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viernes, 3 de mayo de 2024

El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo

 


El transcurrir de las generaciones: un vínculo entre la espiritualidad y el tiempo

Es innegable que en la España contemporánea, la adhesión a las religiones organizadas ha ido disminuyendo gradualmente

Llucià Pou Sabaté
Viernes, 3 de mayo de 2024, 09:30 h (CET)

En el pasar de los años, las paredes de las iglesias han sido testigos silenciosos de un fenómeno que trasciende las fronteras del tiempo: el flujo constante de generaciones que acuden a los servicios religiosos en busca de consuelo, reflexión y conexión espiritual. En mi juventud, al observar los bancos ocupados principalmente por personas mayores durante las misas, me asaltaba la inquietud sobre el futuro de la fe y la asistencia religiosa cuando aquellos ancianos partieran. ¿Quiénes ocuparían sus lugares? ¿Perduraría la llama de la espiritualidad en las generaciones venideras?


Con el paso de los años, mi perspectiva ha evolucionado y he observado con atención cómo, si bien es cierto que la asistencia a los servicios religiosos ha experimentado un descenso, la presencia de personas mayores en las iglesias se mantiene constante. Junto a algunos jóvenes que buscan en la fe respuestas a sus inquietudes, siempre hay ancianos que, con paso pausado pero firme, continúan acudiendo a las misas semana tras semana.


Este fenómeno, lejos de ser un simple acto de rutina, encierra en sí mismo una profunda verdad sobre la naturaleza humana y la búsqueda de significado en la vida. A medida que las personas envejecen, es natural que su percepción de la existencia se vuelva más contemplativa y que busquen respuestas a preguntas fundamentales sobre el propósito y el destino final de sus vidas. Para muchos, la fe religiosa ofrece un refugio espiritual y un marco de referencia moral en el que apoyarse en tiempos de tribulación y alegría.


Sin embargo, es innegable que en la España contemporánea, la adhesión a las religiones organizadas ha ido disminuyendo gradualmente. Factores como el avance de la secularización, los cambios culturales y sociales y la emergencia de nuevas formas de búsqueda espiritual han contribuido a este fenómeno. Muchos jóvenes y adultos jóvenes se encuentran explorando diferentes prácticas espirituales y filosofías de vida, alejándose de las estructuras religiosas tradicionales en busca de una conexión más personal con lo divino.


No obstante, la espiritualidad misma no ha perdido su vitalidad ni su relevancia en la vida de las personas. Más allá de las instituciones religiosas, la búsqueda de significado, propósito y trascendencia continúa siendo una fuerza motriz en la experiencia humana. Los lugares de culto pueden cambiar, pero el impulso de explorar lo sagrado y lo eterno persiste en el corazón de cada individuo.


En este contexto, la presencia constante de personas mayores en los servicios religiosos nos recuerda la importancia de honrar y valorar la sabiduría acumulada a lo largo de los años. Son ellos quienes, con su compromiso y devoción, nos transmiten una herencia espiritual que trasciende generaciones y nos conecta con nuestras raíces más profundas.


En conclusión, aunque la adhesión a las religiones organizadas pueda disminuir con el tiempo, la espiritualidad misma sigue siendo una fuerza poderosa y significativa en la vida de las personas. En el constante flujo de generaciones que acuden a los lugares de culto, encontramos un recordatorio de la perenne búsqueda humana de lo trascendente y la eterna conexión entre el pasado, el presente y el futuro. Aparte, me consta que muchas personas, por la edad avanzada o por miedo a enfermedades desde la pandemia, ve la misa en la televisión (en la 2 ha ido bajando de medio millón de espectadores a 300.000, pero habría que sumar otros canales autonómicos y de otro tipo)

sábado, 24 de febrero de 2024

Lo espiritual y lo sagrado, un ingrediente importante en nuestra vida

 

Lo espiritual y lo sagrado, un ingrediente importante en nuestra vida

La conexión con lo absoluto y la práctica de la religiosidad no solo dan significado a la existencia, sino que también proporcionan consuelo y motivación para vivir de manera significativa


Llucià Pou Sabaté
Viernes, 23 de febrero de 2024, 11:50 h (CET)

En Estados Unidos, la gran mayoría de sus habitantes creen en la espiritualidad, aunque son menos los que creen en las religiones, pues se van distanciando de las instituciones, que son menos populares. Independientemente de las afiliaciones, lo sagrado y la religión son cosas importantes. En nuestro tiempo, a veces nos conformamos con cosas comunes y no pensamos mucho en lo sagrado. Pero lo sagrado nos conecta con algo más grande, nos hace mirar más allá de lo ordinario.


