En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

lunes, 1 de julio de 2024

Los efectos del alcohol en la agresividad y la autodestrucción: un análisis profundo

Los efectos del alcohol en la agresividad y la autodestrucción: un análisis profundo



“Soy una persona súper tranquila, pero con una gota de alcohol insulto y lastimo a la gente que amo y necesito dejar de hacer eso me está destruyendo”, decía una persona para quien era prácticamente imposible eliminar la agresividad sin dejar de tomar alcohol.

El alcoholismo es un problema que genera este tipo de conductas en las personas. Algunas son agresivas, otras se deprimen, y otras pierden la consciencia. El consumo de alcohol ha sido parte de la sociedad durante siglos, desempeñando diversos roles en celebraciones, rituales y momentos sociales. Sin embargo, su influencia en el comportamiento humano, especialmente en relación con la agresividad y la autodestrucción, es un tema de creciente preocupación. Según la Organización Mundial de la Salud, el consumo excesivo de alcohol es responsable de más de 3 millones de muertes al año, lo que subraya la gravedad de sus efectos en la salud mental y física.

El enigma de la agresividad desatada

Una de las manifestaciones más impactantes y trágicas del consumo excesivo de alcohol es la aparición de la agresividad. El consumo de alcohol disminuye la capacidad de autocontrol y de procesar la información (afecta a la zona subcortical del cerebro). Al principio puede crear desinhibición y por eso se usa para relacionarse, especialmente por parte de personas con timidez. Pero luego se va perdiendo el conocimiento, primero se hacen tonterías y al final se entra en coma etílico. Por esa falta de consciencia, es más probable que quien ha bebido alcohol recurra a la violencia para solucionar un conflicto, o bien, que sea menos capaz de reconocer señales de alarma, convirtiéndolo en un objetivo fácil para los agresores. Un estudio de la Universidad de Harvard muestra que el consumo de alcohol puede reducir la actividad en la corteza prefrontal, el área del cerebro responsable de la toma de decisiones y el autocontrol. Por eso la percepción de controlar es falsa, y por ejemplo hay más accidentes de tráfico, porque no hay objetivamente reflejos, es solo una percepción subjetiva falsa.

Aquellos que experimentan una transformación en su comportamiento bajo los efectos del alcohol a menudo se encuentran en un estado de agitación, impulsados por una intensa frustración o resentimiento. Este fenómeno revela cómo una sustancia que inicialmente busca proporcionar placer y relajación puede desencadenar reacciones violentas y destructivas.

El vínculo con la autodestrucción

La relación entre el alcohol y la autodestrucción es compleja y multifacética. Las personas que experimentan agresividad bajo los efectos del alcohol pueden, en última instancia, dirigir esta violencia hacia sí mismas, ya sea de manera directa o a través de comportamientos autodestructivos. El ciclo de consumir alcohol, expresar agresividad y luego enfrentar la culpa y el autoreproche crea un círculo vicioso que puede tener consecuencias devastadoras para la salud mental y física de la persona afectada. Casos como el de John Doe, que enfrentó una espiral descendente de alcoholismo y comportamiento autodestructivo, destacan cómo esta dinámica puede llevar a consecuencias trágicas.

Factores subyacentes

Para comprender completamente este fenómeno, es esencial explorar los factores subyacentes que contribuyen a la agresividad y la autodestrucción en el contexto del consumo de alcohol. Problemas emocionales no resueltos, traumas pasados o la presión social pueden actuar como desencadenantes, exacerbando la vulnerabilidad de una persona ante los efectos negativos del alcohol. Los estudios sugieren que el 60% de las personas que sufren de trastornos por consumo de alcohol también presentan trastornos de ansiedad o depresión, lo que complica aún más su recuperación.

