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martes, 16 de abril de 2024

Comienza el 20 aniversario de la muerte de Juan Pablo II: balance

 

Comienza el 20 aniversario de la muerte de Juan Pablo II: balance



Fue un gran comunicador, que puso sus dotes mediáticas al servicio de la Verdad
Llucià Pou Sabaté
Martes, 16 de abril de 2024, 10:44 h (CET)

Empezamos el 20 aniversario del traspaso de Juan Pablo II. El pasado 2 de abril hizo 19 años de su muerte, aquel día caía en la víspera de la fiesta de la divina misericordia (del próximo domingo, al término de la Octava de Pascua). El papa Wojtyla proclamó esta fiesta, de algún modo resumiendo su pontificado, como tenía preparado decir aquel día en cuya víspera murió: «Señor, que con la muerte y la resurrección revelas el amor del Padre, nosotros creemos en ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero».


Si la misericordia es la expresión suprema del amor, el amor va unido a la verdad: “hacer la verdad con amor” (Ef 4,15), y una de sus frases inolvidables fue aquella del aeródromo de los cuatro vientos: “la verdad no se impone, se propone”. La libertad es parte constitutiva de la persona cuya esencia son estas tres cosas: la comprensión de la verdad, la libertad para autodeterminarse, y sobre todo el amor.


Por supuesto que el modo de proponer la verdad es importante, y fue Juan Pablo II un gran comunicador, que puso sus dotes mediáticas al servicio de la Verdad: sus dotes teatrales no eran para lucir sino para desaparecer él y dejar ver a Jesús, como quitándose del medio. En sus viajes a 170 países ha jugado con el arma de los mass media.


Y después de promover a la persona, es decir su libertad, amor y verdad, en sus últimos momentos, cara a cara ya con la Verdad, decía: “dejadme ir a la casa del Padre”. Porque nuestra verdad no termina en el curso de esta vida, que es aprendizaje para otra que –como decía el poeta- “es morada sin pesar”.


Su lema “¡No tengáis miedo!” se apoyaba en la confianza en la divina misericordia, de la mano de santa María según su lema “Totus tuus” y así, abandonado en la Virgen, fue llevado por ella a Dios un primer sábado, día especialmente dedicado a ella según la devoción de Fátima. Aquella predicación a “que seáis apóstoles de la divina misericordia”, él verdaderamente la vivió con su vida. proclamó que “el hombre no tiene necesidad de nada tanto como de la Divina Misericordia - de aquel amor que quiere bien, que compadece, que realza al hombre sobre su debilidad hacia las infinitas alturas de la santidad de Dios… oír en el profundo de su alma cuanto oyó la Beata [Faustina]: «No tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo». Y si responde con corazón sincero: «Jesús, ¡confío en Ti!», encontrará la fortaleza en todas sus angustias y miedos. En este diálogo de abandono, se establece entre el hombre y Cristo una particular unión que exhala el amor. Y «en el amor no hay temor -escribe san Juan- al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Jn 4,18)”. Su encíclica sobre Dios Padre nos sitúa ante un Dios rico en misericordia (“Dives in misericordia”).


Si podemos decir que Jesús “pasó haciendo el bien”, los santos no han sido iluminados que no se han implicado en las cuestiones de la sociedad en la que vivieron. Así, sólo gracias a la presencia en Roma de Wojtyla pudo surgir «Solidarnosc», el primer sindicato autónomo e independiente de un país del Este europeo, y ayudó a que no fueran reprimidos por las fuerzas comunistas, sino que fuera madurando la caída de aquel imperio hacia una posible transición (que todavía está en curso, o mejor dicho en involución, en este momento histórico, pues la historia no es una evolución lineal…). Gorbachov encontró en el Papa un aliado para ello. En ese proyecto de una “civilización del amor” tuvo sus penas, como que Europa no acogiera sus raíces cristianas como olvidando lo que está en su historia y su cultura.