No estamos rechazando la importancia de lo sagrado, sino que no nos gustan las reglas estrictas sin razón. Creemos que las personas son sagradas, y que la conexión entre ellas también lo es.

Cuando pasamos por momentos difíciles que pueden dañar nuestra mente, a veces necesitamos algo especial para ayudarnos. Aquí es donde entra nuestro sentido espiritual, que nos ayuda a abrirnos a algo más grande, algo que llamamos Dios, Absoluto, misterioso creador o como queramos llamarlo. Yo entiendo que en ese diseño de todo lo que vemos hay unas leyes universales, y la que rige todo es la ley del amor, aunque haya cosas que no entendamos. Esto no hace que el sufrimiento desaparezca, pero le da un significado. Nos hace sentir menos dolor y nos da razones para tener esperanza. Sin esa esperanza de algo más allá, la vida puede sentirse sin sentido y caer en lo absurdo.


Jean Guitton decía algo interesante: "Entre lo absurdo y el misterio, elijo el misterio". ¿Por qué? Porque piensa que es mejor creer en algo misterioso que no encontrar sentido a la vida. ¿No te parece extraño pensar que una persona simplemente desaparezca y todo lo bueno que tenía se pierda para siempre? ¿No es mejor elegir creer en algo misterioso que da sentido a lo que no entendemos? Guitton y muchos creyentes eligen creer en el misterio porque les da esperanza y sentido a lo desconocido.

   

Pierre Chaunu como historiador decía que "se puede pronunciar el discurso de la muerte-caída en el vacío, que es el discurso de la absurdidad total, pero ningún grupo humano no lo puede asumir durante mucho tiempo y sobrevivir”. El homo sapiens "vive la muerte de los seres amados en un horizonte de inmortalidad.

   

El mismo Freud habló de la imposibilidad de no sentir esa inmortalidad, abordó la cuestión de la inmortalidad en su obra. Por ejemplo, en su obra "El Malestar en la Cultura" (1930), habla de cómo la religión, a pesar de ser una ilusión según sus ideas, satisface las necesidades emocionales y psicológicas de las personas, sugiriendo que los seres humanos anhelan la permanencia más allá de sus vidas individuales, las personas tienen una tendencia innata a buscar una conexión más allá de su existencia temporal. Es decir, la idea de la inmortalidad o algo eterno puede ser difícil de ignorar o no sentir, incluso desde un punto de vista psicológico.

   

En este sentido, Alexis Carrel destaca la intersección de la ciencia y la espiritualidad basado en su propia experiencia de vida.Fue un cirujano y biólogo francés que ganó el Premio Nobel de Medicina en 1912. Conocido por sus contribuciones a la cirugía vascular y por su obra "El hombre, este desconocido" (1935), donde exploró temas más amplios, incluidos los aspectos espirituales y filosóficos de la existencia humana. Tuvo en Lourdes una experiencia espiritual, y si antes fue agnóstico allí se convirtió al catolicismo. Él propugna que tenemos un "instinto de superación espiritual": existe en los seres humanos una inclinación innata hacia la búsqueda de significado y trascendencia espiritual. Y dice que si un instinto no desaparece, es que está basado en la realidad; pues otras formas instintivas que ya no son útiles, han desaparecido de nuestro organismo; esto sugiere quela persistencia de este instinto espiritual indicaría una verdad subyacente en la conexión con lo trascendente.