La importancia de la intervención y el apoyo

Frente a esta problemática, la intervención temprana y el apoyo son fundamentales. La conciencia personal y la comprensión de los desencadenantes individuales pueden ayudar a las personas a abordar sus problemas subyacentes. La búsqueda de ayuda profesional, ya sea a través de terapia, grupos de apoyo o programas de rehabilitación, es crucial para romper el ciclo destructivo del alcohol y la agresividad. Los programas de rehabilitación tienen una tasa de éxito del 70% cuando se combinan con terapia cognitivo-conductual y apoyo familiar.

La persona del inicio del artículo reconoce su error, y por eso tiene media solución ya resuelta. Lo malo es quien aún no lo reconoce. Quien de modo equivocado toma alcohol como un relajante de sus obligaciones diarias o por evadirse de su realidad. Puede que alguien beba para intentar reducir la ansiedad, pero no es una buena estrategia. Las herramientas más eficaces son:

  • Tómate un tiempo para hacer algún ejercicio de respiración y relajación.
  • Realiza alguna tarea que te permita distraerte.
  • Detecta aquello que está pasando y te produce esa ansiedad; a veces tienen que ver con nuestra forma de interpretar las cosas, es decir, con nuestros propios pensamientos. Cuestiónalos y no creas todo lo que piensas. Busca otras formas alternativas de ver el problema.
  • Date a ti mismo autoinstrucciones positivas, cuida tu diálogo interno.
  • Mantén un nivel de actividad adecuado, practica ejercicio físico, sobre todo el que te guste.
  • Cuida tus relaciones con los demás; mantenernos conectados a quienes nos rodean nos ayuda a encontrar soluciones si solos no podemos.
  • Y si crees que necesitas ayuda profesional para tratar tu ansiedad, habla con alguien de confianza. Con el boca a boca se encuentra enseguida alguien en quien apoyarte.

Además, hay una cosa que puede animarnos mucho: despojarnos de las palabras heridoras, autoritarias y poco respetuosas y adoptar otros términos, expresiones y gestos que transmitan cordialidad y entendimiento podría tener un poder transformador en nuestras vidas. La negatividad es como una bola de nieve que va creciendo y nos hace entrar en una espiral que aumenta la ansiedad y depresión. En cambio, lo positivo nos hace ver la vida con ojos luminosos. Ya no vemos la maldad de las personas sino tantas cosas buenas en los demás (ver los libros de Castellanos: “La ciencia del lenguaje positivo” y “Educar en lenguaje positivo”).

Conclusión

En resumen, el vínculo entre el alcohol, la agresividad y la autodestrucción es un tema serio que requiere una atención cuidadosa y comprensiva. La conciencia de los efectos potencialmente negativos del alcohol, combinada con el apoyo adecuado, puede marcar la diferencia en la vida de aquellos que luchan con esta compleja dinámica. Abordar estos problemas de manera proactiva no solo beneficia a la persona afectada, sino que también contribuye a la construcción de comunidades más saludables y comprensivas. En palabras del Dr. Martin Luther King Jr., "La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo." Es crucial que trabajemos juntos para arrojar luz sobre los efectos del alcohol y apoyar a aquellos que luchan con su consumo.


La muerte de un hijo

 

La muerte de un hijo



Es importante aprender a cambiar de vida, hacer un plan de vida. Porque la vida sigue
Llucià Pou Sabaté
Lunes, 1 de julio de 2024, 09:14 h (CET)

“No hay nada más difícil que tener que aceptar la muerte de un hijo. Si el niño muere de repente, y los familiares no estaban preparados, pueden necesitar varios años para superar la tragedia” (Elisabeth K-R, Preguntas y respuestas a la muerte de un ser querido, p. 67).