Así pues, en lo social este papa Magno pudo expresarse libremente en la promoción de la justicia, la libertad, el amor y la verdad. En lo moral le tocaron tiempos de cambio, una apertura de la Iglesia a la modernidad que empezó con los dos papas de los que tomó el nombre: Juan XXIII y Pablo VI, y siguió esa senda que había tomado también su antecesor, Juan Pablo I, el “papa de la sonrisa” que duró tan poco. Después de él, siguió Ratzinger, su colaborador más cercano, en cierto modo “un papa de transición”, puede decirse que los cardenales acogieron lo que él, contemplando el fresco del Juicio Final, les escribía: «los hombres a quienes se confió el cuidado de la heredad de las llaves, se encuentran aquí, se dejan abarcar por la policromía Sixtina, por la visión que dejó Miguel Ángel. Así fue en agosto y, luego, en octubre del memorable año de los dos cónclaves, y así será de nuevo, cuando se presente la necesidad, después de mi muerte… Es menester que les hable la visión de Miguel Ángel:… "Con-clave": el común cuidado de la heredad de las llaves, de las llaves del Reino. He aquí que se ven entre el Principio y el Final, entre el Día de la Creación y el Día del Juicio...» y rezaba al Rey del universo: «Tú que penetras todo, ¡indica! Él indicara...». Así pues, elegido Ratzinger, durante esa “transición” pudieron prepararse esas reformas que se iniciaron con los papas Juan XXIII y Pablo VI, difíciles de acometer pues ¿cómo vivir una aplicación del Evangelio en nuestros días, sin contar con el desarrollo dogmático de la doctrina, que parece inamovible? Ese difícil equilibrio ha existido siempre, pero hoy lo vemos de un modo más vivo.


Todo esto estaba en el corazón de ese gran papa del que hemos empezado el 20 aniversario de su traspaso. Suelen darse estadísticas de las muchas cosas que hizo Juan Pablo II a lo largo de tanto tiempo de su vida, pero yo prefiero referirme aquí a tres detalles que me parece que lo retratan muy bien.


1. Los jóvenes fueron una predilección de su actividad pastoral. Cuando escribió una carta sobre el joven rico, decía que se acercó a Jesús porque veía confiabilidad en él, era accesible y tenía sabiduría, cosas que estimulaban a hacerle preguntas íntimas, esenciales. Así también veo que era Wojtyla, un pastor con autoridad, confiable y asequible: “el Joven tuvo fácil acceso a Jesús. Para él, el Maestro de Nazaret era alguien a quien podía dirigirse con confianza; alguien a quien podía confiar sus Interrogantes esenciales; alguien de quien podía esperar una respuesta verdadera... Cada uno de nosotros ha de distinguirse por una accesibilidad parecida a la de Cristo” en ese “diálogo de salvación”.


2. El amor humano fue para él un tema prioritario y escribió mucho sobre ello. Decía que no era estudioso sino pastor, que necesitaba estudiar para poder atender las cuestiones de las personas. Necesitaba saber para poder atender las necesidades de las personas. Veía que el “lenguaje del cuerpo” expresaba la persona en su intimidad, que no podía banalizarse. Era un pastor confiable, que sabía escuchar. Cuando estaba con alguien, estaba escuchándole como si fuera la única cosa que tuviera que hacer en el mundo.


3. Pero, por otra parte, estaba limitado por el contexto personal e histórico en el que se encontraba, y por eso pretendía seguir la regla de la fe según la comprensión que podía albergar. Cuando precisaba consejo, preguntaba a todos. Escuchaba a todos. Pero luego, esperaba una señal, algo así como el “dedo de Dios”, y cuando lo veía, apostaba por esa intuición de fe. Era un hombre de fe

miércoles, 3 de abril de 2024

Juan Pablo II y la fiesta de la Divina Misericordia

 

Juan Pablo II y la fiesta de la Divina Misericordia

2024-04-02

Al igual que la fiesta de Santa María Madre de Dios completa la octava de la Navidad, ahora...

Llucià Pou Sabaté

Hoy, 2 de abril, es aniversario de la muerte de Juan Pablo II. El año de su fallecimiento, esta fecha caía en la víspera de la fiesta de la Divina Misericordia, que él instauró siguiendo la devoción impulsada por Santa María Faustina Kowalska, la monja polaca que recibió esa misión de Jesús.

Al igual que la fiesta de Santa María Madre de Dios completa la octava de la Navidad, ahora esta Fiesta de la Divina Misericordia se celebra al final de la octava de la otra Pascua, la de Resurrección. Es lo que subraya el Papa Francisco como base de la reforma que está acometiendo en la Iglesia (por ejemplo en la acogida de los que no tienen una situación regular en la Iglesia).