   

Si bien Freud reconoce dentro de la complejidad de las creencias humanas esa búsqueda de significado y la manera en que las cuestiones existenciales pueden seguir siendo poderosas a pesar de explicaciones psicoanalíticas o científicas, Carrel nos da una explicación de que está en lo más íntimo de la persona ese afán de trascendencia, lo llevamos “de serie”, porque es algo nuestro y real.

   

Para el cristiano, este misterio tiene un rostro, y un rostro humano. Es Jesucristo, que además permanece en espíritu en nosotros, lo que llamamos Iglesia (tanto la visible como la invisible, la que abarca tantos que ni siquiera saben qué es la iglesia o quién es Jesús) que es el cuerpo místico de Jesús, comunión en este Cuerpo del que Jesús es cabeza, y todos unidos, inter conexionados en el espacio y tiempo…

   

Morir, para quien sabe de esa trascendencia, es sólo cambiar de casa, es una fiesta de paso de una vida a la Vida. No anhelamos más, pues no nos bastaría pedir un deseo mágico de 90 años más de vida a un mago, y un segundo deseo de otros 90, porque en realidad no queremos años, lo que ansiamos es la eternidad, mirar hacia el cielo, "el mediodía, que es la eternidad" (S. Juan de la Cruz). No una sala de aburrimiento que a veces nos han pintado donde estamos escuchando música clásica por parte de los ángeles celestiales, sino un instante mágico, fuera de las coordenadas vitales de espacio y tiempo, donde hay todo lo que nos llena en esta vida y aquello que nos gustaría gozar según lo que ahora vemos que son nuestras mejores aficiones. Y cuando se imagina la muerte como la puerta de escape a la eternidad, se entrevé algo espléndido a la luz de la esperanza.

Estoy seguro de que el ser humano tiene una conexión innata con lo absoluto. La religiosidad no es solo algo que se piensa, sino algo que se practica. Los gestos simbólicos en la religión, como arrodillarse para adorar o enterrar a los muertos con la creencia en la inmortalidad, son expresiones de encuentro con lo divino.


Recientemente, un amigo que se considera ateo, pero al responder a la pregunta de un hijo sobre su destino después de la muerte, le mandó a un sacerdote. Sus palabras no coincidían con lo que realmente pensaba, pues probablemente lo que de verdad pensaba es lo que quería para su hijo, no lo que él mismo decía; eso es muestra de que tal vez no era tan ateo como afirmaba. Se han escrito últimamente libros sobre “Qué creen los que dicen que no creen” (por ejemplo el del cardenal Martini & Umberto Eco). Para quienes creen en algo más allá de esta vida, la muerte puede ser vista como una victoria al completar una carrera.

   

En este contexto, la relación con los difuntos que están en otra dimensión, que ya no vemos físicamente, nos impulsa a actuar mejor. Entonces, el sufrimiento cobra sentido si está imbuido de amor. El amor que lleva al sacrificio da valor al dolor, convirtiéndolo en una forma de mantener viva la conexión con aquellos que han fallecido. Cuando entendemos el "por qué" de nuestras acciones, se facilita el "cómo" llevarlas a cabo. Y la memoria de los difuntos nos impulsa a comportarnos mejor, recordando sus deseos y llevando a cabo acciones significativas en su honor.


Existe una comunicación entre nosotros y aquellos que han fallecido. Podemos ayudarles con nuestros esfuerzos y sacrificios, y ellos nos animan como espectadores alentando a nuestro equipo en el campo de la vida. Alrededor de la fiesta de todos los santos y los difuntos (1 y 2 de noviembre) en mi tierra hay una preparación de dulces sabrosos (por ejemplo, los “panellets” a base de almendra) y pienso que esas celebraciones no solo constan de ingredientes tangibles, sino también ingredientes que no se ven, como son los actos de amor y servicio que enriquecen esa experiencia.