   

Estar a su lado durante las fases del dolor es crucial. En los primeros momentos, siempre será importante estar ahí, y si están aturdidos, ayudarles con los trámites. La pérdida de un hijo es lo más trágico para los padres. En algunos casos puede provocar serias consecuencias, como una madre que se echó a la droga y bebida por no asimilar la “muerte súbita” de su hijo. Pero también puede producir momentos de gran humanidad y riqueza espiritual. Pienso en unos padres que no cayeron en ningún tipo de culpabilidad cuando dejaron a su hijo en manos de la abuela durante un viaje, y les avisaron de la desgracia (la muerte súbita suele ocurrir en los primeros meses de vida). Tuvieron un funeral donde el color blanco indicaba una “misa de ángeles”, pues tenían un ángel en el cielo. Les acompañé al cementerio donde se colocó la pequeña cajita con su cuerpo. Estaban serenos, abandonados en Dios, y hablaban con normalidad a sus otros cuatro hijos sobre tener un intercesor en el cielo. Poco después tuvieron otro hijo, aunque con la herida siempre abierta.

   

Sin embargo, he visto otros casos donde el trauma ha permanecido en la madre toda la vida, con el complejo de culpa por no haber atendido al niño en esos momentos que estaba solo.

   

Cuando se pierde un hijo, es la expresión máxima de duelo. Me contaron de una madre que perdió a su hijo único en un accidente de coche. Se afectó tanto que se deshizo la familia. El marido siguió trabajando de jardinero, quizás su forma de vivir el duelo, haciendo todo como antes, pero tuvo que abandonar la casa. La mujer ya no lo quiso, no lo aceptó.

   

Decía una madre: “Pienso que nada es comparable con la muerte de un hijo. Desde que murió mi hijo, he visto desaparecer mis perspectivas de futuro. Me siento vacía, pienso que he fracasado como madre (mi deber era cuidarle). Mi autoestima se desvanece, solo quisiera morirme y reunirme con él”. Pensaba que deseaba el mal a los demás por ocurrencias tontas, y no sabía cómo seguir la vida. Había perdido toda sensibilidad.

   

Cuenta Enrique Rojas: “La trascendencia es lo que te permite mirar por sobreelevación. Hay una perspectiva inmediata y otra mediata. La reacción inmediata ante la muerte de mi hijo Quique es sentirse partido por la mitad. Mi mujer, sin exagerar, estuvo un año llorando” (Olaizola, Más allá de la muerte, p. 82). Mientras él ve la situación global, ella percibe cada detalle de la realidad. Mientras él piensa qué hacer, ella actúa intuitivamente. Mientras él es lógico, ella se vuelve cada vez más sensible. Mientras él se pelea con el adentro, ella se enfrenta con el afuera. Mientras él solamente suspira, ella se anima a llorar.

   

Frente a la muerte de un hijo, muchas veces sucede que ella necesita hablar sobre la muerte y vuelve sobre los detalles. Él se siente incómodo con el tema y preferiría no hablar más sobre el asunto. Ella no consigue empezar a adaptarse hasta los 18 o 24 meses. Él empieza a acomodar su vida a los seis u ocho meses. Ella siente deseos frecuentes de visitar la tumba. Él prefiere no volver a pisar el cementerio. Ella lee libros, escucha conferencias o asiste a grupos. Él se refugia en el trabajo, su hobby o las tareas de la casa. Ella no tiene prácticamente ningún deseo sexual. Él quiere hacer el amor para buscar un mejor encuentro. Ella sabe que su vida ha cambiado para siempre. Él quisiera que ella vuelva a ser la de antes. Mantener la pareja unida es todo un desafío.

   

Vuelvo a E. Rojas: “Como psiquiatra, acostumbrado a contemplar el sufrimiento ajeno desde dentro, a través de esos representantes que son la depresión, la ansiedad, la inseguridad, los complejos y tantas cosas más, vuelvo a lo esencial: la necesidad de tener puntos de referencia claros. Y ahí cobran especial relieve las creencias. Las ideas van y vienen, se mueven dentro de nosotros, mientras que las creencias son la tierra firme y sólida donde nos apoyamos. El que no tiene creencias va flotando por la vida sin asidero” (ibid, p. 87).

