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sábado, 10 de febrero de 2024

Habla un exorcista

 Habla un exorcista

    


Se está hablando mucho de la película Nefarious, de reciente estreno, sobre las manifestaciones de un endemoniado. A lo largo del año, leemos en el Evangelio exorcismos que Jesús hace, milagros en los que echa demonios fuera de personas poseídas, y otras curaciones de Jesús. El caso más clamoroso, es cuando responde el endemoniado: “me llamo Legión, porque somos muchos”, y Jesús los manda a una piara de cerdos, que se caen por un barranco. 

   Esta tradición ha seguido entre los cristianos, y últimamente han contado sus experiencias algunos como Gabriele Amorth, en su libro Habla un exorcista (ed. Planeta Testimonio, en castellano), y se ha estrenado una película recientemente, El exorcista del papa (2023) con Russell Crowe como protagonista, que recoge el legado de ese exorcista, añadiendo material de invención, y que me gustó.   

   Los exorcismos son rituales religiosos que buscan expulsar al demonio o entidad maligna que se cree está poseyendo a una persona. En el cristianismo, por ejemplo, los exorcismos son realizados por sacerdotes autorizados y siguen un procedimiento específico, que a menudo incluye el uso de oraciones, agua bendita y la recitación de pasajes sagrados, pero también los signos sagrados: Amorth por ejemplo dice que el demonio no soporta los signos de devoción a la Virgen. 

 

   El demonio actúa muchas veces, en lo que llamamos tentaciones, pero no siempre son ciertos los supuestos casos de posesiones. Recuerdo que en una ocasión participé en una supuesta persona poseída, una chica de unos 15 años, que estaba condicionada seguramente porque un psiquiatra le dijo que la curación no dependía de cosas naturales y que no estaba en sus manos la curación, y seguramente se sugestionó hasta puntos inimaginables como hablar lenguas y otras cosas por el estilo (proferir blasfemias, palabras obscenas) y tener una fuerza descomunal, pues entre cuatro personas no conseguían sujetarla. Después de unas oraciones, se calmó y aparentemente se curó de esa situación, que nunca volvió a suceder. Pero hay otros casos muy claros de posesiones, que han sido documentados recientemente por diversos periódicos como el diario El mundo en estas últimas décadas. 

   Las representaciones cinematográficas tienden a dramatizar y exagerar los elementos para crear un impacto emocional en la audiencia, incluso con el género fantástico como la saga de La monja de la que ya hay dos películas. Pero algunas películas, como la citada de Nefarious, o la clásica El exorcista de los años 70, expresan con claridad lo que es una acción de posesión diabólica. 

   La acción del demonio ha estado presente en muchas culturas desde tiempos inmemoriales: tanto en Oriente como en Occidente: y en la religión judeocristiana (y por tanto en la musulmana, que nace de esas raíces judías y cristianas). En el medievo, por ejemplo, son frecuentes los “Puentes del diablo”, con leyendas de personas que habían pactado con el demonio (le habían vendido su alma) para conseguir bienes materiales o el amor de una persona. 

   Por desgracia, las sectas satánicas hacen daño en muchos sitios, incluso con rituales macabros, de modo que es algo siempre actual. Aunque, como bien decía un libro de C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, la táctica del demonio en nuestro tiempo es conseguir que no crea en él. La citada película Nefarious expresa también esto, pues el sacerdote que visita al endemoniado no cree en el diablo. 

   La Iglesia Católica mantiene exorcismos menores desde el rito del bautismo, y el Rito de Exorcismo está regulado en rituales, el último “Sobre los exorcismos y oraciones de súplica” es de 1999. 

   Recuerdo que al comienzo del citado libro Habla un exorcista, el sacerdote le pregunta al endemoniado: “¿por qué Dios hizo el infierno?” y el demonio responde: “¡Dios no lo ha hecho, lo hemos hecho nosotros!” Me gustó porque expresa muy bien esa realidad, de la triste posibilidad de autoexclusión del amor divino. 