En resumen, la conexión con lo absoluto y la práctica de la religiosidad no solo dan significado a la vida, sino que también proporcionan consuelo y motivación para vivir de manera significativa, recordando y honrando a aquellos que ya no están físicamente presentes.

sábado, 17 de febrero de 2024

Seminario religiones, Oriente y Occidente

 Hola! Comienza el 7 de marzo un Seminario, 

Introducción a la historia de las religiones parte II: profundización en los textos y contextos de las religiones orientales y las tres religiones del libro

La matrícula puede hacerse en las modalidades online y presencial, en el enlace: https://cemed.ugr.es/curso/24gr11/



Espiritualidad y paz

 Espiritualidad y paz

La sabiduría no está reñida con la ciencia, pues la ciencia necesita un contexto filosófico para desarrollarse.


Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



Hoy participamos en un resurgir de la espiritualidad como respuesta a unos siglos de cientificismo que no dan razón de nuestra existencia. Pero, ¿la espiritualidad es útil? ¿Se trata de algo verdadero? Desde el punto de vista de la observación experimental, la ciencia y la lógica son susceptibles de ser confirmadas y son definibles y objetivas. En cambio, la espiritualidad es subjetiva y experiencial… ¿Se puede confirmar? Podemos decir que sí. Se trata de una verdad experiencial aunque no sea experimental, aunque en cierto modo también podemos ver esa experiencia: no es posible probar la verdad espiritual a través de la lógica lineal, pero se pueden verificar sus resultados. Podemos decir en este sentido, que la espiritualidad es fenomenológica. Y hay un resultado claro: la verdad es transformativa y nos mejora, dejando un resultado en nuestro interior: la paz y la felicidad, la gestión eficiente de uno mismo. 

La ciencia moderna ha estudiado cómo son las cosas, pero no hay en ella argumentos contra la espiritualidad, sino que los científicos buscan a nivel personal esa plenitud espiritual. “Lo único que puede curar los sentidos es el alma y no hay nada que pueda curar el alma aparte de los sentidos”.1 Los físicos necesitan la espiritualidad para sus vidas, y que no encuentran en una ciencia que les habla algo de cómo son las cosas, pero no de qué son, o para qué.2

Y a eso le llamamos sabiduría: es un nivel de conocimiento más alto que un conocimiento de “cosas” pues nos implica, tiene algo de experiencial, y está verificado interna y externamente. La verificación interna es ilimitada, pero no la externa que está limitada por la tecnología disponible, por el contexto o paradigma mental desde el que se diseña la investigación y por las realidades investigadas.  Para tener paz, es necesaria sobre todo la actitud experiencial, pues el conocimiento intelectual muchas veces no llega a esa verdad interna: es la sabiduría la que da paz. La sabiduría -conocimiento verificado interna y externamente- puede también definirse como conocimiento + Amor, o conocimiento desde el Amor.

La mente analiza, categoriza, etc. pero no está hecha para poder ver la esencia de las cosas. La mente solo ve apariencia. La capacidad mas profunda de comprensión reside en el alma. De ahí el problema de no distinguir claramente entre pensamiento y consciencia. El pensamiento es un aspecto de la consciencia, que es mucho más amplia e integradora que la mente, y vibra a una frecuencia mas elevada. La mente clarifica, pero la intuición (el corazón, el alma) integra en algo único, en nuestro ser profundo.

Esta in-formación nos cambia la intención: nos ayuda a adquirir consciencia de nuestro valor, de nuestra dignidad y nuestras posibilidades, capaces de liderar la transformación personal y social que se hace cada vez mas necesaria para crear un mundo mejor. Esta in-formación de la consciencia se ocupa de los niveles lineales (ciencia) y no lineales (espiritualidad) y sirve de puente entre ellos. No son dos mundos distintos sino un solo mundo visto desde dos puntos de vista diferentes.  La “realidad” percibida parece estar separada en diferentes categorías o ámbitos, como lo físico vs. lo no físico. Pero lo que se creía que eran distintas categorías de la existencia son sólo diferentes categorías de percepción. En realidad no hay separaciones. La consciencia, por sí misma, posee la capacidad de comparar y unir lo que parecen realidades y campos dispares en una unidad integral y comprensiva de expresiones estratificadas. Lo lineal (lo predecible, digamos lo mental) está incluido en lo no lineal (lo impredecible, un dinamismo del que nos hablan la teoría del caos por ejemplo). 

