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La familia, ¿algo superado?

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En una sociedad individualista, la plaga de la soledad va extendiéndose. Se ve más gente sola: mayores, niños, y la peor soledad, la acompañada, la existencia con alguien que no se soporta, pues como dijo Goethe: "la familia es tabla de salvación o sima de perdición". El ambiente en el que nos encontramos, sus formas culturales, provocan en nosotros esas preguntas: “¿La familia es tan esencial para la persona?”, y ante tanto fracaso familiar: “¿Cómo conseguir que no sea el matrimonio algo insoportable a la larga?” Es verdad que hay dolor en muchos hogares, pero también es cierto que “los dolores abren una puerta a la profunda verdad sobre nosotros mismos” (P. Viladrich), y decía Chesterton que en el matrimonio puede haber tragedia, pero si el matrimonio se sostiene, la tragedia tiene sentido, no es absurda, no es para nada vana o baladí, sino que da muchos frutos. La vida en familia no es una cosa perfecta como si los esposos fueran dos relojes suizos, unas “máquinas perfecta...

Calor de hogar

Calor de hogar La persona necesita vivir en familia, tener un hogar, un nido al que volver cuando sale a la calle, donde haya calor y protección… Cuenta una historia de una pareja de cigüeñas que hizo un nido en lo alto de un campanario, les gustaba ir lejos a cazar ratones y culebras, sapos y pasear y volar sin parar. Tuvieron polluelos, y organizaron las cosas con trapos y hojas para que estuvieran a gusto, pero cuando volvían los notaban fríos, faltaba calor. Al final, tuvieron que optar por hacer un sacrificio: se arrancaron algunas plumas de las alas, y con eso hicieron un lugar acogedor en el que los polluelos estaban a gusto. Ya no podían ir tan lejos en sus vuelos, se sentían menos libres y condicionados porque con menos plumas no aguantaban tanto tiempo fuera. Pero sentían gratificación al volver y encontrarse en el nido sus polluelos contentos, habían creado calor de hogar. Así la familia condiciona muchas libertades que antes podían permitirse, pero el amor que nace es lo me...

Amar sin condiciones

Leí una historia de un soldado que pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam: llamó a sus padres desde San Francisco. - "Mamá, Papá. Voy de regreso a casa, pero os tengo que pedir un favor: Traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros." - "Claro," le contestaron, "Nos encantaría conocerlo." - "Hay algo que tenéis que saber", - el hijo siguió diciendo, "fue herido en la guerra. Pisó una mina antipersonas y perdió un brazo y una pierna. No tiene a donde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa." - "... lo siento mucho, hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar en dónde él se pueda quedar." - "...No, yo quiero que él viva con nosotros." - "Hijo," le dijo el padre, "tú no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros. Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar...