En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

domingo, 11 de febrero de 2024

Seminario: Profundización en los textos y contextos de las religiones orientales y las tres religiones del libro

Buenos días,
   Con el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada comenzamos el próximo 7 de marzo este curso extensivo a cualquier persona interesada, con participación presencial y online:
   "Introducción a la historia de las religiones parte II: profundización en los textos y contextos de las religiones orientales y las tres religiones del libro": Del 7 de marzo al 20 de junio de 2024.
   Para información e inscripción: https://cemed.ugr.es/curso/24gr11/
   Puedes compartirlo con quien desees.
   Saludos cordiales!

   

sábado, 10 de febrero de 2024

Habla un exorcista

 Habla un exorcista

    


Se está hablando mucho de la película Nefarious, de reciente estreno, sobre las manifestaciones de un endemoniado. A lo largo del año, leemos en el Evangelio exorcismos que Jesús hace, milagros en los que echa demonios fuera de personas poseídas, y otras curaciones de Jesús. El caso más clamoroso, es cuando responde el endemoniado: “me llamo Legión, porque somos muchos”, y Jesús los manda a una piara de cerdos, que se caen por un barranco. 

   Esta tradición ha seguido entre los cristianos, y últimamente han contado sus experiencias algunos como Gabriele Amorth, en su libro Habla un exorcista (ed. Planeta Testimonio, en castellano), y se ha estrenado una película recientemente, El exorcista del papa (2023) con Russell Crowe como protagonista, que recoge el legado de ese exorcista, añadiendo material de invención, y que me gustó.   

   Los exorcismos son rituales religiosos que buscan expulsar al demonio o entidad maligna que se cree está poseyendo a una persona. En el cristianismo, por ejemplo, los exorcismos son realizados por sacerdotes autorizados y siguen un procedimiento específico, que a menudo incluye el uso de oraciones, agua bendita y la recitación de pasajes sagrados, pero también los signos sagrados: Amorth por ejemplo dice que el demonio no soporta los signos de devoción a la Virgen. 

 

   El demonio actúa muchas veces, en lo que llamamos tentaciones, pero no siempre son ciertos los supuestos casos de posesiones. Recuerdo que en una ocasión participé en una supuesta persona poseída, una chica de unos 15 años, que estaba condicionada seguramente porque un psiquiatra le dijo que la curación no dependía de cosas naturales y que no estaba en sus manos la curación, y seguramente se sugestionó hasta puntos inimaginables como hablar lenguas y otras cosas por el estilo (proferir blasfemias, palabras obscenas) y tener una fuerza descomunal, pues entre cuatro personas no conseguían sujetarla. Después de unas oraciones, se calmó y aparentemente se curó de esa situación, que nunca volvió a suceder. Pero hay otros casos muy claros de posesiones, que han sido documentados recientemente por diversos periódicos como el diario El mundo en estas últimas décadas. 

   Las representaciones cinematográficas tienden a dramatizar y exagerar los elementos para crear un impacto emocional en la audiencia, incluso con el género fantástico como la saga de La monja de la que ya hay dos películas. Pero algunas películas, como la citada de Nefarious, o la clásica El exorcista de los años 70, expresan con claridad lo que es una acción de posesión diabólica. 

   La acción del demonio ha estado presente en muchas culturas desde tiempos inmemoriales: tanto en Oriente como en Occidente: y en la religión judeocristiana (y por tanto en la musulmana, que nace de esas raíces judías y cristianas). En el medievo, por ejemplo, son frecuentes los “Puentes del diablo”, con leyendas de personas que habían pactado con el demonio (le habían vendido su alma) para conseguir bienes materiales o el amor de una persona. 

   Por desgracia, las sectas satánicas hacen daño en muchos sitios, incluso con rituales macabros, de modo que es algo siempre actual. Aunque, como bien decía un libro de C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, la táctica del demonio en nuestro tiempo es conseguir que no crea en él. La citada película Nefarious expresa también esto, pues el sacerdote que visita al endemoniado no cree en el diablo. 

   La Iglesia Católica mantiene exorcismos menores desde el rito del bautismo, y el Rito de Exorcismo está regulado en rituales, el último “Sobre los exorcismos y oraciones de súplica” es de 1999. 