   Me gusta pensar que Satán y los demonios son criaturas, con un poder limitado, y que Jesús nos habla de no tener miedo, pues la gracia divina es liberadora de todo mal, como rezamos en el Padrenuestro, que puede traducirse en su parte final como “líbranos del mal” o “líbranos del maligno”. Y en la devoción a la Virgen como el Acordaos, que nos revela que quien reza a la Virgen y con el uso del escapulario se une a ella el sábado siguiente de la muerte; y la costumbre de las Tres Avemarías también aseguran esa compañía de María, como bien expresa el cuadro del Greco El entierro del Cónde Orgaz, cuando vemos el alma que se libera del cuerpo, pasando por un útero espiritual, y naciendo al cielo de la mano de la Virgen María, que la está esperando.

martes, 30 de enero de 2024

La acción diabólica en la historia, una tradición ampliamente documentada

 La acción diabólica en la historia, una tradición ampliamente documentada

Si en el corazón hay amor no hay cabida para nada malo.

Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



Llamamos “endemoniado” al fenómeno de cuando un ser maligno o demonio ha tomado el control del cuerpo de una persona. Varias tradiciones religiosas, como el cristianismo, el islam y algunas culturas paganas, tienen una gran literatura sobre muchos casos.


Las posesiones demoníacas y exorcismos son temas que han sido explorados en diversas culturas y religiones a lo largo de la historia. Muchas creencias antiguas presentaban al Demiurgo o un principio del mal que iba contra Dios o el Bien. Para los griegos como Platón, los daimon o demonios en el sentido de “genios” inspiraban a los filósofos como Sócrates en ciertos arrobos místicos. Y es que los griegos no tenían unos dioses o principios del mal, sino que los mismos dioses eran buenos o caóticos según el momento (aunque algunos eran sobre todo caóticos, y otros más buenos).


En la fe cristiana, se define claramente que el demonio es solamente una criatura que se opone a Dios con una fuerza muy relativa, y en cambio Dios es bueno y misericordioso y que no es suya ninguna fuerza maligna.


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Esta creencia en la posesión demoníaca fue reforzada en el ambiente judío, y Jesús hace muchos milagros de expulsar demonios, algunos eran posesiones, y otros quizá fenómenos entonces no explicados (ahora con los avances médicos podemos interpretar que algunas de esas curaciones podían ser enfermedades mentales como epilepsias, que entonces no estaban catalogadas y podían parecer cosa del demonio).


Pienso que se aprecia en momentos de la historia la acción del maligno en el mundo, podemos decir que han estado endemoniados líderes que siendo mediocres en algunos años han hecho mucho daño como fueron Hitler o Stalin, mientras les fueron comunicados esos poderes demoníacos, y una vez retirados, se quedaron sin esos poderes, como fue la caída de Hitler, o en el caso del sistema URSS la caída del muro de Berlín después de un derrumbamiento del poder interno.





Pero sin duda, hay una larga tradición de personas sencillas que por razones que desconocemos, han sido poseídas por el demonio. Muchas, lo han sido por afán codicioso o de posesión de un amor, como han contado muchas historias en el medievo, y en España quedan muchos puentes con el nombre de “El puente del diablo” por esos tratos de vender el alma al demonio.


La Iglesia enseña en su doctrina que no hay que tener miedo a la posible acción de Satanás en esas posesiones extraordinarias, pues si en el corazón hay amor no hay cabida para nada malo, incluso en el caso de una acción diabólica no hay culpa en ella si la persona tiene su corazón puesto en Dios. Por eso, la doctrina cristiana enseña que la oración y confianza en el amor de Dios nos lleva a la seguridad de una esperanza que nos hace vivir aquellas palabras de Jesús: “no tengáis miedo” pues con él “hemos vencido al maligno”, y rezar el padrenuestro (“no nos dejes caer en la tentación”, o según alguna traducción “que no caigamos en poder del Maligno”); y el Avemaría, pues la devoción a María es segura: ninguna persona que acuda a su protección, invocando su auxilio, queda desamparada de la salvación (como se dice en la oración “Acordaos…”); de ahí que se ha popularizado la devoción de las tres Avemarías por la noche y el escapulario, que recoge la tradición carmelita de que arropados en la protección maternal de María, ella nos conducirá de su mano al cielo en el momento de la muerte.



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