   

Es importante mantenerse lo más unidos posibles, sin asfixiar ni colgarse de la compañía del otro. Es imprescindible aprender a poner en palabras lo que está pasando para ayudarse mutuamente, porque es casi imposible pasar por este dolor y sobrellevar esta situación sin tu pareja. Ideas de que el otro es de alguna manera responsable de la muerte, sentimientos de impaciencia e irritabilidad hacia el otro, falta de sincronicidad en los momentos de mayor dolor o las recaídas, falta de coincidencia en las necesidades sexuales, son muchas dificultades que en muchos casos hacen peligrar la pareja hacia la separación.

   

Es imprescindible alejarse todo lo que se pueda de la gente desubicada que quiere "ayudar" en este momento tan difícil. Porque la mayoría de los conocidos o familiares cercanos no tiene ni idea de qué hacer con este tema.

   

Cuenta J. Bucay que hay que comparar el dolor con un préstamo. Debemos devolver el préstamo algún día. Entre más tardemos en hacerlo, más altos serán los intereses y las multas. Nadie tiene mala intencionalidad, pero los que te quieren, que no soportan verte sufrir, son capaces de sugerir para solucionar la amenaza a su integridad que representa tu dolor: "Que otro hijo es la solución a tu dolor." "Que necesitas olvidar a tu hijo y seguir con tu vida." "Que tienes que sacar las fotos de tu hijo de tu casa." "Que hay que pensar en otras cosas." Lo cierto es que nada saben de lo que nos pasa. Quizás por eso la elaboración del duelo por la muerte de un hijo es el evento más solitario y más aislante en la vida de una persona. ¿Cómo puede entender alguien que no ha pasado por lo mismo, la profundidad de este dolor? Muchos padres dicen que los amigos se convierten en extraños y muchos extraños se convierten en amigos.

   

Lo mejor que podemos hacer es aceptar la profundidad del dolor como la reacción normal de la experiencia más difícil que una persona puede vivir. Los grupos de apoyo o de autoayuda son un paraíso seguro para que los padres que han perdido un hijo compartan lo más profundo de su pena con otros que han pasado por los mismos sentimientos. Compartir el dolor es sanar. Buscamos encontrar a otros que han pasado por lo mismo, para sentir que no estamos solos, que lo nuestro no es tan malo porque les pasa a otros. Muchos grupos de apoyo están llenos de personas fuertes y comprensivas dedicadas a ayudar a padres que sufren la pérdida de su hijo para que encuentren esperanza y paz en sus vidas. En estos grupos, los padres aprenden a saber que no están enloqueciendo. A sentirse solidarios en un todo con lo sucedido. A aceptar que les pasa lo mismo que a muchos otros. A compartir el duelo con autenticidad basado en el amor por su pareja y en el sincero cariño que sentían por quien hoy no está.

   

La canción que Eric Clapton compuso, Tears In Heaven, cuando murió su hijo de 4 años cayendo desde un balcón, mientras él estaba borracho, puede haber ayudado a muchos padres a tener paz en esos momentos. El mismo cantante tuvo una transformación mientras la componía:


"¿Dirías mi nombre, si me ves en el cielo? 

¿Sería lo mismo, si te veo en el cielo? 

Debo ser fuerte y continuar 

Porque sé que no correspondo al cielo. 


¿Agarrarías mi mano, si me ves en el cielo? 

¿Me ayudarías a ponerme en pie, si me ves en el cielo? 

Encontraré mi camino a través de la noche y del día 

Porque sé que no me puedo quedar aquí en el cielo. 


El tiempo puede tirarte, 

El tiempo puede vencer tus rodillas, 

El tiempo puede romper tu corazón. 

¿Estuviste rogando?... por favor? 

¿Pidiendo por este mendigo, por favor? 


Detrás de la puerta, 

Hay paz, estoy seguro, 

Y sé que no habrá más lágrimas en el cielo. 

