces es que, interrogado, niegue alguna cosa y se vea obligado con otras preguntas a confesarlo. Esto es por la debilidad de su mirada, que no puede consultar a aquella luz sobre todo el asunto. Se le advierte que lo haga por partes, cuando se le pregunta sobre estas partes de que consta aquel conjunto, que no podía ver de una vez. Si es llevado a término a base de preguntas, lo es no en virtud de palabras que enseñan sino de palabras que van buscando la forma de hacerlo tan apto para aprender interiormente como el que le va haciendo las preguntas. Como si yo te preguntase si no hay nada que pueda enseñarse con palabras—que es de lo que tratamos—, y a ti, no pudiendo verlo todo, te pareciese un absurdo a primera vista. Fue preciso preguntarte, según tu capacidad para oír interiormente a aquel Maestro, y decir yo: ¿De dónde has aprendido lo que confiesas ser verdadero al hablar yo, y estás cierto de ello, y confirmas que lo conoces? Responderás tal vez que yo te lo había enseñado. Entonces yo añadiré: ¿acaso, si te dijese que he visto volar a un hombre, estarías tan cierto de mis palabras como si oyeses que los hombres sabios son mejores que los necios? Dirás, ciertamente, que no, y responderás que no crees lo primero o, aunque lo creas, lo ignoras; pero que esto último lo sabes certísimamente. De aquí ya entenderás, sin duda, que por mis palabras no has aprendido nada, ni en aquello que ignorabas afirmándotelo yo, ni en esto que sabías muy bien; puesto que si te pregunto por cada una de esas cosas en particular jurarías que desconocías la primera, y que la segunda te era conocida. Mas entonces reconocerías plenamente todo aquello que habías negado, una vez que conocieses ser claras y ciertas las partes de que ella se compone. En cuanto a todas las cosas que decimos, o el oyente ignora si ellas son verdaderas, o no ignora que son falsas, o sabe que son verdaderas. En la primera hipótesis, cree, opina o duda; en la segunda, contradice y niega; en la tercera, confirma; por tanto, nunca aprende. Porque están convencidos de no haber aprendido nada por nuestras palabras tanto el que ignora la cosa después que he hablado como el que conoce que ha oído cosas falsas y como el que, preguntado, podría decir lo mismo que se ha dicho.

 CAPITULO XIII LA PALABRA NO LLEGA A MANIFESTAR LO QUE TENEMOS EN EL ESPÍRITU 

41. En las cosas percibidas con la mente, inútilmente oye las palabras del que las ve aquel que no puede verlas; a no ser porque es útil creer, mientras se ignoran, tales cosas. Mas todo el que puede ver, interiormente es discípulo de la verdad; fuera, juez del que habla, o más bien de su lenguaje. Porque muchas veces sabe lo que se ha dicho, aun ignorándolo el que lo ha dicho; como si alguno, partidario de los epicúreos, y que piensa que el alma es mortal, reproduce los argumentos expuestos por los sabios en favor de su inmortalidad en presencia de un hombre capaz de penetrar lo espiritual; el oyente juzgará que el epicúreo dice verdad, mas el epicúreo ignora si es verdad lo que dice, antes bien lo creerá muy falso. ¿Hemos de pensar, por tanto, que enseña lo que ignora? Y usa de las mismas palabras que podría usar sabiéndolo. 

42. Así, pues, las palabras no tienen ya ni el valor de manifestar el pensamiento del que habla, ya que dudamos de si él sabe lo que dice. Añade a esto los que mienten y engañan; por ellos fácilmente puedes deducir que no sólo no se abre su alma con las palabras, sino que hasta la encubre. Yo de ninguna manera dudo de que los hombres veraces se esfuerzan y de algún modo hacen profesión de descubrir sus sentimientos por medio de la palabra; lo que conseguirían con aplauso de todos si no fuera permitido a los mentirosos el hablar. Frecuentemente hemos experimentado, tanto en nosotros como en otros, que no se emiten palabras correspondientes a las cosas que se piensan; lo cual veo que puede ser de dos modos: o cuando los labios del que piensa otras cosas pronuncian palabras aprendidas de memoria y muchas veces olvidadas, lo que nos sucede con frecuencia cuando cantamos un himno, o cuando, sin quererlo nosotros, brotan por error de la lengua unas palabras por otras, pues tampoco aquí las palabras se oyen como signos de las cosas que tenemos en el ánimo. Porque los que mienten piensan, ciertamente, en las cosas que hablan, de tal manera que, aunque ignoremos si dicen verdad, sabemos que tienen en el ánimo lo que dicen, a no ser que les suceda una de las dos cosas que he dicho. Y si alguno, entre tanto, porfía que suceden tales cosas, y que cuando sucede una de ellas se percibe, aunque otras muchas veces quede oculta, y que muchas veces me ha engañado oyéndole, no le contradigo. 

