En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…
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jueves, 18 de febrero de 2010

Gente sin voluntad


Gente sin voluntad
Sándor Márai en su novela “La herencia de Eszter” (1939) narra de un modo imprevisible, con ritmo sorprendente, y tono pesimista lo inevitable que es el destino; cuenta la historia de una mujer soltera, que sufre la influencia de un hombre mentiroso y ladrón, Lajos, un aventurero para quien no hay bien ni mal, quien confiesa a su víctima Eszter: “yo siempre he sido un hombre débil. Me hubiese gustado hacer algo en este mundo, y creo que disponía de algún talento para ello. Sin embargo, la intención y el talento no son suficientes. Ahora ya sé que no son suficientes. Para la creación, hace falta algo más... una fuerza especial, una disciplina; o las dos cosas juntas. Creo que es a esto a lo que se suele llamar carácter... Esa capacidad, ese rasgo es lo que me falta a mí. Es como una sordera. Como la sordera de alguien que conoce las notas musicales que está tocando, pero que no oye los sonidos. Cuanto te conocí, no sabía esto... tú fuiste... lo que me faltaba: mi carácter... una persona que no tiene carácter... es un inválido en el sentido moral de la palabra. Hay muchas personas así. Son seres perfectos en todos los sentidos, pero es como si les faltara un miembro, una mano o un pie. Luego, se les pone una prótesis y se vuelven capaces de trabajar, de ser útiles para el mundo”. Eszter es pasiva y débil, deja que le roben todo, pero Lajos en realidad es víctima de su vicio, es hoja al viento de las circuntancias y de sus pasiones.
Hay gente sin voluntad, que son dependientes de esa “prótesis”, una voluntad que desde fuera les dice lo que toca hacer. Son como cabestros, tienen un carácter amorfo. Se trata de un tipo de gente "bondadosa", es decir simpáticos en principio pero sin palabra, variables y carecientes de toda iniciativa personal, de todo recurso; en estilo pintoresco se les llama veletas, porque se inclinan hacia donde sopla el viento. Un saco de harina no tiene movimiento propio, mas opone, al menos, una resistencia, su peso, a los esfuerzos de los que desean trasladarlo. Pero aparte de esto, no presentan resistencia. Obedecen sin reacción a todos los impulsos recibidos; esclavos de impulsos exteriores que los mueven, su sumisión es instintiva, casi animal. Magníficos caballos percherones, con ojos soñolientos y orejas caídas. Se les tira de la brida hacia la derecha y, pesadamente, se vuelven hacia la derecha; y con la misma pesadez soñolienta, si se les tira hacia la izquierda se vuelven hacia allá. Se les tira de ambos lados y se paran, y permanecen así sobre sus cuatro patas durante horas enteras, inmóviles hasta que alguien les pone en marcha.
Gente así, sin personalidad, no vive su vida interior que no tienen. Sus determinaciones les vienen desde fuera: su educación, su religión, su carrera, su matrimonio, todo es asunto de sus padres. Todo depende del cabecilla de turno. Sin ideal, pasarán la vida repitiendo lo que dice el periódico; practicarán la religión si así lo hacen por su alrededor (familia, colegio...); aúllan con los lobos y balan con los borregos.
¿Cómo se llega a este punto? Muchos, por nacimiento; otros, por pereza. Les asusta el esfuerzo. La servidumbre al que manda no les es agradable, pero mucho menos el trabajo que exige una vida personal: mejor dejarse llevar. El horror al trabajo y el placer por la indolencia los ha llevado a dejarse gobernar por las circunstancias y por los caprichos de los que les rodean. Pero en una cosa está equivocado Márai: el destino no es irrevocable, sino –como dice S. Tamaro en “Tobías y el ángel”- un proyecto, un sueño. Es como un puente: puedes ir al otro lado cuando lo has construido, y allí está lo que buscas. “Sin proyecto, el destino se te escapa de las manos como una cometa en un día de viento", y uno elabora este sueño con su voluntad. El destino es una especie de largo ovillo de lana. Este ovillo poco a poco se desenrolla y construye la vida. A veces corre liso, a veces forma nudos. Lo importante es tener siempre el extremo en la mano. Un cabo de madeja está en el puño del hombre y el otro está allá arriba, apretado en la mano infinita del creador... el camino que nos lleva a encontrarnos a nosotros mismos”. Los que no luchan, perezosos, “son prisioneros de su miedo. ¿Por qué tienen miedo? Porque creen que han equivocado el camino. Así se reprochan y añoran una vida que nunca ha existido... A menudo los hombres tienen miedo de la felicidad. Aunque la tienen delante de las narices no estiran la mano para atraparlo. La felicidad da más miedo que los ogros... La fuerza que desenrolla el ovillo es sólo una. ¿Cuál? La que mantiene el corazón caliente... la fuerza del amor”. Todo se puede arreglar con esa lucha ilusionada que nos proyecta hacia adelante: “no se vive del pasado; quién está siempre rumiando es como si llevara consigo una maleta de piedras”, aún de los fracasos sacamos fuerza para esa voluntad: “A veces tenemos que perder las cosas para entender su importancia... nada se pierde para siempre”. El problema es tener muchas preguntas y buscar las respuestas sólo a medias, no empeñarse con decisión a buscarlas hasta el final.
Llucià Pou Sabaté

jueves, 11 de febrero de 2010

Domingo 5º, ciclo C: el Señor nos llama porque Él es bueno, y aunque nos creamos que somos malos, Él nos pide que no tengamos miedo, ya se encarga de