Se habla también de que toda unidad es un holón, así lo físico está integrado en una dimensión superior intangible, no lineal. Koestler dirá que todo lo que existe es un holón: una totalidad que engloba partes, y a su vez forma parte de algo más grande, y un paradigma también lo es: un universo incluye galaxias, y éstas incluyen estrellas, y nuestra estrella solar tiene planetas y entre ellos la tierra, y la tierra tiene continentes y mares, y así iríamos descendiendo hasta niveles ínfimos. Integrados los cuerpos materiales como holones dentro de unidades superiores, y también lo material está integrado en dimensiones no materiales. Como tal, todo está sujeto a las propiedades de los holones. Una de ellas es la de trascender e incluir; no trascender y disociar, porque esto provocaría una patología. Así pues, todo nuevo paradigma debe trascender e incluir el anterior, y no sólo negarlo. Y podemos decir que lo no lineal es un holón de mayor profundidad, o una realidad más íntima. 

Es algo parecido a la aparente dicotomía/relación entre la fe y la razón de la que tanto se ha hablado: vemos también la diferencia entre enfocarse en las dimensiones no lineales o en lo lineal y verificable por la lógica y los sentidos. Ese enfoque primordial depende del nivel de consciencia del que lo hace. La sabiduría integra los dos enfoques. El Universo posee una estructura descriptiva de lo que vemos (hardware) y una intencionalidad y un alma (software). El segundo es más significativo que el primero, que solo existe para que se desarrolle aquél. Los reduccionistas seguirán estudiando el hardware, y eso está bien, pero ya no podrá ser negada la existencia del software. La ciencia moderna nos dice “cómo” son las cosas, pero es sabio el que conoce “qué” son las cosas, y “para qué”. Se puede decir que en el software se han de buscar las causas y en el hardware estudiar los efectos. Éste último se queda en el “cómo”, sin poder encontrar el “por qué”; por tanto, hay que buscar en el software “qué” son las cosas o “por qué” suceden.

El propósito de la experiencia humana es evolucionar, desarrollar nuestra consciencia para llenarnos de sabiduría y amor. Todos los seres humanos, sin excepción, hemos venido al mundo para trabajar en nuestro desarrollo espiritual, compartiendo y participando en experiencias con otros seres humanos. La vida es un formidable proceso pedagógico dentro del ambiente del Universo. Somos polvo de estrellas que trascienden lo material: estamos en el planeta Tierra como en un “colegio espiritual” y cada experiencia vivida se puede comparar con un curso académico. Pero, un curso es para aprender: ¿en la vida, qué hemos de aprender?

La sabiduría no está reñida con la ciencia, pues la ciencia necesita un contexto filosófico para desarrollarse, como decía Kepler: “el principal propósito de todas las investigaciones sobre el mundo exterior debe ser descubrir el orden y la armonía racionales que han sido impuestos por Dios y que Él nos ha revelado en el lenguaje de las matemáticas”. Si la sabiduría es abrir los ojos, vemos que hay un orden o un sentido aunque muchas veces no es fácil ver, pero –como decía Mitterrand- “entre el absurdo y el misterio, opto por el misterio”. Vamos encontrando pistas de que eso es así, de modo experiencial, en nuestro interior. No llegamos a ello con la cabeza, pero tampoco es algo irracional; esa verdad interior del corazón tiene una racionalidad, es algo razonable.

En ese abrir los ojos, vamos descubriendo un orden en el Universo; a nosotros nos parece que es un orden imperfecto, como al tejer un tapiz vemos que hay muchos nudos e imperfecciones por el lado que nos toca ver, aunque por el otro lado todo esté perfecto. Así, desde “arriba”, es decir desde fuera del tiempo, todo tiene un sentido; pero desde “abajo”, desde nuestro tiempo, sólo al final veremos el sentido completo a lo que pasa. Y mientras hay una ineficiencia mental en ese no ver el por qué de las cosas; pero la intuición es necesaria para descubrir que existen ciertas Leyes del Universo. Llegamos ahí a través de un proceso, y muchas veces hemos sufrido lo suficiente hasta que estamos preparados para comprenderlo; después de una saturación se da ese abrir los ojos.

En ese bregar por la vida, pasamos de una lucha externa para mejorar las cosas, causa de la ansiedad y angustia, a una paz interna, fruto de la aceptación que a su vez viene de la comprensión de que todo lo que existe y todo lo que sucede tiene un sentido de perfección, y necesitamos hacer ese proceso por el que hemos pasado, aquello que no nos gusta y que hemos catalogado como malo, porque tiene un propósito de Amor.

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1. Óscar Wilde, citado en Ken Wilber, Ciencia y religión; este filósofo habla muy bien del tema en cuestión: ha terminado la “guerra fría” entre estos aspectos tan necesitados uno del otro.

2. En otro libro, Cuestiones cuánticas: Escritos místicos de los físicos más famosos del mundo, K. Wilber profundiza en que esos aspectos. Puede consultarse el libro de John Polkinghorne, Quantum Physics and Theology: An Unexpected Kinship (New Haven, London: Yale University Press, 2008).


lunes, 12 de febrero de 2024

Espiritualidad y paz

 

Espiritualidad y paz

2024-02-10

Y hay un resultado claro: la verdad es transformativa y nos mejora, dejando un resultado en nuestro...

Llucià Pou Sabaté

Hoy participamos en un resurgir de la espiritualidad como respuesta a unos siglos de cientificismo que no dan razón de nuestra existencia. Pero, ¿la espiritualidad es útil? ¿Se trata de algo verdadero? Desde el punto de vista de la observación experimental, la ciencia y la lógica son susceptibles de ser confirmadas y son definibles y objetivas. En cambio, la espiritualidad es subjetiva y experiencial… ¿Se puede confirmar? Podemos decir que sí. Se trata de una verdad experiencial aunque no sea experimental, aunque en cierto modo también podemos ver esa experiencia: no es posible probar la verdad espiritual a través de la lógica lineal, pero se pueden verificar sus resultados. Podemos decir en este sentido, que la espiritualidad es fenomenológica. Y hay un resultado claro: la verdad es transformativa y nos mejora, dejando un resultado en nuestro interior: la paz y la felicidad, la gestión eficiente de uno mismo.
   
La ciencia moderna ha estudiado cómo son las cosas, pero no hay en ella argumentos contra la espiritualidad, sino que los científicos buscan a nivel personal esa plenitud espiritual. “Lo único que puede curar los sentidos es el alma y no hay nada que pueda curar el alma aparte de los sentidos”.  Los físicos necesitan la espiritualidad para sus vidas, y que no encuentran en una ciencia que les habla algo de cómo son las cosas, pero no de qué son, o para qué.


  

Y a eso le llamamos sabiduría: es un nivel de conocimiento más alto que un conocimiento de “cosas” pues nos implica, tiene algo de experiencial, y está verificado interna y externamente. La verificación interna es ilimitada, pero no la externa que está limitada por la tecnología disponible, por el contexto o paradigma mental desde el que se diseña la investigación y por las realidades investigadas.  Para tener paz, es necesaria sobre todo la actitud experiencial, pues el conocimiento intelectual muchas veces no llega a esa verdad interna: es la sabiduría la que da paz. La sabiduría -conocimiento verificado interna y externamente- puede también definirse como conocimiento + Amor, o conocimiento desde el Amor.
   
La mente analiza, categoriza, etc. pero no está hecha para poder ver la esencia de las cosas. La mente solo ve apariencia. La capacidad mas profunda de comprensión reside en el alma. De ahí el problema de no distinguir claramente entre pensamiento y consciencia. El pensamiento es un aspecto de la consciencia, que es mucho más amplia e integradora que la mente, y vibra a una frecuencia mas elevada. La mente clarifica, pero la intuición (el corazón, el alma) integra en algo único, en nuestro ser profundo.
      