   Recuerdo que al comienzo del citado libro Habla un exorcista, el sacerdote le pregunta al endemoniado: “¿por qué Dios hizo el infierno?” y el demonio responde: “¡Dios no lo ha hecho, lo hemos hecho nosotros!” Me gustó porque expresa muy bien esa realidad, de la triste posibilidad de autoexclusión del amor divino. 

   Me gusta pensar que Satán y los demonios son criaturas, con un poder limitado, y que Jesús nos habla de no tener miedo, pues la gracia divina es liberadora de todo mal, como rezamos en el Padrenuestro, que puede traducirse en su parte final como “líbranos del mal” o “líbranos del maligno”. Y en la devoción a la Virgen como el Acordaos, que nos revela que quien reza a la Virgen y con el uso del escapulario se une a ella el sábado siguiente de la muerte; y la costumbre de las Tres Avemarías también aseguran esa compañía de María, como bien expresa el cuadro del Greco El entierro del Cónde Orgaz, cuando vemos el alma que se libera del cuerpo, pasando por un útero espiritual, y naciendo al cielo de la mano de la Virgen María, que la está esperando.

Dimensiones superiores que no vemos

 

Dimensiones superiores que no vemos

2024-02-05

Pero esa búsqueda ha de ser sin ansiedad, sin un deseo impaciente, pues -dice el Tao-...

Llucià Pou Sabaté

Una actitud de paz

Para comenzar a trabajar por la paz es importante comprender que suele ser en los momentos muy buenos (éxtasis) o muy malos (agonía) cuando se da esa motivación del cambio, necesaria para tener paz. Por ejemplo, cuando alguien ha sufrido ya mucho puede producirse una saturación, que produce la búsqueda del cambio.

Solamente podrá tener paz aquél que se dedica a trabajar sobre sí mismo y no sobre los demás. Para lograrlo es necesario establecer un sistema de educación para la paz que se inicie en la más tierna infancia. Esto requiere que los progenitores y todas las personas relacionadas con la educación asuman un verdadero comportamiento pacífico, sustentado en la comprensión profunda del Amor y así se irá descubriendo que es precisamente el Amor la ley principal que rige el Universo.

A veces se llega ahí después de una saturación, de un ver que los resultados siguen siendo inadecuados, y serán los mismos si seguimos haciendo las mismas cosas, si no cambiamos. Se trata de un pasar del agobio ante los conflictos mentales a una libertad donde el alma se deja llevar, se fía, sabe que aquello acabará bien… y si no está la cosa bien es que aún no ha acabado. Y por eso en el alma no se sufre ya, aunque la mente se resista y notemos en ella el zarpazo del sufrimiento, éste es así más liviano, en un proceso que va siendo más llevadero.

Es como pasar de un nivel de frecuencia vibratoria densa donde domina la oscuridad, a una luz, a un nivel de frecuencia vibratoria mucho más alto, una vibración llena de energía vital, fruto de esa amplitud de contexto. Ante la saturación de información de hoy día, buscamos esta otra información (digamos más espiritual) para el alma, trabajamos la interioridad, el desarrollo de la consciencia a niveles de comprensión superiores. Esto, naturalmente, nos dará una positividad que se transparenta en nuestro exterior: hoy día viene a aplicarse al mundo de la empresa como soft skills, habilidades blandas que son parte de la inteligencia emocional y social y que pueden cultivarse.

¿En qué consiste esa luz? En adquirir intuición de verdades que no se ven, en cierta forma que nos ponen en relación con trascendernos a través de nuestra interioridad, hacia dimensiones superiores que no vemos, superar la percepción mental que por definición es una interpretación limitada por nuestra consciencia mental, a una apertura a través de la intuición, hacia la infinidad del Amor.

Pues, más allá de la mente, la dualidad subjetivo-objetivo ya no existe, porque en ese nivel el conocedor resulta ser el conocido. Podemos incluso vernos como espectadores, y superar la limitación egoica. Esa realización se hace en el ser interno y esa experiencia multidimensional no puede estar contenida en ningún sistema de pensamiento. Cuando María Zambrano decía que la modernidad había perdido la verdad y el alma, se refería a eso: la mente ha tomado su lugar con el pienso, luego existo, dejando de lado otros aspectos más importantes. Y uno de ellos es esa verdad interior que nos transforma, pues –seguía diciendo la filósofa malagueña- en la filosofía moderna se busca una verdad que manifiesta pero no nos cambia, “una verdad que no sea transformativa no es verdad”.