Así recogía santa Faustina las palabras que recibió de Jesús: “Mi Misericordia es mas grande que tus miserias y de aquellas del mundo entero. ¿Quién ha medido mi bondad? Por ti he bajado del cielo a la tierra, por ti me he dejado poner en la Cruz, por ti he permitido que fuera abierto con una lanza mi Sagrado Corazón y he abierto para ti una fuente de Misericordia. Ven y toma de las Gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. No rechazaré jamás un corazón que se humilla, tu miseria será hundida en el abismo de mi Misericordia” (Diario, n. 1485).

Esta devoción señala que cuanto más fuertes sean nuestros pecados, más grande es la misericordia divina. Enlaza muy bien con el lema esperanzador del Papa Wojtyla: “¡No tengáis miedo!”, y decía también que “el hombre no tiene necesidad de nada tanto como de la Divina Misericordia - de aquel amor que quiere bien, que compadece, que realza al hombre sobre su debilidad hacia las infinitas alturas de la santidad de Dios… oír en el profundo de su alma cuanto oyó la Beata [Faustina]: «No tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo». Y si responde con corazón sincero: «Jesús, ¡confío en Ti!», encontrará la fortaleza en todas sus angustias y miedos. En este diálogo de abandono, se establece entre el hombre y Cristo una particular unión que exhala el amor. Y «en el amor no hay temor -escribe san Juan- al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Jn 4,18)”.

Precisamente es la misericordia lo que fue el título de la Encíclica de Juan Pablo II sobre Dios Padre: Rico en misericordia (Dives in misericordia) mostrando el corazón de Dios que se expresa a través de Jesús en la parábola del padre misericordioso (y el hijo pródigo): “El mensaje de la Divina Misericordia ha sido para mí siempre querido y cercano. Es como si la historia lo hubiese inscrito en la trágica experiencia de la segunda guerra mundial. En aquellos años difíciles, fue un particular sostén y una inagotable fuente de esperanza, no sólo para los habitantes de Cracovia, sino para toda la nación. Esta fue también mi experiencia personal, que llevé conmigo a la Sede de Pedro y que, en ciento sentido, forma la imagen de este pontificado”. Y resume: “Desde el comienzo de mi pontificado he considerado este mensaje como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado”.

Por eso, pienso que Juan Pablo II dejó a la humanidad de este siglo XXI una mayor comprensión de la Divina Misericordia. El siglo XX había dejado una devoción al Sagrado Corazón, con una jaculatoria que resume esa larga tradición de la oración del corazón, que va al ritmo de la respiración: “Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío”. Podemos decir que del Sagrado corazón de Jesús en la Cruz manan el agua salvadora (bautismo, confesión) y la sangre redentora (Eucaristía, alimento de salvación). Y esta misma oración, más resumida, es la que propone la Divina misericordia, de un modo confiado y más sencillo todavía: “Jesús, en ti confío”, con la imagen de Jesús resucitado con el costado abierto y saliendo dos rayos de luz, los mismos de la Pasión pero en la gloria. Además, de algún modo veo que esta devoción hace eco de la espiritualidad (sencillez confiada del santo abandono) de santa Teresita.

Este sería el mensaje que para mí resume la labor de Juan Pablo Magno, y que Francisco quiere desarrollar para todos, pues si algo necesita el mundo es esa ternura que salva.

domingo, 17 de abril de 2011

“Todos caben en la beatificación de Juan Pablo II”

noticia/ www.acepresa.com /lunes 4 de abril de 2011



Desde que el 14 de enero se anunció la beatificación de Juan Pablo II, se ha ido extendiendo la idea de que no habría sitio para todos los que desearían acudir a Roma. Las expectativas sobre la afluencia masiva de fieles y la rapidez con la que se coparon los hoteles en cuanto se confirmó la noticia, crearon esta idea del “no hay billetes”.



Sin embargo, el Vaticano está animando a todos los fieles que lo deseen a asistir a Roma, y avisa que aún quedan plazas libres. En la presentación de los eventos de la beatificación, Mons. Liberio Andreatta ha afirmado que “Roma está lista para acoger a todos los peregrinos que quieran venir; tenemos disponibilidad de lugares y además todas las ciudades en los alrededores de Roma”.



La razón de que ahora estén apareciendo nuevas plazas en los hoteles supuestamente ocupados tiene que ver con un error en las estimaciones: algunas agencias de viaje se apresuraron a reservar todo lo que pudieron en previsión de que a la beatificación de Juan Pablo II acudiera tanta gente como la que se congregó para venerar sus restos mortales. Entonces, se calcula que pudieron pasar por la capilla ardiente cerca de millón y medio de personas.