Esta información nos cambia la intención: nos ayuda a adquirir consciencia de nuestro valor, de nuestra dignidad y nuestras posibilidades, capaces de liderar la transformación personal y social que se hace cada vez mas necesaria para crear un mundo mejor. Esta in-formación de la consciencia se ocupa de los niveles lineales (ciencia) y no lineales (espiritualidad) y sirve de puente entre ellos. No son dos mundos distintos sino un solo mundo visto desde dos puntos de vista diferentes.  La “realidad” percibida parece estar separada en diferentes categorías o ámbitos, como lo físico vs. lo no físico. Pero lo que se creía que eran distintas categorías de la existencia son sólo diferentes categorías de percepción. En realidad no hay separaciones. La consciencia, por sí misma, posee la capacidad de comparar y unir lo que parecen realidades y campos dispares en una unidad integral y comprensiva de expresiones estratificadas. Lo lineal (lo predecible, digamos lo mental) está incluido en lo no lineal (lo impredecible, un dinamismo del que nos hablan la teoría del caos por ejemplo).
   
Se habla también de que toda unidad es un holón, así lo físico está integrado en una dimensión superior intangible, no lineal. Koestler dirá que todo lo que existe es un holón: una totalidad que engloba partes, y a su vez forma parte de algo más grande, y un paradigma también lo es: un universo incluye galaxias, y éstas incluyen estrellas, y nuestra estrella solar tiene planetas y entre ellos la tierra, y la tierra tiene continentes y mares, y así iríamos descendiendo hasta niveles ínfimos. Integrados los cuerpos materiales como holones dentro de unidades superiores, y también lo material está integrado en dimensiones no materiales. Como tal, todo está sujeto a las propiedades de los holones. Una de ellas es la de trascender e incluir; no trascender y disociar, porque esto provocaría una patología. Así pues, todo nuevo paradigma debe trascender e incluir el anterior, y no sólo negarlo. Y podemos decir que lo no lineal es un holón de mayor profundidad, o una realidad más íntima.


Es algo parecido a la aparente dicotomía/relación entre la fe y la razón de la que tanto se ha hablado: vemos también la diferencia entre enfocarse en las dimensiones no lineales o en lo lineal y verificable por la lógica y los sentidos. Ese enfoque primordial depende del nivel de consciencia del que lo hace. La sabiduría integra los dos enfoques. El Universo posee una estructura descriptiva de lo que vemos (hardware) y una intencionalidad y un alma (software). El segundo es más significativo que el primero, que solo existe para que se desarrolle aquél. Los reduccionistas seguirán estudiando el hardware, y eso está bien, pero ya no podrá ser negada la existencia del software. La ciencia moderna nos dice “cómo” son las cosas, pero es sabio el que conoce “qué” son las cosas, y “para qué”. Se puede decir que en el software se han de buscar las causas y en el hardware estudiar los efectos. Éste último se queda en el “cómo”, sin poder encontrar el “por qué”; por tanto, hay que buscar en el software “qué” son las cosas o “por qué” suceden.
   
El propósito de la experiencia humana es evolucionar, desarrollar nuestra consciencia para llenarnos de sabiduría y amor. Todos los seres humanos, sin excepción, hemos venido al mundo para trabajar en nuestro desarrollo espiritual, compartiendo y participando en experiencias con otros seres humanos. La vida es un formidable proceso pedagógico dentro del ambiente del Universo. Somos polvo de estrellas que trascienden lo material: estamos en el planeta Tierra como en un “colegio espiritual” y cada experiencia vivida se puede comparar con un curso académico. Pero, un curso es para aprender: ¿en la vida, qué hemos de aprender?
    
La sabiduría no está reñida con la ciencia, pues la ciencia necesita un contexto filosófico para desarrollarse, como decía Kepler: “el principal propósito de todas las investigaciones sobre el mundo exterior debe ser descubrir el orden y la armonía racionales que han sido impuestos por Dios y que Él nos ha revelado en el lenguaje de las matemáticas”. Si la sabiduría es abrir los ojos, vemos que hay un orden o un sentido aunque muchas veces no es fácil ver, pero –como decía Mitterrand- “entre el absurdo y el misterio, opto por el misterio”. Vamos encontrando pistas de que eso es así, de modo experiencial, en nuestro interior. No llegamos a ello con la cabeza, pero tampoco es algo irracional; esa verdad interior del corazón tiene una racionalidad, es algo razonable.
   
