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lunes, 15 de abril de 2024

El sentido del sacrificio, hoy

 

El sentido del sacrificio, hoy


Aunque el concepto de redención puede parecer menos evidente en el contexto moderno, su presencia sigue siendo palpable en diversas formas de expresión cultural
Llucià Pou Sabaté
Lunes, 15 de abril de 2024, 09:31 h (CET)

Parece que hoy día no se entiende la idea de sacrifico, pero es interesante observar cómo ciertos temas, como el sacrificio y la redención, persisten en el inconsciente colectivo a través de diversas expresiones culturales, incluso en contextos donde su comprensión directa puede parecer menos evidente. Películas como "Eyes Wide Shut" de Stanley Kubrick o "Sacrificio" de Andrei Tarkovsky exploran de manera sutil y simbólica la noción de sacrificio en diferentes dimensiones, ofreciendo una ventana a la complejidad de la condición humana.


Aunque el concepto de redención puede no ser explícito en el contexto contemporáneo, la idea subyacente de sacrificio, de ofrecer la propia vida por el bienestar o la salvación de otros, sigue resonando en nuestra psique colectiva. Es más, el amor tiende a hacer algo grande por la persona amada, y permanece aún hoy la idea romántica de ofrecer a la persona amada: “quiero hacer algo grande por ti”. Es por tanto un tema que se manifiesta a menudo aunque sea de manera simbólica, a través de metáforas y narrativas que exploran la naturaleza humana y sus luchas internas.


En la película "Eyes Wide Shut", por ejemplo, Kubrick aborda temas como el deseo, la tentación y la búsqueda de significado en un mundo aparentemente vacío. A través de la trama de la película, se sugiere la idea de sacrificio personal como un medio para alcanzar una forma de redención o transformación espiritual.


En "Sacrificio", película de Tarkovsky, la narrativa se centra en un hombre que ofrece un sacrificio extremo en un intento desesperado por restaurar la armonía en su vida y en el mundo que lo rodea. A través de imágenes evocadoras y simbolismo profundo, Tarkovsky nos lleva a reflexionar sobre el significado del sacrificio y su potencial para trascender las limitaciones de la existencia humana.


Hay muchas expresiones del pensamiento contemporáneo que son como recordatorios de que, aunque el concepto de redención pueda estar menos desarrollado en la conciencia moderna, su presencia sigue latente en el inconsciente colectivo. A través del arte y la cultura, podemos explorar y dar sentido a estas ideas universales, que continúan resonando en la experiencia humana a lo largo del tiempo. Además del cine, la presencia del sacrificio y redención también se manifiesta en otras formas de expresión cultural contemporánea. Por ejemplo, en la literatura encontramos obras que exploran estas temáticas de manera profunda y conmovedora. Autores como Haruki Murakami en "Kafka en la orilla" o Khaled Hosseini en "Cometas en el cielo" abordan el tema del sacrificio personal como un acto de amor y redención que transforma las vidas de los personajes y deja una marca perdurable en el lector.


En la música, artistas de diversos géneros han explorado la idea del sacrificio y la redención a través de sus letras y composiciones. Canciones como "Imagine" de John Lennon, "Hallelujah" de Leonard Cohen o "Heroes" de David Bowie, entre muchas otras, ofrecen reflexiones sobre la naturaleza del sacrificio y su poder para inspirar esperanza y transformación en un mundo marcado por el sufrimiento y la adversidad.


Incluso en el ámbito de la moda y el arte visual, podemos encontrar ejemplos de cómo el tema del sacrificio y la redención se manifiesta de manera subyacente. Desde desfiles de moda que exploran la dualidad entre la opulencia y la renuncia hasta instalaciones artísticas que invitan a contemplar el significado del sacrificio en la sociedad contemporánea, estas expresiones creativas nos recuerdan que el acto de sacrificarse por el bienestar de otros sigue siendo relevante y conmovedor en la actualidad.