En este caso, el Vaticano calcula que pueden llegar unos 300.000 peregrinos. Cuando murió Juan Pablo II, muchos de los que pasaron por la capilla ardiente habían ido a Roma para pasar la Semana Santa y aún se encontraban allí, lo que hizo que la afluencia aumentara considerablemente.



La Obra Romana de Peregrinaciones (ORP) se está encargando de negociar con las compañías de viaje y con los hoteles romanos. Ya ha conseguido rescatar miles de reservas en Roma –se calcula que cerca del 20% de las plazas hoteleras están aún libres– y sus alrededores.



Las ha puesto a la venta en la página web www.jpiibeatus.org, donde además se ofrecen paquetes que incluyen vuelos charter desde Madrid o pasajes en barco desde Barcelona. En algunos casos, las ofertas suponen un ahorro de un 70% respecto a los precios ofrecidos por las agencias de viajes hace menos de un mes. Por ejemplo, la modalidad que incluye el vuelo charter desde Madrid, todos los transportes en Roma, y las tres noches de hotel se ofrece a un precio de 595 euros en la web de la ORP.



Muchas facilidades para los peregrinos

Con motivo de la presentación de los eventos, Mons. Andreatta explicó cómo durante esos días –del 30 de abril al 2 de mayo– la capital italiana se volcará con los peregrinos.



Entre otras medidas, está establecido que los asistentes puedan moverse en transporte público simplemente mostrando el “pase del peregrino”, cuyo precio están negociando la ORP y el ayuntamiento de Roma. Además se habilitarán lugares de entrega de alimentos, y la compañía Nestlé aportará para la ocasión un millón de botellas de agua.



La propia Iglesia también ha diseñado un plan de ofertas para los que asistan a la beatificación: los Museos Vaticanos ampliarán el horario de visitas y reducirán casi a la mitad el precio de la entrada. Por otro lado, las iglesias permanecerán abiertas toda la noche y dispensarán alimentos y cobijo en la medida de sus posibilidades. Caesar Atuire, gerente de la ORP, se ha comprometido a que “nadie se quedará fuera por motivos económicos, y los jóvenes que no se puedan pagar un alojamiento tendrán lugares preparados para dormir”.



El ayuntamiento romano, por su parte, ha anunciado que la red de metro funcionará 22 horas al día –excepto de 2 a 4 de la mañana– y que reforzará el servicio de trenes, indispensable para todos los peregrinos que se instalen durante esos días en ciudades cercanas a Roma como Nápoles, Ostia Antica o Florencia, donde la ORP ya ha habilitado plazas.



Para sufragar gastos, se ha abierto una cuenta bancaria a la que se pueden hacer donaciones sin comisión.



No hacen falta entradas

Tres son los eventos previstos para la beatificación:



–La vigilia en el Circo Máximo el 30 de abril a las 20,30, que será presidida por el cardenal Agostino Valli, y en la que Benedicto XVI participará mediante una conexión de video.



– La misa de beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo en San Pedro a las 10 de la mañana, celebrada por Benedicto XVI.



– La Misa de acción de gracias, el lunes 2 de mayo en San Pedro, celebrada por el secretario de Estado, Card. Tarcisio Bertone.



Desde el Vaticano se está haciendo especial hincapié en que no habrá entradas para ingresar en el Circo Máximo ni en san Pedro, y que nadie tendrá que pagar por asistir a cualquiera de los eventos religiosos que componen la beatificación.



Algunas compañías de viaje “incluían” en sus ofertas los billetes para estos eventos, lo que ha obligado al Vaticano a aclarar que la entrada será gratuita. Eso sí, será tutelada por miembros de la seguridad vaticana, con el fin de evitar aglomeraciones excesivas y garantizar la seguridad.



Las puertas de la plaza de San Pedro se abrirán al público a las cinco de la mañana del primero de mayo, y se cerrará el acceso cuando se haya ocupado completamente. No obstante, en previsión del gran número de peregrinos que no podrán acceder a la plaza, la organización ha dispuesto que todo el que quiera tenga la posibilidad de visitar los restos mortales del nuevo beato, que quedarán expuestos en San Pedro “hasta que haya pasado el último peregrino”, según declaró monseñor Andreatta.

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