Desde pequeño he entendido que ayudar a los demás era la forma de estar bien, que hacer el bien me hacía crecer como persona; y quiero seguir ayudando con sesiones individuales, talleres y charlas, compartir ideas y experiencias. Te invito a participar en el proyecto, y en el contacto que está al final de esta página podemos quedar para una sesión gratis evaluativa.
jueves, 22 de febrero de 2024
viernes, 16 de febrero de 2024
El abandono total en Dios da paz
El abandono total en Dios da paz
Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net
A muchos les parece que la religión es una atadura con Dios, que no deja vivir plenamente. Y es justo al revés, aunque el temor de la trampa de ese pensamiento puede paralizarnos por completo. El “dejarlo todo” es algo así como ver que vale la pena vender el campo para comprar ese diamante que hemos encontrado, invertir en algo mejor que es una vida en plenitud. Es cuestión de comprensión, de tener confianza, es abrir los ojos a ese tesoro que hemos encontrado. Cuando hay esa comprensión, podemos abandonarnos. Teresa de Lisieux lo resumía así: «¡Mi única ley es el abandono total!».
No es fácil el sentido de abandono total, pero en la medida que nos lanzamos, lo experimentamos. Podemos rezar lo que nos decía Jesús: «Pedidy recibiréis...» (Mt 7, 7). Poco a poco, va surgiendo un abandono en manos de Dios, como un niño que se confía en las manos de sus padres cuando le tiran hacia arriba, y no se le ocurre tener miedo de que le soltarán y caerá al suelo. El que se abandona, siempre cae en manos “blandas”, seguras, y todo ello es fruto del Espíritu Santo; y por si se nos ocurriera que hay padres que no se comportan con ese amor, añade Jesús: «Sí vosotros, siendo malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿ cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden!» (Le 11, 13).
Mucho antes de que hubiera una revelación sobre la vida eterna, ya tiene la Biblia hermosas expresiones del abandono confiado en las manos de Dios; la que más me gusta es el salmo 23, que paso a comentar en cada estrofa con algún comentario mío:
“El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes praderas Y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, me guía por las rectas sendas por amor de su nombre”. Establece una conexión íntima y confiada con Dios. Dios es nuestro pastor, que nos cuida como a la niña de sus ojos. Nos da lo que necesitamos, aunque a veces no nos guste, para nuestro desarrollo, ahí podemos conseguir un lugar de descanso y renovación para aquellos que confían en Él. Nos da una renovación espiritual y orientación en la vida, para nuestro bien.
“Aunque haya de pasar por un valle tenebroso no temo mal alguno porque Tú estás conmigo. Tu clava y tu cayado son mis consuelos”. La confianza en el cuidado constante de Dios incluso en momentos difíciles nos da paz y consuelo, seguridad en medio de las adversidades. Las herramientas del pastor simbolizan ese cuidado amoroso y también la corrección para enfocarnos a lo que de verdad proporciona consuelo y protección.
“Tú dispones ante mí una mesa enfrente de mis enemigos. Derramas el óleo sobre mi cabeza, y mi cáliz rebosa”. Representa la protección divina y la abundancia incluso en presencia de adversarios. Dios es presentado como el anfitrión que provee en medio de las dificultades. Es precioso el símbolo de ungir con óleo, acto de consagración y bendición, como si fuéramos únicos para él, la abundancia de sus bendiciones nos colma, nuestra vida está llena (como dice el Evangelio, con una medida colmada, plena).
“Sólo bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida. Y moraré en la casa del Señor por dilatados días”. Tenemos certeza de la presencia de la bondad divina y su gracia a lo largo de nuestra vida. Y la esperanza de una vida eterna junto a Dios nos da seguridad y paz.
A pesar de todo, a veces pensamos que nos faltan recursos, o relaciones humanas, o felicidad... que no tenemos lo que nos gustaría. Pienso que aunque tengamos ese abandono que decimos, podemos en la vida estar “contentos” pero no “satis-fechos”, que significa “ya hechos, ya cumplidas nuestras satisfacciones”, pero eso no se cumple completamente en esta vida, pues tenemos ansias de eternidad.
domingo, 26 de noviembre de 2023
sábado, 13 de febrero de 2010
Valorar a los demás
Valorar a los demás
Cuentan de dos amigos marineros que viajaban en un buque carguero por el mundo. Un día atracaron en una isla del Pacífico, y al poco de llegar al pueblo se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa. Uno de los marinos se quedó prendado al verla, comienzó a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres... y se fue enamorando. Tanto, que según la costumbre fue al padre de la chica con su intención de casarse con ella. El padre le dice que en esa aldea la costumbre era pagar como dote por las mujeres más valiosas 9 vacas, y a medida que tenían menos cualidades iban disminuyendo… la que vio haciendo trabajos más bajos, lavando, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas. “Está bien” respondió el hombre, “pero pago por ella nueve vacas”. El padre pensó que estaba un poco loco, naturalmente aceptó las 9 vacas y después de los preparativos se casaron, y su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando al otro en la isla. Después de varios años, volvió con su barco por aquella isla, ansioso por ver al amigo, y pensaba: “¿Seguiría en la isla o tal vez se habría ido en otro barco?” De camino al pueblo, se cruzó con un cortejo festivo que cantaba hermosas canciones mientras acompañaban a un grupo de mujeres que llevaban en andas a una mujer bellísima, iban regando el camino con pétalos de flores y a él mismo le obsequiaron con una guirnalda. Llegó a casa del amigo al que abrazó y le preguntó por su vida: “-¿Y como está tu esposa?” -“Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños”. Al no coincidir con la imagen de la chica insulsa que recordaba lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te volviste a casar?” -“Es la misma,” dijo. –“Pero”, insistió el marinero, “es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?” -“Muy sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella se transformó en una mujer de 9 vacas”.
Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados... ¡Qué importante es que las personas sepamos valorar la fuerza y belleza interior de los demás, en sus capacidades y cualidades, en su inteligencia y capacidad de amar!, entonces las personas se sienten reconocidas, su corazón les revela este magnetismo mágico que inspira la confianza... y se da el cambio. En una vieja película, un protagonista le pregunta a otro: -“¿cómo es que esa mujer tan vulgar a ti te trata tan bien?” Y contestó el otro: “-Es que yo la trato como una señora”. Lo que perdura a través del tiempo son esos sentimientos que descubren el ser maravilloso que por dentro tenemos todos... por eso ve y busca a quien valora tu sonrisa, a quien se deslumbra con tu mirada, a quien te haga sonreír, quien te lo dé todo sin pedir nada a cambio, quien sepa sanar tu corazón herido, quien jamás te haya traicionado, quien nunca te ha decepcionado... Esa persona que sabe escuchar y a quien podemos decir: gracias, contigo me siento bien, tu sonrisa alegre i serena me transmite confianza en mí mismo, con tu mirada me dices siempre “aquí estoy para servirte… no te preocupes que saldrás adelante…”, tú sanas todas mis heridas... me das la fe que necesito para dar mucho más de lo que yo pensaba, la confianza da fuerzas para sacar aquello que quizá parecía imposible… damos más con agradecimiento a quien nos ha ganado, pues con él sabemos que podemos.
Llucià Pou Sabaté
Sobre la guerra de Gaza y otros textos
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