¿Sabrías mi nombre, si te veo en el cielo? 

¿Sería lo mismo, si te veo en el cielo? 

Debo ser fuerte y continuar, 

Porque sé que no correspondo aún al cielo.”


Un consejo: salir de la sensación de abismo, para pasar a consolar a los demás aunque cueste. Y aunque haya experiencias de sufrimiento, procurar no decir: “los demás sufren, pero yo lo tuve dentro de mí nueve meses”. O el padre: “el sufrimiento de un papá es muy distinto de cómo sufren los hermanos”. No podemos comparar la intensidad de los sufrimientos. Comparemos los procesos de sanación. Procurad evitar decir: “Tengo tantos hijos, uno se me fue, los que me quedan son buenísimos, pero...”. Si lo escuchan los hijos, pueden sentir amargura, han recibido una comparación muy dolorosa. Aprendamos a comparar los procesos terapéuticos, las fases del dolor, el tiempo de asumir la pérdida.


Compárate en el proceso de superación, compara los procesos de sanación, las actitudes positivas, pero no compares la intensidad del sufrimiento. En el sufrimiento muéstrate muy generoso, no seas egolátrico. Cuando nos pasa algo malo, tendemos a pensar que nadie sufre como yo. Si tienes esta actitud, aun sufriendo, aun casi desbordado de decir: “primero el sufrimiento de los demás”, tu sufrimiento sanará antes y mejor. Cuando eres capaz de ayudar de ponerte en el lugar de otros que sufren, en la intensidad, en la dureza de tu sufrimiento, estás haciendo un camino maravilloso de sanación. Si tú curas las heridas de los demás, el Señor cicatrizará antes tus propias heridas. Comparemos los procesos de sanación, los caminos de sanación, pero nunca comparemos el sufrimiento de la gente (Mateo Bautista).


Por eso es bueno no hurgar en las heridas sino purificarlas y ver la mano de Dios en todo, como índica San Francisco de Sales: “¡vuestro hijo está ya en paraje seguro y ha logrado ya la salvación eterna!” Insiste el santo en no culpabilizarse, pues Dios ha permitido eso no “para castigaros a vos, sino para salvarle a él”. “Considerad que vuestro hijo está en el Cielo con los ángeles y los santos Inocentes. Os duele su ausencia por los cuidados que habéis tenido con él en el poco tiempo que ha estado a vuestro cargo”, por el amor que le tenéis… “él ruega a Dios por vosotros, y se preocupa a todas horas de vuestra vida”… para que Dios “os proporcione la inefable felicidad de que él está gozando. Vivid en paz, y tened de continuo puestos los ojos y el corazón en el cielo, donde os aguarda vuestro bienaventurado hijo. Perseverad en el acatamiento de la bondad soberana del Salvador, a quien ruego que os conceda sus consuelos” (Carta 286).


Cuentan de santa Inés, que a su muerte sus padre, que velaban el sepulcro de la mártir, vieron a través de una nube luminosa a su adorada hija, vestida con una túnica resplandeciente, que les bendecía y delante de ellos (iba con otras vírgenes en comitiva) les dijo: “no debéis llorarme como muerta, felicitadme y que vuestras almas se llenen de júbilo. Vivo con mis compañeras en un palacio luminoso, en el cielo al lado de Aquel a quien en la tierra amaba con todo mi corazón”. Los muertos están entre nosotros por más que sean invisibles…


Francisco de Borja, que se entregó a Dios al ver muerta a la reina Isabel, su ideal platónico, sufrió también la muerte de su hija, y rezó así: “el día en que Dios me llamó a su servicio y me exigió el corazón, resolví depositarlo tan en absoluto en sus manos, que no hay criatura, viva ni muerta, que pueda ejercer imperio sobre él”. También muchas madres ante la pérdida del hijo ofrecen a Dios: “te devuelvo lo que es tuyo, y que ha sido mío, te agradezco el tiempo que he tenido ese hijo, el don que me has hecho, aunque sé que ahora estará mejor contigo”.

   

Lo esencial: pedir ayuda. Aunque no haya ni palabras ni discursos para entenderse.

   

El tiempo y la distancia son claves para elaborar el dolor. A veces es necesario cambiar de casa, alejarse un tiempo para empezar otra vida. Cuando nos obligamos a estar en la misma rutina de siempre, el dolor es insoportable. Otra opción: viajar, ver otra cultura, vivir otros duelos en países lejanos.


Susana Roccatagliata cuenta que en una intervención aparentemente sin importancia murió su hijo de cinco años. Al ver salir una enfermera, entró al quirófano y vio en una camilla el cuerpo sin vida del hijo Francisco. Sintió que tenía que sobreponerse. Pero estaba hundida. “Sentí deseos de volver al vientre de mi madre, a ese lugar seguro y protegido donde nada malo podría ocurrirme” (Un hijo no puede morir. La experiencia de seguir viviendo, 18). Se acuerda de su abuelo que le dijo por teléfono: “tú vas a tener que hacer de este dolor algo constructivo” (20). Antes de quirófano, el niño se quitó la cruz que llevaba y se la dio a su madre para que se la pusiera “y que no me la quitara nunca” (18). Comenzó un tiempo duro durante el cual no habló del tema, pero “constantemente me preguntaba qué querría Dios de mí, por qué me mandaba esta tremenda prueba. Finalmente me entregué a Él” (14).

   

He visitado hogares donde el hijo era evocado solo por la abuela, y eso ha ayudado mucho para ir superando la prueba. Nadie hace una liturgia del recuerdo, sino que lo asumen con serenidad y realismo. Si hay posibilidad, se podría escribir una carta o un libro para describir la historia del hijo perdido. Releer esos papeles puede dar una paz muy profunda. Es importante aprender a cambiar de vida, hacer un plan de vida. Porque la vida sigue.

sábado, 29 de junio de 2024

Pérdida de un embarazo

 

Pérdida de un embarazo



"Sólo hay una cosa que me puedo imaginar más terrible que la muerte de mi hijo: no haberlo siquiera conocido"
Llucià Pou Sabaté
Sábado, 29 de junio de 2024, 11:23 h (CET)

"Sólo hay una cosa que me puedo imaginar más terrible que la muerte de mi hijo: no haberlo siquiera conocido".


Cuentan que había una vez un señor que padecía lo peor que le puede pasar a un ser humano: su hijo había muerto. Desde la muerte y durante años no podía dormir. Lloraba y lloraba hasta que amanecía. Un día, cuenta el cuento, aparece un ángel en su sueño. Le dice:


- Basta ya.


- Es que no puedo soportar la idea de no verlo nunca más.


El ángel le dice:


-¿Lo quieres ver?


Entonces lo agarra de la mano y los sube al cielo.


- Ahora lo vas a ver, quédate acá.


Por una acera enorme empieza a pasar un montón de chicos, vestidos como angelitos, con alitas blancas y una vela encendida entre las manos, como uno se imagina el cielo con los angelitos. El hombre dice:


-¿Quiénes son?


Y el ángel responde:


- Estos son todos los chicos que han muerto en estos años y todos los días hacen este paseo con nosotros, porque son puros...


- ¿Mi hijo está entre ellos?


-Sí, ahora lo vas a ver.


Y pasan cientos y cientos de niños.


- Ahí viene -avisa el ángel.


Y el hombre lo ve. Radiante como lo recordaba. Pero hay algo que lo conmueve: entre todos es el único chico que tiene la vela apagada y él siente una enorme pena y una terrible congoja por su hijo. En ese momento el chico lo ve, viene corriendo y se abraza con él. Él lo abraza con fuerza y le dice:


- Hijo, ¿por qué tu vela no tiene luz?, ¿no encienden tu vela como a los demás?


- Sí, claro papá, cada mañana encienden mi vela igual que la de todos, pero ¿sabes lo que pasa?, cada noche tus lágrimas apagan la mía.


Así, ellos están contentos si seguimos luchando, con alegría, dándonos a los demás, viviendo.


La madre y el padre siguen queriendo al hijo que no han visto nacer. He conocido muchos casos de esta pérdida, y lo que se sufre. Y de cómo se renace a la esperanza cuando llega un hijo después, que es una alegría que no sustituye al que no llegó a nacer.


Hay quien dice que la muerte de un niño no se puede cerrar de ningún modo, en el corazón de algunos padres… Tendrán otros hijos, continuarán con la vida, pero el hijo perdido vivirá siempre en su corazón, como también su pérdida. Sobrevivirán, con un vacío en su corazón, un vacío permanente.


No hay clausura en la pérdida. Hay esperanza.

lunes, 24 de junio de 2024

Miércoles 19 junio a las 19.00: "La conexión divina, internet del univer...

Regularizar a medio millón de migrantes: una iniciativa ciudadana sin precedentes

 

Regularizar a medio millón de migrantes: una iniciativa ciudadana sin precedentes

Desde una perspectiva ética, es importante reconocer que las fronteras son constructos humanos y que las personas sin empleo deben tener la oportunidad de ocupar trabajos que otros no quieren
Llucià Pou Sabaté
Lunes, 24 de junio de 2024, 09:25 h (CET)

Leo un artículo con este título publicado por Aceprensa en mayo de 2024, sobre la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para regularizar a más de medio millón de migrantes en España.


La ILP, impulsada por el partido Por un mundo más justo (M+J), con el apoyo de más de 600.000 firmas, logró ser admitida a trámite en el Congreso de los Diputados el 9 de abril de 2024. Este proceso de participación ciudadana ha sido notable por la diversidad de sus apoyos, incluyendo entidades religiosas y una amplia gama de instituciones ideológicas, lo que refleja una transversalidad rara en tiempos de polarización.


El objetivo de la ILP es abordar la situación de los migrantes irregulares, quienes a menudo han ingresado al país legalmente pero han perdido su estatus debido a circunstancias como la pérdida de empleo o cambios normativos. Regularizarlos no solo busca dignificar sus vidas, sino también beneficiar económicamente a España, ya que su integración en el mercado laboral contribuiría al sistema público de pensiones y a la ejecución de proyectos financiados por fondos europeos.


Sin embargo, hay argumentos en contra de la regularización, que incluyen preocupaciones sobre la seguridad, la presión sobre los servicios sociales, la percepción de competencia laboral con los nativos y el posible “efecto llamada”. A pesar de estos argumentos, no se ha observado una correlación directa entre regularizaciones pasadas y un aumento significativo de flujos migratorios.


Desde una perspectiva ética, es importante reconocer que las fronteras son constructos humanos y que las personas sin empleo deben tener la oportunidad de ocupar trabajos que otros no quieren. Esta idea, sin embargo, debe equilibrarse con políticas que aseguren una integración cultural y social adecuada, educación en la lengua y legislación del país de acogida, y el mantenimiento de códigos morales que prevengan la delincuencia.


Además, es crucial que las políticas familiares faciliten que las familias puedan tener hijos, apoyando así a la sociedad en su conjunto.