En un sentido etimológico se trata de algo profundo, sacri-ficio es “hacer sagrado”, apartar algo para un fin más alto, y aunque el concepto de redención puede parecer menos evidente en el contexto moderno, su presencia sigue siendo palpable en diversas formas de expresión cultural. Ya sea a través del cine, la literatura, la música o el arte visual, el tema del sacrificio y la redención continúa resonando en el corazón humano, recordándonos la capacidad innata que tenemos para trascender nuestras limitaciones y buscar un significado más profundo en nuestras vidas.

jueves, 15 de abril de 2010

Romance de la gotita de agua


Transcribo aquí un poema escrito por una carmelita descalza de Igualada (Cataluña, España), que ha llenado de consuelo a más de una persona enferma, y que puede servirnos a todos, pues describe la trayectoria de la vida, con momentos de luces y de sombras, pero que al final todo encuentra un sentido en los planes de Dios. Me limitaré a algunos comentarios, entre paréntesis. En la primera parte, habla de sueños y de infancia, de imaginación y de ganas de vivir, sin codicia que la distraiga del deseo de cumplir la voluntad de Dios, que va naciendo en su alma y que cultivará día a día, pues la vida cristiana puede resumirse en docilidad en dejarse llevar por el Espíritu de Dios:
"Pues, he aquí que una vez, / una gotita de agua / en lo profundo del mar / vivía con sus hermanas.
Era feliz la gotita… / libre y rápida bogaba / por los espacios inmensos / del mar de tranquilas aguas / trenzando rayos de sol / con blondas de espuma blanca.
¡Qué contenta se sentía, / pobre gotita de agua, / de ser humilde y pequeña, / de vivir allí olvidada / sin que nadie lo supiera, / sin que nadie lo notara!
Era feliz la gotita… / ni envidiosa ni envidiada, / sólo un deseo tenía, / sólo un anhelo expresaba…
En la calma de la noche / y al despertar la alborada / con su voz hecha murmullo / al Buen Dios así rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa; / yo quiero lo que Tú quieras, / haz de mi cuanto te plazca"… / y escuchando esta oración, / Dios sonreía… y callaba.
Una tarde veraniega / durmióse la mar, cansada, / soñando que era un espejo / de fina y de bruñida plata / un sol de fuego lanzaba / sus besos más ardorosos.
Era feliz la gotita / al sentirse así besada… / el sol, con tiernas caricias, / la atraía y elevaba / hacia él y, en un momento, / transformóla en nube blanda.
Se reía la gotita / al ver cuan alto volaba, / y, dichosa, repetía / su oración acostumbrada: / "Cúmplase, Señor, en mí / siempre tu voluntad santa"… / al escucharla el Señor / se sonreía… y callaba.
(Son momentos de subir, de goce, de sentir entusiasmada que todo se ve de color rosa, que todos los sueños se harán realidad)
Mas, llegado el crudo invierno / la humilde gota de agua, / estremecida de frío, / notó que se congelaba / y, dejando de ser nube, / fue copo de nieve blanca.
Era feliz la gotita / cuando, volando, tornaba / a la tierra, revestida / de túnica inmaculada / y en lo más alto de un monte / posaba su leve planta.
Al verse tan pura y bella / llena de gozo rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa"… / y allá, en lo alto del cielo / Dios sonreía… y callaba….
(Aquí veo referencias a la vocación al Carmelo –monte- vestida ya del hábito -túnica inmaculada-. Una vez vencido el afán de independencia, la entrega a Dios da un gozo de auténtica libertad. Sin embargo, la vocación de cada uno es la importante, lo que quiere Dios es que cumplamos su voluntad, manifestada en primer lugar en los mandamientos, pero –como siguió diciendo Jesús al joven rico- seguirle en las circunstancias en las que nos llama, y decirle que sí. Por tanto no se trata de un "estado de perfección" al que nos subimos y ya está hecho, sino de la "perfección en el propio estado", ahí dejarse llevar por lo que Dios quiere, en docilidad manifestada en las cosas de cada día, como sigue diciendo la poesía...)
Y llegó la primavera / de mil galas ataviada; / al beso dulce del sol / fundióse la nieve blanca / que, en arroyo convertida, / saltando alegre cantaba / al descender de la altura / cual hilo de fina plata.
Era feliz la gotita… / ¡cuánto reía y gozaba / cruzando prados y bosques / en su acelerada marcha! / y a su Dios esta oración / suavemente murmuraba: / "En el cielo y en el mar, / en el prado o la montaña, / sólo deseo, Señor, / cumplir tu voluntad santa"… / y Dios, al verla tan fiel, / se sonreía…y callaba…
(No es difícil esta oración, cuando todo va según el entusiasmo de esta segunda juventud, en el entusiasmo que da el seguimiento del Amor auténtico... pero llega la cruz, y ahí se demuestra que la santidad no es sólo decir "Señor, Señor" sino cumplir su Voluntad...)
Pero un día la gotita / contempló, aterrorizada, / la oscura boca de un túnel / que engullirla amenazaba, / trató de huir, mas en vano, / allí quedó encarcelada / en tenebrosa mazmorra / musitando en su desgracia / aquella misma oración / que antes, dichosa, rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa… / en esta noche tan negra, / en esta noche tan larga / en que me encuentro perdida / Tú sabes lo que me aguarda, / yo quiero lo Tú quieras, / haz de mí cuanto te plazca"… / mirándola complacido / Dios sonreía… y callaba…
(En esos momentos de oscuridad, cuando llega la noche, el sufrimiento, la cruz que no esperábamos, la perseverancia junto al Señor, con paciencia, da paz. Y, cuando más negra es la noche, amanece Dios: no hay pena que mil años dure, ni Dios nos prueba por encima de nuestras fuerzas, sino que cuando nos manda una prueba también nos da la gracia para llevarla...)
Pasaron día y noches / y pasaron las semanas, / pasaron, lentos, los meses / y la gota, aprisionada / en aquel túnel tan triste / iba avanzado en su marcha / y… fue feliz la gotita, / porque cuando a Dios oraba, / sentía una paz muy honda / y de sí misma olvidada, / vivía para cumplir / de Dios la voluntad santa.
Mas, he aquí que, de pronto, / quedó como deslumbrada, / había vuelto a la luz / y se encontró colocada / en una linda jarrita / que una monjita descalza / depositó con amor / sobre el ara consagrada.
Presa de dulce emoción / la pobre gota temblaba / diciendo: "Yo no soy digna / de vivir en esta casa, / que es la casa de mi Dios / y de sus esposas castas". / El Señor que la vio humilde / Sonreía… y se acercaba.
(En esta parte final, vemos nuestra participación en el sacrificio de la Cruz de Jesús, cuando ponemos todo en la ofrenda y nuestra vida se convierte en sacri-ficio: de "sacra", sagrado; y "facio", hacer: hacer sagradas las cosas, introducirlas en Dios, que como decía san Josemaría Escrivá, no hacemos sólo lo que el mito del rey Midas que transformaba todo lo que tocaba en oro, sino que transformamos todo en gloria.)
Empezó la Eucaristía, / la gotita que, admirada, / los ritos iba siguiendo, / sintió que la trasladaban / desde la bella jarrita / hasta la copa dorada / del cáliz de salvación / y, con el vino mezclada, / en puro arrobo de amor / repetía su plegaria: / "Señor que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa"… / y sonreía el Señor, / sonreía… y se acercaba…
Llegado ya el gran momento, / resonaron las palabras / más sublimes que en la tierra / pudieron ser pronunciadas, / y el altar se hizo Belén / en el Vino y la Hostia santa. / Y…¿qué fue de la gotita ?... / ¡Feliz gotita de agua!... / Sintió el abrazo divino / que hacia Sí la arrebataba / mientras, por última vez / mansamente suspiraba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa"… / y, al escucharla su Dios / sonreía…y la besaba / con un beso tan ardiente / que el "Todo" absorbió a la "nada" / y en la sangre de Jesús / la dejó transubstanciada…
Esta es la pequeña historia / de una gotita de agua / que quiso siempre cumplir / de Dios la voluntad santa".
(Cuando nos unimos al sacrificio de Jesús y hacemos del día una Misa... es el "Todo" que nos asume y nos perdemos en Él, nos hacemos Cristo, para la Vida de todos...).
Llucià Pou Sabaté

viernes, 26 de febrero de 2010

La necesidad apremia... hoy, nos falta capacidad de frustración



¿Por qué antes se superaban todos los obstáculos, y hoy todo son impedimentos? ¿No será que ha bajado mucho el nivel de frustración, y lo queremos todo hecho, fácil, crecemos como churros, con poca capacidad de sacrificio? Es algo para pensar. Mientras, la alegría de la vida de algunos pueblos nos admira... ¡Viva la gente! llucià pou sabaté

domingo, 13 de diciembre de 2009

Amar sin condiciones


Leí una historia de un soldado que pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam: llamó a sus padres desde San Francisco.
- "Mamá, Papá. Voy de regreso a casa, pero os tengo que pedir un favor: Traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros."
- "Claro," le contestaron, "Nos encantaría conocerlo."
- "Hay algo que tenéis que saber", - el hijo siguió diciendo, "fue herido en la guerra. Pisó una mina antipersonas y perdió un brazo y una pierna. No tiene a donde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa."
- "... lo siento mucho, hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar en dónde él se pueda quedar."
- "...No, yo quiero que él viva con nosotros."
- "Hijo," le dijo el padre, "tú no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros. Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar que algo como esto interfiera con nuestras vidas. Yo pienso que tú deberías regresar a casa y olvidarte de esta persona. Él encontrará una manera en la que pueda vivir él solo."
En ese momento el hijo colgó el teléfono. Los padres ya no volvieron a escuchar de él. Unos cuantos días después, recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco. Su hijo estaba en el hospital después de haber caído de un edificio, fue lo que les dijeron. La policía creía que fue un intento de suicidio.
Los padres, destrozados por la noticia, volaron a San Francisco y fueron llevados a su hijo. Al verlo, para su horror descubrieron algo que no sabían, su hijo tan solo tenía un brazo y una pierna.
Quizá nosotros no podamos acoger al hijo y no nos sintamos como esos padres de la historia, pero encontramos muy fácil amar a los demás cuando son personas hermosas por fuera o a nuestro gusto, y quizá no apreciamos lo interior, el amor. Esto se nota en la sociedad cuando se propugna poder matar a los ancianos "inservibles" o arrinconarlos en un hospicio (solución adecuada, si allí están bien atendidos, si vamos a verlos con la frecuencia que se merecen al ser padres, parientes, etc.). Decía un santo que ir a visitar a los pobres nos cuesta porque "huelen" y esto repugna nuestra exquisitez. Y hace falta un espíritu noble para encontrar belleza en un vulgar rostro marchito (Kingsley). Otras veces atender a una persona nos hace sentir incómodos, y preferimos no verla, así "ojos que no ven corazón que no siente", como si fuera una noticia de la tele de gente que sufre: cambiamos de canal y se acabó. Preferimos estar alejados de "los problemas", sin considerar que todos estamos unidos en una solidaridad, que no hay nada de los demás que no sea al mismo tiempo nuestro: los seres humanos estamos conectados de muchas maneras. Tantas que la mayoría de ellas las desconocemos. El amor se puede expresar de maneras infinitas, y siempre será amor.
Y que hemos de tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran si estuviéramos en aquella circunstancia. Si hay amor, se descubren las necesidades de los demás: ¡qué agudo es el amor!", decía una buena monja. Vamos a procurar mejorar todos un poco, aceptando a cada uno tal como es, no querer hacerlos a nuestro modo, con el egoísmo de querer sólo lo que nos gusta. San Josemaría Escrivá solía decir a cada uno de los cónyuges que recibía: -"¿le quieres?" -"claro", respondía ella por ejemplo, "si no no me hubiera casado con él/con ella". -"¿Le quieres con sus defectos?" -"¡Eso no!" (pues en el fondo cuando se casó ya pensaba "eso no me gusta de él, pero... ya lo cambiaré. Lo que pasa es que luego no siempre se cambia...) -"Pues entonces eres egoísta", le decía, "pues sólo quieres lo que te gusta de él/de ella. Tienes que querer no lo que te gusta de él sino a él, tal como es, también con sus defectos". Esa comprensión, lógicamente, también implica exigencia, corregirnos en la medida en que podamos, que también es expresión de ese amor.
Llucià Pou i Sabaté

Sobre la guerra de Gaza y otros textos

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