Por eso, la paz se alcanza con un trabajo interior, para que desaparezca cualquier conflicto dentro de nosotros, es decir, cuando se trasciende el ego y, por tanto, desaparecen los deseos egoicos. Al desaparecer estos, solo perdura una intención positiva (propósito espiritual). Está claro que la persona puede estudiarse desde distintos puntos de vista (espiritual, racional-sentimental, emocional o físico) y todos esos puntos de vista son necesarios para lograr una vida equilibrada, una visión integral de la persona. Como somos multidimensionales, hay muchos aspectos que influyen en nosotros, y son influidos por los demás. Pero en la base de todos ellos está un punto de vista espiritual (no identificado con lo religioso, sino con lo profundo de la persona, lo que sería una visión humanista) y su influencia sobre los otros puntos de vista.

Pero esa búsqueda ha de ser sin ansiedad, sin un deseo impaciente, pues -dice el Tao- “el deseo perturba la mente y esta perturba al espíritu”. En la modernidad, junto a muchos conocimientos estupendos descubiertos por las disciplinas científicas, ha habido una disgregación de la persona que es algo negativo, una pérdida de la unidad que debemos recuperar, para intuir contextos mas amplios donde la realidad espiritual se integra mejor con los conocimientos racionales posibilitando la resolución de problemas aparentemente insolubles de los contextos anteriores.

Es necesario romper con ciertos paradigmas establecidos que nos dan creencias limitantes, y forjar cada uno su propio paradigma, un paradigma que le ayude a captar dimensiones más profundas de la realidad y a elevarse espiritual y éticamente hacia una consciencia más cabal e integradora.

sábado, 3 de febrero de 2024

Artículos de prensa, y oportunidad de publicar allí

Hola!
Paso un índice de buenos artículos, dándole al enlace se abren. 
Me lo manda José Manue,lque  dirige "El periódico de México", un buen medio con millones de visitas, que está abierto a publicidad (y artículos "pagados"), si veis alguien enteresado no dejéis de decírmelo y os pongo en contacto con él😀👍🏻: https://elperiodicodemexico.com/
Saludos!

jueves, 1 de febrero de 2024

El sentido vida y las contrariedades, Llucià Pou Sabaté

La muerte no es un castigo divino

 

La muerte no es un castigo divino

Es una parte natural de la existencia humana
Llucià Pou Sabaté
Jueves, 1 de febrero de 2024, 09:41 h (CET)






Se habló de que la muerte es un castigo divino, perspectiva fatalista que algunos asocian a la palabra bíblica de que la muerte es consecuencia del pecado. Diversas interpretaciones teológicas y filosóficas dirán eso, pero en realidad vemos que la muerte es una parte natural de la existencia humana y no necesariamente un castigo.

   

Lo que Jesús vino a revelar con su vida muerte y resurrección (pascua) es que la muerte es una transición hacia otra forma de existencia más alta, superando visiones orientalistas de reencarnación, pues la vida después de la muerte no necesita volver a esta realidad, sino que la fusión con lo divino se vive en otras dimensiones. La muerte no se ve así como un castigo, sino como una parte intrínseca del ciclo de la vida y la evolución espiritual, el final de un aprendizaje que sigue en la gloria.

   

Aunque en las religiones se ha enseñado la existencia de un juicio divino, la visión cristiana enfatiza la misericordia y el perdón divinos, en el que la muerte no es simplemente un castigo, sino parte de un plan divino más amplio para la redención y la salvación.

   

Así, aunque la visión del karma o destino nos hace responsables de nuestros actos, la mirada amorosa de Dios que nos acompaña es la de un corazón de padre/madre buenos, y elevado al infinito y quitando toda imperfección humana. Así, recuerdo que una persona me caía mal porque no hacía las cosas como a mí me gustaban. Pero cuando un día la vi con su madre, y como la miraba su madre, entendí lo que es una aceptación incondicional. Pues eso es lo que la divinidad, aunque quiera lo mejor para nosotros, es decir una gran capacidad de amor que pueda albergar la felicidad según esa capacidad, no se cierra nunca ahí sino que está abierta a lo que somos y nos ama así.