En resumen, la regularización propuesta busca no solo mejorar la calidad de vida de los migrantes irregulares, sino también aportar beneficios económicos y sociales a España. La iniciativa, sujeta a condiciones como la residencia mínima y la ausencia de antecedentes penales, representa un esfuerzo significativo por fomentar la cohesión social y la integración.


lunes, 17 de junio de 2024

Novena Sinfonía: un nuevo concepto del arte

 


Novena Sinfonía: un nuevo concepto del arte

Ya sordo al momento de componer esta obra, se encontraba en una etapa de su vida donde la búsqueda de la innovación era imperativa

Llucià Pou Sabaté
Lunes, 17 de junio de 2024, 09:45 h (CET)

El año 2024 marca el 200 aniversario de la presentación de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, el 7 de mayo de 1824 en Viena. Fue una actuación esperada con ansias por parte del público, y tuvo un éxito rotundo. Beethoven llevaba tiempo germinando esta obra culmen. En el movimiento 3 quiso hablar del amor, y en el 4 recogió los movimientos anteriores con su gran aportación de ese himno de la alegría, con la idea de una fraternidad universal. Llevaba tiempo queriendo poner música a un poema de Schiller en el que se inspira la sinfonía, y ese fue el momento.


Esta obra maestra no solo revolucionó la música, sino también redefinió el concepto de arte. Hasta entonces, la armonía descubierta por los griegos había sido la expresión de un arte con equilibrio, un reflejo de un ideal clásico de belleza y perfección. Sin embargo, con artistas como Francisco de Goya en la pintura y Beethoven en la música, emerge una nueva concepción del arte, tal como lo insinuó Immanuel Kant: el arte como un ejercicio de llevar la creatividad al límite.


Beethoven y la innovación musical


Beethoven, ya sordo al momento de componer su Novena Sinfonía, se encontraba en una etapa de su vida donde la búsqueda de la innovación era imperativa. Esta sinfonía, especialmente su cuarto movimiento, donde introduce el "Himno a la Alegría" con coro y solistas, rompió con las convenciones musicales de su tiempo. La inclusión de voces en una sinfonía era algo inaudito y marcó un antes y un después en la música clásica.


La influencia de Kant y la filosofía del arte


Kant había propuesto (Crítica del juicio, 1790) que el arte debía provocar una experiencia sublime, una mezcla de placer y terror que empuja los límites de lo aceptable y comprensible. Beethoven, al igual que Goya, tomó este concepto y lo incorporó en su obra. La Novena Sinfonía no es simplemente una colección de movimientos armónicos; es una travesía emocional que lleva al oyente desde la desesperación hasta la exaltación.


Goya y la pintura del espectáculo


En paralelo a Beethoven, Francisco de Goya en la pintura estaba experimentando con estos mismos conceptos. Obras como "El 3 de mayo de 1808" y "Saturno devorando a su hijo" muestran un abandono del equilibrio clásico en favor de una representación cruda y emocionalmente intensa de la realidad. Estos trabajos, llenos de dramatismo y tensión, reflejan una visión del mundo donde la belleza surge del caos y la oscuridad.


El arte de llevar al límite


La Novena Sinfonía ejemplifica esta idea de llevar la creatividad al borde del esperpento. La estructura y la progresión de la sinfonía conducen al oyente a través de una serie de emociones contrastantes, creando una tensión casi insoportable. Sin embargo, justo en el momento en que esta tensión alcanza su punto máximo, Beethoven introduce un giro inesperado, llevando la música a una resolución sublime y transformadora.


La incomprensión y la sublimidad


Como lo muestra la película "Coping Beethoven", la incomprensión inicial de algunos contemporáneos de Beethoven refleja la audacia y la innovación radical de su obra. Esta incomprensión es una parte integral del proceso artístico descrito por Kant: el espectador o el oyente se siente desorientado y desafiado, solo para ser llevado a un estado de asombro sublime cuando el artista revela la culminación de su visión.


Conclusión


El 200 aniversario de la Novena Sinfonía de Beethoven nos invita a reflexionar sobre el impacto duradero de esta obra y su contribución a un nuevo concepto del arte. Al igual que Goya en la pintura, Beethoven en la música nos mostró que el arte verdadero no teme explorar los límites de la expresión humana. En su capacidad para llevarnos al borde del caos y luego transportarnos a la sublimidad, la Novena Sinfonía sigue siendo un testimonio de la creatividad audaz y la visión transformadora de su creador.