43. Y aquí sucede otro caso, muy común por cierto, y origen de muchas disputas y disensiones: cuando el que habla expresa lo que piensa, es cierto, pero, con frecuencia, solamente para él mismo y para algunos otros; pero no para su interlocutor y para algunos otros. Así, pues, puede decir alguno, oyéndole nosotros, que ciertos animales superan en virtud al hombre; al momento no lo podemos sufrir, y con gran brío refutamos tan falsa y perniciosa afirmación; y tal vez él llame virtud a las fuerzas físicas, y enuncie con este nombre lo que ha pensado, y no mienta, ni se equivoque en realidad, ni, dando vueltas a otra cosa en la mente, haya ocultado las palabras grabadas en la memoria, ni suene por equivocación de la lengua otra cosa de la que pensaba; sino que llama con distinto nombre que nosotros a la cosa que piensa, sobre la cual nosotros asentiríamos si pudiésemos ver su pensamiento, el cual no nos ha podido mostrar aún con las palabras dichas y las explicaciones dadas. Dicen que la definición puede remediar este error, de tal manera que si en esta cuestión definiese qué esvirtud, aclararía, dicen, que la discusión no es sobre la cosa, sino sobre la palabra. Para conceder que esto es así, ¿puede encontrarse acaso un buen definidor? Y, sin embargo, se ha discutido mucho sobre la ciencia de definir, que ni es oportuno tratar ahora ni siempre yo lo apruebo. 

44. Paso por alto el que no oímos bien muchas cosas y luego discutimos sobre ellas larga y acaloradamente como si las hubiésemos oído. Así, cuando poco ha expresaba yo la palabra «misericordia» en lengua púnica, tú decías haber oído a los que conocen mejor esta lengua que significaba «piedad». Pero yo, contradiciéndote, aseguraba habérsete olvidado lo aprendido, pues me había parecido que habías pronunciado «fe» y no «piedad», estando como estabas tan junto a mí, y no engañando al oído estas dos palabras por su semejanza del sonido. Sin embargo, pensé por mucho tiempo que ignorabas lo que te habían dicho, ignorando yo lo que dijiste tú; pues, de haberte oído bien, de ninguna manera me parecería absurdo que un vocablo púnico significara a la vez piedad y misericordia. Esto sucede muchas veces; pero, como ya he dicho, dejémoslo a un lado, para que no parezca que calumnio la negligencia del que oye o la sordera de los hombres. Más angustia causa, lo he dicho más arriba, el no poder conocer los pensamientos de los que hablan, entendiendo clarísimamente sus palabras, y hablando nuestra misma lengua latina. 

CAPITULO XIV CRISTO ENSEÑA DENTRO; FUERA, EL HOMBRE ADVIERTE CON PALABRAS 

45. Pero mira cómo voy cediendo y admito que, cuando haya recibido en el oído las palabras aquel a quien son conocidas, pueda también saber que el que habla ha pensado en las cosas que las palabras significan. ¿Acaso por esto aprende si ha dicho verdad, que es lo que ahora buscamos? ¿Acaso pretenden los maestros que se conozcan y retengan sus pensamientos, y no las materias que piensan enseñar cuando hablan? Porque ¿quién hay tan neciamente curioso que envíe a su hijo a la escuela para que aprenda qué piensa el maestro? Una vez que los maestros han explicado las disciplinas que profesan enseñar, las leyes de la virtud y de la sabiduría, entonces los discípulos juzgan en sí mismos mismos si han dicho cosas verdaderas, examinando según sus fuerzas aquella verdad interior. Entonces es cuando aprenden; y cuando han reconocido interiormente la verdad de la lección, alaban a sus maestros, ignorando que elogian a los hombres doctos más bien que a doctores, si, con todo, ellos mismos saben lo que dicen. Mas se engañan los hombres al llamar maestros a quienes no lo son, porque la mayoría de las veces no media ningún intervalo entre el tiempo de la locución y el tiempo del conocimiento; y porque, advertidos por la palabra del profesor, aprenden pronto interiormente, piensan haber sido instruidos por la palabra exterior del que enseña. 

