En la vida todo es aprendizaje, y lo mejor está por llegar…

martes, 27 de julio de 2010

Carta del sacerdote Marino Asenjo, español recién llegado a Bogotá

Te cuento mis primeros días en Bogotá. La gente amabilísima: se vuelcan conmigo; me enseñan la ciudad, me acompañan a hacer gestiones; a comprar ropa.


He conocido ya a un grupo de universitarios que me han dejado impresionado, pues varios estudian y trabajan al mismo tiempo, todo a costa del sueño, pues se levantan a las 4 de la mañana Ya les he dado un retiro mensual en el club Monteverde. Tienen nombres como Jeisson, Ulry, Eder, Douglas

.

He estado viendo el museo del oro y la lechuga que es una custodia toda de esmeraldas y que los jesuitas han donado al patrimonio, porque han tenido muchos intentos de robo.

También es sorprendente la cantidad de gente que va a misa a diario. Hay misa en algún centro comercial los domingos. La gente tiene el plan completo de compras, diversión, comida y misa. Se dice en un espacio abierto que también se utiliza para conciertos de música.

Me dicen que la capital tiene ya casi los 9 millones de habitantes. De largo 35 Km y de ancho unos 15, calculan. Están construyendo el metro: como en nuestra querida Málaga. El caos circulatorio es potente, los taxis son muy baratos; los autobuses paran cuando se les hace señal, pues no tienen paradas previstas la mayoría. Hay socavones de 30 cm de profundo, hay que estar muy atento. Los pitidos son contínuos. Los coches pitan y pasan aunque esté en verde para los peatones. También hay cambio de flujo dependiendo de las horas. Las calles no tienen nombre sino número, en plan cartesiano: carreras de norte a sur y calles de este a oeste. Con dos números te sitúas en una manzana y hay un tercer número para identificar la casa dentro de la manzana

Hay algunos cambios de nombres (metonimias,), a la cena la llaman comida, a la comida. :almuerzo y a la merienda once (porque antes tomaban aguardiente para merendar, que tiene once letras, es un eufemismo para disimular) ahora la gente no sabe por qué se le llama once.

Lo de las frutas es impresionante. Intento aprenderme los nombres. El otro día tomamos zumo de guananabá, de color blanco lechoso. Hay otra que se llama carambolo. Más conocidas: mango y papaya

El móvil que me traje de España no sirve aquí; he creído entender que es otra banda de frecuencias; ya veré como lo arreglo

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