Domingo 5º, ciclo C: el Señor nos llama porque Él es bueno, y aunque nos creamos que somos malos, Él nos pide que no tengamos miedo, ya se encarga de hacernos buenos, sólo nos pide buena voluntad.
1. Isaías dice: “vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro diciendo: -¡Santo, santo, santo, el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena de su gloria!” Una vez un niño me dijo: “yo he visto a mi ángel” y le contesté: “¡qué suerte tienes, porque yo no lo he visto nunca…” pues nuestro profeta se asustó: “estaba lleno de humo. Yo dije: -¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los Ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: -Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado”. Y ya se animó a hacer de profeta, a ser amigo de Dios y ayudar a los demás: “Entonces escuché la voz del Señor, que decía: -¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí? Contesté: -Aquí estoy, mándame”. Este año de rezar por los sacerdotes hemos de pedir que muchos escuchen la voz de Dios, que digan “¡aquí estoy, mándame!”… cuando vamos a Misa, en la liturgia, la Iglesia de la tierra se une a la del cielo, y podemos conectar con nuestro verdadero Templo que es Jesús que está a la derecha del Padre hablando de nosotros que es lo que le gusta, y nosotros seguimos con miedos: "¡Ay de mí!", cuando lo que él quiere es que le pidamos cosas con el Padre nuestro, y que al cantar el "Santo" pensemos que estamos también ahí…
2. El Salmo reza: “delante de los ángeles tocaré para ti, Señor”. Es bueno tocar la guitarra o la flauta… y cantar al Señor, y saber que nos escuchan los ángeles. Sobre todo cuando vamos a rezar a
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la iglesia, tener el respeto de comportarnos con gran cuidado de estar para Dios y no para jugar o hablar con el de al lado: “Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste… canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande…” ¡La gloria del Padre! Es lo que rezaba Jesús, y también nosotros: "Santificado sea tu nombre, venga tu reino". "Que vuestra luz brille ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos". Adorar es muy importante, porque nos carga las pilas de amor, nos da vitaminas para luchar, de “buen rollo” y confianza: “Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos”. El Señor tiene unos planes muy buenos para cada uno, estamos en buenas manos: Tú me has dado deseos de cosas grandes; concédeme que esos deseos se hagan realidad. No me falles, Señor…
3. San Pablo cuenta su vocación, recuerda “que Cristo murió por nuestros pecados… resucitó” y es muy bonito ver cómo han vivido las apariciones de Jesús con cuerpo glorioso: “se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí”. Y “esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído”. Hoy también hay muchos que no creen, que piensan que no hay resurrección: qué pena, porque no tienen esperanza, no saben que después de la muerte está el cielo… hemos de hacer como S. Pablo, abrirnos al don de Jesús que nos llama en el camino de la vida, que está a nuestro lado, a pensar de que nos veamos poca cosa, lo importante es que Él nos ama.
4. Es lo que nos dicen las lecturas de hoy, también el Evangelio: nos cuenta que “la gente se agolpaba alrededor de
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Jesús para oír la Palabra de Dios” y en el lago de Genesaret estaban lavando las redes Simón con otros, y subió y “desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Rema mar adentro y echad las redes para pescar”. Como el mar era donde habitaban los miedos y cosas malas, significa que no tengamos miedo, porque con Jesús no nos pasará nada malo. “Simón contestó: -Maestro nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”. Esto son las malas experiencias, y la fe nos lleva a volver a repetir las cosas sin desanimarnos, porque así nos volvemos fuertes.
Algunas veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios solo nos pide obediencia y fe en él. Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero conscientes de que es Dios quien al final logra moverlas. Cuando todo parezca ir mal... sólo EMPUJA! Cuando estés agotado por el trabajo... sólo EMPUJA! Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... sólo EMPUJA! Cuando la gente simplemente no te comprenda... sólo EMPUJA! Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... sólo EMPUJA! Hay rocas imposibles de mover o de cambiar. Tal vez ESA no es nuestra misión.
Pedro y los demás, “puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. También nosotros podemos sentirnos pecadores, pero queremos amar a Jesús, que ha nacido para mí la noche de Navidad, ha muerto por mí en la Cruz, ha resucitado para mí en la Pascua, y me acompaña con el Espíritu
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Santo en los sacramentos, en la Iglesia, en los demás, y me quiere con Él para siempre en el cielo… y si me llama me da la fuerza, las vitaminas, los alimentos, para seguirle, aunque a veces me desanime, me entre miedo: “Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zedebeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas: desde ahora, serás pescador de hombres”. Jesús me dice que no tenga miedo, que hay sufrimiento, cruz, pero que la cosa acaba bien, que vale la pena responder como los apóstoles: “Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”. Y así podremos decir con la Virgen María: me llamarán feliz, pues ha hecho maravillas conmigo Aquél que es todopoderoso. Amén.

El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo

  El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo Es innegable que en la España contemporánea, la adhesió...