46. Pero en otro tiempo discutiremos, si Dios lo permitiere, de toda la utilidad de las palabras, que, bien considerada, no es pequeña. Al presente ya te he advertido que no hemos de darles más importancia de la que conviene, para que no sólo creamos, sino que comencemos a entender cuán verdaderamente está escrito por la autoridad divina que no llamemos maestro nuestro a nadie en la tierra, puesto que el solo Maestro de todos está en los cielos12. ¿Y qué quiere decir «en los cielos»? Eso lo enseñará aquel que por medio de los hombres y de sus signos nos advierte exteriormente, a fin de que, vueltos a Él interiormente, seamos instruidos. Amarle y conocerle constituye la vida bienaventurada, que todos predican buscar; mas pocos son los que se alegran de haberla verdaderamente encontrado. Pero dime tu parecer sobre todo esto que acabo de decir. Porque, si ves que es verdad lo que he dicho, preguntado sobre cada uno de los juicios, hubieras dicho que lo sabías; ya sabes, pues, de quién has aprendido esto, y no ciertamente de mí, puesto que, si te pregunto, responderías a todo. Si, al contrario, no conoces que es verdad, no te hemos enseñado ni Él ni yo; yo, porque nunca puedo enseñar; Él, porque tú no puedes aprender todavía. Ad.: —Yo he aprendido con la incitación de tus palabras, que las palabras no hacen otra cosa que incitar al hombre a que aprenda, y que, sea cualquiera el pensamiento del que habla, muy poco puede aprender a través del lenguaje. Por otra parte, si hay algo de verdadero, sólo lo puede enseñar aquel que, cuando exteriormente hablaba, nos advirtió que Él habita dentro de nosotros. A quien ya, con su ayuda, tanto más ardientemente amaré cuanto más aprovecho en el estudio. Sin embargo, quedo muy agradecido a tu discurso, tan prolongado, principalmente porque ha previsto y refutado cuantas objeciones tenía dispuestas para contradecirte; y no has dejado nada de lo que me hacía dudar, sobre lo que no me respondería así aquel oráculo secreto, según tus palabras afirmaban.

El redescubrimiento de la interioridad, con Agustín de Hipona

 En este enlace tienes la página web de la Unidad Didáctica



Aprender a ir despacio por la vida, por Lluciá Pou

jueves, 4 de marzo de 2021

Curso de Escuela abierta online. Foro de Ecología y Espiritualidad. Granada




Hola!

                El Foro de Ecología y Espiritualidad inicia su Escuela abierta con un ciclo de cuatro charlas-coloquio. Nuestro objetivo es abordar al ser humano en su totalidad, integrando su dimensión personal y comunitaria, buscando el cambio interior sin olvidarse de los desafíos de la realidad que nos rodea.

 

                En momentos de crisis, como el que atravesamos, es importante encontrar nuevos caminos que nos conduzcan a escenarios de fraternidad y justicia. Mirando de forma diferente hacia nuestro interior, a los demás y al planeta, en un contexto de equilibrio e integración.

 

                Pese a las dificultades, sigue habiendo lugar para la esperanza, siempre que nos mueva la bondad  y el  compromiso con los más necesitados.


Curso de Escuela abierta para crecimiento personal 


"Otro mundo es posible" 

(días 9, 16, 23 y 30 marzo 2021)

 

Te invitamos a participar en el Curso que hemos preparado para el próximo mes de marzo:


Pulsa aquí para inscribirte en el curso


El programa será el siguiente: 

Martes 9 de marzo (19.00): Integración y equilibrio personal. Viviendo desde la paz interior. Nieves Acosta Picado (Fundación para el desarrollo de la consciencia) y Fulgencio Cuadrado (Brahma Kumaris) 


Martes 16 de marzo (19.00): Una mirada al mundo. La belleza, el sufrimiento y cómo contribuir a aliviarlo: Fulgencio Cuadrado (Brahma Kumaris) y Llucià Pou Sabaté (Fundación para el desarrollo de la consciencia)


Martes 23 de marzo (19.00): Salud, medio ambiente y nuestro destino común: la salud humana como reflejo de la salud de la Tierra: Federico Velázquez de Castro (Asociación Española de Educación Ambiental)


Martes 30 marzo (19.00): Otro mundo es posible (y deseable). La Bondad. Nuevos estilos de vida y compromisos comunitarios: José Ferrer Sánchez (Centro UNESCO)


Será online, por el enlace que te enviaremos. 


Si no lo has hecho más arriba: 

Te invitamos a compartir esta invitación con quienes consideres puedan ser beneficiados con la información, todos serán bienvenidos a las charlas, que son gratuitas.

 

¡Hasta el próximo día 9 de marzo!

 

Foro de Ecología y Espiritualidad. 

 




El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo

  El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo Es innegable que en la España contemporánea, la adhesió...