   

Alguna perspectiva filosófica me dirá que la muerte es una realidad biológica y natural, sin necesidad de atribuirle un significado moral o castigo divino. Sin duda, las ideologías secularizadas o la creencia de que la moralidad y la ética no están necesariamente vinculadas a la idea de vida después de la muerte, pero esto no quiere decir que tengan razón. Es más, la percepción de la muerte define el modo de vivir, y sin entrar en cuestiones teológicas o de sentir a Dios de un modo experiencial en el corazón, diría como muchos pensadores franceses que viviendo con esa fe, se vive mejor.

   

Sin embargo, vamos viendo las cosas según evoluciona nuestra consciencia, nuestra cultura, y esto también lo vemos en la Biblia, es lo que llamamos “condescendencia”, de cómo la revelación divina fue al paso de esa cultura evolutiva, así, se escribió en la cultura de cada época, y encontramos en el Antiguo Testamento un Dios que castiga (según los que lo escribieron, es decir su cultura), y por eso forma parte esta y otras tradiciones de la fundamentación de un tabú que se ha formado, de la muerte como pago de los pecados, de las  maldades de una persona o de un grupo.

   

Por eso, quizá por una visión literal, no interpretativa, de esas tradiciones religiosas, hay veces que, debido a ese ambiente cultural, podemos preguntarnos: “¿Qué he hecho para merecer un castigo tan severo? ¿Merezco ese duelo, mereció él morir de esta forma?” Estas preguntas pueden llegar a distorsionarse hasta ser casi sádicas como decir: “si hubiera sido buena persona, no hubiera muerta de una manera tan vergonzosa”. Esa es la visión que había entre los judíos en tiempos de Jesús, a quien preguntaron por los males que habían hecho quienes murieron sacrificados por los romanos, o a los que cayó una torre encima. Jesús respondió que no era por sus pecados, sino para que se manifestara la gloria de Dios, quitando por un lado esa creencia, y aportando una visión nueva: que no hay mal que por bien no venga...

   

Para entender esa respuesta, hemos de pensar que tanto los de la revuelta contra los romanos, como los que sufrieron un accidente del derrumbamiento del edificio, eran considerados por los judíos como víctimas de pecados de alguien, si no de ellos, de sus antepasados… pero Jesús les hace ver que no tiene nada de castigo divino, sino que Dios permite esas cosas y a partir de la historia, de cada acontecimiento, manifiesta un plan divino, que será para nuestro bien, pues la gloria de Dios es la felicidad del hombre. Y aunque no entendemos eso, de ahí saldrá algo bueno, porque Dios no permitiría aquello si no fuera por un fin de bien.


También dijo Jesús que hiciéramos penitencia. Eso significa que nos sentimos mal ante una pérdida, dentro de nuestra psicología un sentido de penitencia es natural, como señal de expiación querida, lo que llamamos un sacrificio, y eso es muy distinto de un castigo que es expiación impuesta. Precisamente Sacrificio (Offret en sueco) es una película dirigida por Andréi Tarkovski (1986), su último trabajo, y hay otras muchas obras artísticas dedicadas a esto. Así, por ejemplo, podemos pensar que dejaremos de fumar, y que eso lo ofreceremos “por mí y por él” (la persona que murió). O cosas similares. Sobre todo portarnos bien con los demás: cuando pensamos “¿qué más podría haber hecho por él/por ella” hemos de pensar que podemos hacer esas cosas que nos gustaría haber hecho en vida del que murió, en la vida de los que están vivos y nos rodean. Así honramos al difunto y a todos.

   

Es importante salir de ese tabú de “me siento castigado, y no sé qué he hecho para merecer eso”, pues no tiene fundamento. Todo es parte de un aprendizaje, pero no podemos asociar la muerte a un castigo divino; no se trata de que si somos más espirituales no tendremos enfermedad y muerte. Son cosas que influyen pues nuestra composición psicosomática es multifactorial, pero no son los únicos factores. Sino que lo mejor es aceptar la vida como viene, y la espiritualidad nos ayuda a ver más allá de nuestras tres dimensiones de lo que se ve, una cuarta dimensión, que es la fe: que todo forma parte de los planes de Dios, que todo irá bien porque Dios es Padre misericordioso y lo reconduce todo hacia nuestro bien.

Sobre la guerra de Gaza y otros textos

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