En ese abrir los ojos, vamos descubriendo un orden en el Universo; a nosotros nos parece que es un orden imperfecto, como al tejer un tapiz vemos que hay muchos nudos e imperfecciones por el lado que nos toca ver, aunque por el otro lado todo esté perfecto. Así, desde “arriba”, es decir desde fuera del tiempo, todo tiene un sentido; pero desde “abajo”, desde nuestro tiempo, sólo al final veremos el sentido completo a lo que pasa. Y mientras hay una ineficiencia mental en ese no ver el por qué de las cosas; pero la intuición es necesaria para descubrir que existen ciertas Leyes del Universo. Llegamos ahí a través de un proceso, y muchas veces hemos sufrido lo suficiente hasta que estamos preparados para comprenderlo; después de una saturación se da ese abrir los ojos.
   
En ese bregar por la vida, pasamos de una lucha externa para mejorar las cosas, causa de la ansiedad y angustia, a una paz interna, fruto de la aceptación que a su vez viene de la comprensión de que todo lo que existe y todo lo que sucede tiene un sentido de perfección, y necesitamos hacer ese proceso por el que hemos pasado, aquello que no nos gusta y que hemos catalogado como malo, porque tiene un propósito de Amor.

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[1] Óscar Wilde, citado en Ken Wilber, Ciencia y religión; este filósofo habla muy bien del tema en cuestión: ha terminado la “guerra fría” entre estos aspectos tan necesitados uno del otro.

[1] En otro libro, Cuestiones cuánticas: Escritos místicos de los físicos más famosos del mundo, K. Wilber profundiza en que esos aspectos. Puede consultarse el libro de John Polkinghorne, Quantum Physics and Theology: An Unexpected Kinship (New Haven, London: Yale University Press, 2008).

viernes, 17 de febrero de 2023

Nuevo curso de espiritualidad y religiones, Oriente / Occidente, comienza en marzo



Hola!
Te invitamos al Nuevo curso de espiritualidad y religiones, Oriente / Occidente, comienza en marzo. Es de enseñanzas propias de la Universidad de Granada, y se concede certificado del mismo, y tres créditos para la persona que lo necesite. La matrícula puede hacerse en https://cemed.ugr.es/curso/23gr17/

Para cualquier duda aquí nos tienes, las 3 sesiones con Gonzalo serán en abierto y mandaremos el link, por favor confirma tu interés y te pasaremos los enlaces para las sesiones.

Adjunto programa de desarrollo del curso. Saludos cordiales!
Llucià



jueves, 22 de diciembre de 2016

"Un mundo mejor es posible".

El sábado 17.12.16,  en el Ayuntamiento de Granada celebramos una jornada de reflexión y debate. Con motivo de la Navidad, siguiendo una tradición de hace ya ocho años, nos hemos reunido con un centenar de personas en el salón de plenos del Ayuntamiento de Granada, para una Jornada de reflexión y diálogo sobre "Un mundo mejor es posible". 

Han intervenido Federico Velázquez de Castro (Foro de Ecología y Espiritualidad, Francisco Cáceres (Somos Vega, Somos Tierra), Llucià Pou y Nieves Acosta (Fundación para el Desarrollo de la Consciencia), sobre la ecología, la solidaridad, el compromiso social y la felicidad, desde la perspectiva de la Navidad. La moderación ha sido a cargo de José Ferrer (Centro UNESCO de Andalucía). Han seguido otras intervenciones que han dado lugar a un diálogo enriquecedor, recitación de una poesía y canto de un villancico interpretado por un solista. Un aperitivo ecológico ha dado fin a ese acto, familiar y constructivo, lleno de ideas para la acción, siempre desde una mejora interior pues de ahí es de donde surge el compromiso social. La invitación a profundizar ese diálogo queda expresada en una de las preguntas de uno de los asistentes: "¿por qué cosas tan grandes se hablan en un lugar tan pequeño?" Era un deseo de seguir con este encuentro, y expandirlo a otros ámbitos de participación en la vida pública.

Sentido de la vida y crisis existencial en los jóvenes

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